Cosquin Rock – Primera noche – Cobertura de Junín24

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Ciro y los persas le pusieron el broche de oro a una jornada bien rocanrolera

El ex piojo fue el artista más convocante, en una maratón que incluyó homenajes a Pappo y mostró un saludable espíritu de camaradería entre los músicos.

Con un repertorio que integró, con su estilo rock and stone rioplatense, canciones de su cosecha solista con rescates emotivos de Los Piojos, Ciro y Los Persas tuvo a su cargo el cierre de la primera jornada del Cosquín Rock 2017, en el escenario Principal, y se adueñó de la mayor convocatoria, sobre el final de la extensa maratón de bandas y solistas que había inaugurado Revanchistas apenas pasado el mediodía.

Unas 20 mil personas fueron tomando, a medida que transcurría el sábado, el enorme predio del Aeródromo del Valle de Punilla. La recesión económica se hizo notar en la asistencia, algo escasa si se la compara con años anteriores. Si bien el acceso tiene un precio más que adecuado, en la relación costo – oferta musical – producción ($800 el ticket, por fecha), la movida requiere de una inversión adicional para costear alojamiento, traslados y consumos: un desembolso no apto para cualquier bolsillo. Con todo, una caravana de grupos de amigos y amigas, parejas, familias y solitarios, provenientes de todo el país y abarcando a casi todas las tribus, configuraron el habitual mosaico ATP que busca refugio en el rock.

En ese marco, histriónico y bailarín, Andrés Ciro le puso el cuerpo a su propuesta. A metros de su banda, el cantante apareció desde un domo naranja inflado en la punta de la pasarela (el mismo truco que utilizó para abrir su último show en la cancha de Vélez) y largó con Similar, actuando igual que en el videoclip: de bombín y traje, que acentuaban la gestualidad de sus espasmódicos movimientos. Después de un primer cambio de vestimenta, tomó la guitarra eléctrica para acompañarse en el canto de Te diría, la primera de su ex banda y la que activó el agite de trapos. En una fecha predominantemente rocanrolera, la liturgia de las banderas ocuparon el horizonte durante la jornada pero Ciro las multiplicó como panes: es sabido que llegando al final de sus shows el cantante lee la procedencia de esos trapos, algo que para el fanático paga toda la experiencia.

En comparación a Los Piojos, la música de Los Persas tiene un perfil más aguerrido y más duro a la hora de rockear: las guitarras suenan más cargadas en la sinergia de la dupla que conforman Juan Abalos y Rodrigo Pérez; y la base dúctil generada en el diálogo entre Broder Bastos (bajo) y Lulo Isod (batería), le dan la holgura necesaria a Ciro para que se luzca, tomándose pocos respiros durante el show. Si bien canciones como Antes y después o Banda de garaje ya fueron adoptadas por su público, el repertorio piojoso es siempre el más festejado. Cuando suenan Tan solo, Shup shup o Ando ganas, el lugar se convierte en un karaoké enorme y el cantante se regocija. Para Genius (que siempre es introducido por unas estrofas mezcladas de El mendigo del Dock Sud, de Moris) Ciro sumó una guitarra más invitando a Juanse.

La aparición del paranoico, que había dado el primero de sus tres shows en el espacio Ceremonia Geiser, sintetizó el espíritu de camaradería que rondó durante el sábado. Es que se dieron muchos cruces en distintos escenarios, confirmando esos encuentros entre bambalinas que se dan cada vez que se monta el Cosquín Rock. Los Pericos le dieron lugar a Salta la Banca (Eu vi chegar), El Bordo (Home Sweet Home), Carajo (Sin cadenas) y a… ¡José Palazzo!

El dueño del circo no se privó de participar con su bajo, en un show algo accidentado debido a reiterados problemas con la tensión eléctrica. En el escenario Heavy, Viticus sumó las fuerzas de Luciano Napolitano y Boff Serafine para darle una sobrevida a Riff (con Susy Cadillac, Sube a mi Voiture y Macadam 3, 2, 1, 0). Guasones, entre su rock and roll de alta tensión, invitó a Coti Sorokin para que acompañara en el estreno de su nuevo single, Canción para un amigo. Y el infaltable Pancho Cheves, con casi tantas presencias en el festival como Las Pelotas, acompañó con la armónica a Salta la Banca.

En un festival de estas dimensiones y con más de doce horas de duración (arranca a las 14 y termina entrada la madrugada), los consumos tienen una importancia vital. En el predio hay algunos puestos de comidas y bebidas, e incluso un kiosco para satisfacer antojos. La dieta balanceada de un encuentro rockero como este se compone de agua, a 40 pesos (también hay algunos puestos de hidratación en el predio); fernet con coca de litro, $ 200; el de cerveza, $ 130 (a estos hay que sumarles $ 40 cada vez que se compre un ecovaso); mientras que lo que más sale a la hora de comer, son los panchos ($ 50) y las hamburguesas ($ 80).

Lo vio en un festival blusero de Brasil (el Mississippi Delta Blues) y lo adaptó al suyo: uno de los “caprichos” de José Palazzo para esta edición es La Casita del Blues. Como si fuera un porche de una casa de aquel Delta, un pequeño escenario montado en el Patio Cervecero, le dio cobijo tanto a músicos como a fanáticos del género, dándole una dimensión technicolor a tanto negro & azul. Durante dos horas hubo tiempo para cuatro sets: el inicial fue el de Nico Bereciartúa (quien luego formó parte de la banda de Rich Robinson, en el Principal); siguieron los locales Fernando Ormeño e Ivan Singh; y para el cierre, la visita desde Chicago de Omar Coleman, armoniquista de gran trayectoria.

CRONICA: Ezequiel Ruiz (Diario Clarin)
FOTOGRAFIAS: Juan Pablo Pomponio
COBERTURA PARA Junin24

ciro

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los gardelitos

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salta la banca

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viticus

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