Cosquin Rock – Segunda noche – Cobertura de Junín24

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La banda de Vicentico y Sr. Flavio dio un show memorable y lleno de hits, después de una lección de rock de Skay.
Con algo más de público que en la jornada inicial -llegó a unas 25 mil personas-, el domingo en Cosquín Rock fue ideal por donde se lo mire. El sol radiante y las nubes negras lejos del cielo del Aeródromo de Santa María de Punilla condicionaron el look (muchas chicas en bikini, muchos muchachos en cuero) y favorecieron la recorrida por el predio durante las primeras horas. Y, guiados por el fanatismo, la curiosidad o solo por pasear, quienes hayan estado allí la tuvieron fácil a la hora de elegir entre tantas opciones repartidas en siete escenarios.
Sin embargo, el gran momento llegaría con las estrellas, de manera literal. Ese fue el marco en las sierras para la primera aparición de Los Fabulosos Cadillacs en la historia del Cosquín Rock, que a su término dejó una certeza: fue uno de los mejores shows que alguna vez se haya visto en los 17 años que lleva cumplidos el festival.
Populares y sofisticados, LFC demostraron una vez más que es una banda de una sola pieza, aunque caleidoscópica: la suma de sus distintos egos, bagajes, recorridos y talentos componen una firmeza ideológica que no sólo no necesita ser panfletaria, sino que al mismo tiempo despiertan el baile en los cuerpos de quienes los están viendo en vivo. Un caramelo sabroso para el clásico público cosquinrockero, estallado desde el comienzo. Y no era para menos: Manuel Santillán, el León, Mi novia se cayó en un pozo ciego, El aguijón, Demasiada presión y El genio del dub, una detrás de la otra en los primeros veinte minutos de show, ya dicen demasiado.

La palabra clave entre este encuentro entre banda y público es “familiar”. Quienes los vieron, se encontraron con un repertorio armado de muchas una-que-sepamos-todos que tantas fiestas y tantos coros populares animaron en los últimos 30 años. Y ese repertorio fue interpretado por un grupo de personas que, hacia adentro, manejan código de clan familiar: las coincidencias natales entre Vicentico y Sr. Flavio, las idas y venidas de Sergio Rotman, las vitales incorporaciones de Florián Fernández Capello y Astor Cianciarullo a la formación actual (más temprano, los jóvenes Cadillacs se habían presentado con sus grupos Callate Mark y Visión, y cada uno tocó en el set del otro), las vigencias totémicas de Fernando Ricciardi y Mario Siperman…
En ese guiso se cuece un irresistible resumen de cultura pop rockera, básicamente argentina, pero también latinoamericanista, en donde Eduardo Galeano se puede encontrar con Pappo pero también con un aire salsero (Las venas abiertas de América) o el Roger Waters de The Wall puede dar un paseo por el barrio de Charly García (Galíndez, una de las nuevas de La salvación de Solo y Juan) o Luca Prodan haciéndose visible con una sentida y rara versión de Mañana en el Abasto, con Pancho Chévez en armónica. La energía de 2 Minutos (presentes de manera explícita en la remera de Flavio y en lo que antes había sido el incendiario final del show de Callate Mark) se lleva de maravillas con la prestancia bolerística / cancionera que suele pelar Vicentico (Saco azul) y que, por un rato, te hace creer que puede ser el cantante con más onda y más elegancia del mundo.
Pero toda fantasía se termina convirtiendo en calabaza y, tras otra killer-seguidilla formada por Siguiendo la luna (aquí por primera vez en el show, Rotman cambió saxofón por guitarra y pasó al frente), Vasos vacíos y El satánico Dr. Cadillac, tocaron la que todos pedían escuchar. Yo no me sentaría en tu mesa se materializó con una licencia bien cadillac: Vicentico llevó el ritmo con el bajo y le encargó a Flavio la tarea del canto y la dirección del coro popular, además del final absoluto del recital. Mientras Vicentico ya estaba saliendo del predio en una van, Cianciarullo y su bajo despidieron a la audiencia con el Himno Nacional Argentino. El moño que faltaba.

Antes de LFC, Skay Beilinson se había hecho cargo de la imágen que proyecta y de lo que genera, manteniendo su característica conducta: con rock y con demagogia cero. Y desde ahí, todo lo que se puede esperar del ex guitarrista de los Redonditos de Ricota: junto a su grupo Los Fakires hubo algo de sus propios clásicos (Oda a la sin nombre, Flores secas), varias de El engranaje de cristal, último álbum (Egotrip, Chico bomba, Equilibrista) y, claro, lo que todos, todos esperaban: El pibe de los astilleros y Ji-ji-ji. Aunque hay sinergia de banda-de-rock, lo de Skay y su guitarra es siempre delicioso tanto a la hora de solear, cuando arma y desarma melodías e, incluso, con su canto de dientes apretados.

Feria Ají
Del tradicional pancho y birra a la oferta gourmet
Además de la tradicional oferta gastronómica básica de birra-gaseosa-paty-pancho, este año la organización del Cosquín Rock montó una reducida versión de la Feria Ají: algo así como la Masticar cordobesa, para abrir el abanico a la hora de darle un gusto al paladar. El menú posible incluye licuados multifruta ($80), papas bravas ($100), focaccias ($80), sorrentinos asados ($150), rabas ($100), frapuccinos ($80), sándwiches con hongos, hamburguesas con carne de cordero ($150), entre otras delicias. El espacio funciona al modo de los grandes festivales porteños (Lollapalooza, Music Wins) y del mundo: la comida se obtiene con tickets que antes hay que comprar en una caja general.

CRONICA: Ezequiel Ruiz – Diario Clarin
FOTOGRAFIAS: @juan pablo pomponio
Cobertura para @junin24

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