Lucas Matthysse venció al norteamericano Emmanuel Taylor por nock out en Las Vegas

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Pasaron más de diecinueve meses de la frustrante derrota ante el ucraniano Viktor Postol en Carson, California. Diecinueve meses en los que Lucas Martín Matthysse se convirtió en un hombre anónimo y solitario, lejos de las luces boxeo. Diecinueve largos meses de meditación, pero ineludibles para despejar los fantasmas del ocaso y emprender un regreso a lo grande. Anoche, despojado de los miedos de aquel fracaso y con sed de revancha, el chubutense volvió a subirse a un ring de manera oficial e inició el camino de la reconstrucción con un categórico triunfo por KOT en el 5º round ante norteamericano Emmanuel Taylor, en el T-Movile Arena de Las Vegas.

El contundente triunfo logrado por el argentino se convirtió en un guiño positivo a las dudas que despertaban los 581 días que llevaba sin pelear de manera oficial. Con ánimos renovados y exhibiendo una buena forma física, Matthysse demostró ante Taylor que está en condiciones de lucirse en la competitiva categoría welter, donde reinan boxeadores como Keith Thurman (AMB y CMB), Manny Pacquiao (OMB) y Kell Brook (FIB).

Contagiado por el clima de los 22000 espectadores que colmaron el estadio, Lucas sacó pecho de ser el boxeador mimado de Oscar De La Hoya y demostró que aún tiene vigencia en el primer nivel del boxeo mundial. De entrada, con la potencia de su mano derecha comenzó a marcar diferencias. Con mucha movilidad de cintura y piernas, se mostró ansioso en ataque y responsable en defensa. Una buena mano derecha en el arranque del tercer round, logró derribar a Taylor que, apremiado por las circunstancias, le aplicó un certero cabezazo que lo cortó.

Cuando muchos presumían que el corte lo iba afectar, Matthysse salió decidido a terminar el combate. A base de potencia y justeza, en el 5° round volvió a derribar a Taylor (20- 4, 14 KO), quien no mostró recuperación y obligó al árbitro a parar las acciones. Para eso fue clave la movilidad de piernas del chubutense, al que se lo notó muy bien enfocado desde el comienzo, y la excelente condición física.

En los diecinueve meses que duró el parate, hubo un profundo proceso de análisis y cambios en la vida de Lucas Matthysse. Cansado de estar lejos de su familia, abandonó Junin -residió más de una década- y regresó a Trelew, donde formó un nuevo equipo de trabajo junto a su papá Mario Edgardo, su cuñado Mario Narvaés y el profesor Federico Wittenkamp. Además, aquella derrota ante Postol lo obligó erradicar algunas viejas costumbres en la preparación y a viajar un mes antes del combate a Estados Unidos, donde trabajó con el reconocido entrenador mexicano Joel Díaz.
Matthysse, con 34 años y un record de 37 triunfos (32KO) y cuatro derrotas, lo tuvo todo para ser un gran campeón (técnicamente es uno de los mejores boxeadores argentinos de la última década). Pero en la búsqueda de esa consagración, demostró carencias en algunas cuestiones fundamentales y falló. Sus dos peleas más importantes las perdió: ante Danny García, en 2014, cayó por puntos en la unificación de titulo superligero del CMB; y en 2015, ante el ucraniano Viktor Postol, se quedó en las puertas de la gloria tras perder por nocaut en 11º round. Hoy busca reconstruir su derrotero ganador y aprovechar los últimos jirones de un talento que no escapa al paso del tiempo.

Si bien el combate contra Taylor fue de transición, el contexto y las consecuencias lo volvieron trascendental para el futuro de Matthysse. Los dos cinturones internacionales OMB y AMB que ganó anoche lo posicionan en los primeros puestos del ranking de dichos organismo. «Ganarlos me posiciona muy bien para enfrentar tanto a Pacquiao como a Thurman, los que están mandando en la categoría. Será cuestión de sentarnos a dialogar con Golden Boy, ver qué nos ofrecen y decidir. Yo quiero retirarme con una pelea grande y el titulo mundial en mi cintura», declaró el chubutense con mucha confianza.

Sin margen de error, Lucas Martín Matthysse sabe más que nadie que está frente a un momento decisivo de su vida profesional. Lo percibe en la extraña alquimia de un boxeador de elite que fue campeón superligero CMB y que combatió en cuadriláteros de Argentina, México y Estados Unidos. Y entiende perfectamente que el físico, las ganas y la industria boxística le están dando una nueva oportunidad, pero que no tendrán piedad ante otro fracaso.

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