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Tragedia ricotera: el alcohol y la droga, los lamentables protagonistas de siempre

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Pasaron dos días del trágico recital del Indio Solari en Olavarría. Las dos personas muertas y las decenas de heridos llevaron a que se hablara sobre los errores de la organización y la falta de rigor en la seguridad en vez de lo que brindó el artista sobre el escenario, que a los pocos minutos de iniciado el show temió el triste desenlace.
Muchos de los asistentes, en especial en las redes sociales, remarcaron la increíble cantidad de alcohol y drogas que se consumió antes y durante el concierto, sin la menor reprimenda del personal de seguridad. De hecho, existieron múltiples denuncias ante los medios sobre cómo se liberó el control y las personas podían ingresar incluso con botellas de vidrio.
Por su parte, Mario Pergolini senaló en su editorial por radio Vorterix: «Tenemos un problema muy grave con el consumo de alcohol, cada vez es más grave cómo se está bebiendo. Ahí necesitamos más control, no se puede entrar a un show en pedo».
En la misma línea, el periodista especializado en rock Sergio Marchi sostuvo en una entrevista con radio Continental: «En los recitales de determinado rock que mueve multitudes, la gente va muy loca. Los pibes van a emborracharse, a consumir drogas, a armar quilombo». Luego, agregó que «hay un problema pavoroso con el alcohol en los jóvenes».

Alcohol
La falta de control o, más bien, el descontrol. El alcohol esconde un gran peligro potencial a corto y largo plazo que varía de acuerdo a la cantidad ingerida. «El alcohol se metaboliza mayoritariamente en el hígado, pero es diferente a otras sustancias porque varía con la cantidad ingerida», explicó a Infobae el doctor Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández y director de FundarTox. «No es lo mismo un vaso de vino que un litro, por eso se da un punto de quiebre. En el momento que una persona traspasa ese límite ya entra en coma».
El alcohol disminuye la frecuencia respiratoria, la frecuencia cardíaca y el buen funcionamiento del cerebro. De acuerdo al nivel de consumo, varía el efecto que produce. Con 0,5 gramos de alcohol por cada litro en sangre se entra en una fase de excitación. A los 2 gramos se pasa a una fase hipnótica. Con 3 ya se considera anestésica y con 5 gramos o más se puede producir incluso la muerte. La misa ricotera, se sabe, comienza en el mismo momento en que el fanático se sube el micro para emprender viaje y el alcohol circula desde allí.
Más allá de la sobreventa de entradas, la ebriedad repercute en forma directa en la lucidez para resolver situaciones límites. Geraldine Peronace, médica psiquiatra y experta en adicciones, alertó a Infobae sobre el riesgo de «beber mucho en poco tiempo». «Se producen nuevos ‘fenómenos’, como los atracones de alcohol, que es tomar lo máximo posible en el menor tiempo, y las bebidas elegidas son aquellas con mayor graduación etílica. Son muy jóvenes, mucho alcohol, altísimas graduaciones, todo junto y de golpe. ¡Ya!».

Marihuana, cocaína y éxtasis
El alcohol, sin embargo, no fue la única droga que se consumió durante el fatídico domingo. Hubo marihuana, cocaína, éxtasis. Mucha. Un cóctel explosivo que repercute, sobre todo, en los más jóvenes. «El desarrollo neurobiológico del cerebro se concluye entre los 24 y 25 años. Hasta esa etapa se siguen desarrollando áreas específicas. Todos los jóvenes que vayan a consumir van a estar dañando y dejando improntas en zonas que están nuevitas. Puede alterar la trayectoria de toda una vida. La mayoría de las drogas tocan el lóbulo frontal, que es con lo que planeamos nuestra vida», dijo Peronace.

El año pasado, un informe de la UCA reveló que el cannabis fue la droga ilegal más consumida entre los jóvenes argentinos de entre 17 y 30 años por «diversión y experimentación». A su vez, 7 de cada 10 de los encuestados aseguró que le sería «fácil» acceder a la marihuana en caso de desearlo. Los especialistas alertaron que, más allá de sus efectos tranquilizantes, también puede causar euforia y paranoia.

La cocaína, por su parte, es un alcaloide estimulante por demás adictivo que afecta directamente al cerebro, los riñones, el corazón y el hígado. Tiene efectos de euforia, energía y de ampliación de sensaciones visuales y auditivas. En el momento, disminuye el apetito y la necesidad de dormir del consumidor, pero a largo plazo deteriora su salud física y mental.
La otra droga que se vio y, habitualmente se la suele asociar a fiestas electrónicas, fue el éxtasis. La pastilla quebró esa frontera. De hecho, según un informe del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos, 170 mil personas compraron éxtasis en Argentina durante 2016. El mismo documento indicaba: «El éxtasis contiene distintas cantidades de metilendioximetanfetamina (MDMA), que produce empatía, euforia, pérdida de timidez y vuelven a quien la toma extrovertido, alegre e hiperactivo».
Náusea, escalofríos, sudoración o hasta la contractura involuntaria de los músculos de la mandíbula. Estos son solo algunos de sus efectos, pero no los peores. La MDMA afecta el metabolismo del cuerpo y, como resultado, se pueden producir concentraciones inesperadamente altas en la sangre, lo que podría empeorar las consecuencias cardiovasculares y generar nuevos efectos tóxicos.
«El organismo llega a niveles límite de resistencia y puede tener consecuencias fatales. Aumenta de manera feroz la temperatura corporal, se pueden producir fallas en los riñones y hasta surgir problemas cardíacos», dijo Peronace.
En el momento, ninguno reconoce el riesgo. «Los jóvenes bailan sin parar y sin notar o saber que eso tiene un precio», alertó Peronace. El innecesario y elevado precio a pagar por una noche de diversión y excesos.
 

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