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10 de junio día mundial de la seguridad vial

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Los siniestros viales son la primera causa de muerte en personas menores de 35 años y la tercera en la población en general de nuestro país. De ahí la importancia de trabajar con esta problemática que requiere no solo de leyes y controles sino también de educación y cambios culturales en los argentinos.
Las noticias de conductores alcoholizados son cotidianas y toman relevancia cuando mueren personas. Esas situaciones que se evidencian en los medios de comunicación, nos parecen alejadas de la realidad cotidiana de los que vemos las noticias. Pero cada uno de nosotros convive con el riesgo permanente, siendo conductor o peatón.
En el centro de salud mental de Junín, cito en Lavalle 929 los lunes y miércoles se realizan charlas de educación vial a las que concurren personas ante una infracción por alcoholemia positiva. Las mismas están a cargo de las psicólogas Antonella Toscanini y Gabriela Parino. Por lo general se trabaja en grupos con personas que llegan por derivación del juzgado de faltas y como resultado de una ordenanza municipal sancionada en el año 2010.
En estos casos los controles viales ponen freno a la circulación de quienes tienen niveles de alcoholemia que superan los permitidos por la ley. En nuestra provincia en el caso de conductores de automóviles la concentración de alcohol no puede exceder los 0,5 gramos por litro de sangre y en el caso de conductores de motocicletas el límite es 0,20 gr/l. Los conductores profesionales deben tener 0 concentración de alcohol en sangre.
En seis provincias de nuestro país la tolerancia cero está en vigencia para cualquier tipo de vehículo. Esto ocurre en Córdoba, Salta, Tucumán, La Rioja, Neuquén y Entre Ríos.
Es importante considerar que las personas que se convierten en infractores no son personas que se sientan embriagadas, que sientan dificultades para manejar, ni que estén sectorizadas en ninguna franja etárea o clase social. Se trata de personas cercanas, que vuelven de cenar con amigos, o que salen a buscar hijos a un cumpleaños mientras cenan la clásica pizza con cerveza en casa.
Al curso algunos llegan enojados, otros avergonzados, otros aceptando que tomaron y era una posibilidad que les diera positivo. Algunas personas sienten que solo se debería controlar a los adolescentes que salen y toman excesivamente. Afortunadamente la actitud de los concurrentes cambia a medida que se lleva a cabo la actividad. No solo se informan sobre cuestiones de la reglamentación, sus obligaciones y derechos sino sobre la influencia del alcohol en el organismo.
Desde el centro de salud mental trabajamos con la premisa de que la ley es un ordenador importante, los controles también son fundamentales, pero es imprescindible un cambio cultural que desnaturalice la conjunción del manejar y el tomar bebidas alcohólicas
No se cuestiona el consumo de bebidas alcohólicas de manera responsable, se propone el pensar alternativas para hacer seguro el traslado y el tránsito de toda la sociedad.
El consumo de alcohol siempre deprime las funciones superiores del sistema nervioso central, aun cuando estos efectos no sean perceptibles por la persona que tomó o por quienes lo acompañan. Afecta la coordinación, la percepción, los sentidos, la visión periférica y lo que es más grave es que genera una falsa sensación de seguridad que empuja a hacer maniobras riesgosas como aumentar la velocidad.
El problema de tomar alcohol y conducir no solo es un problema individual de quien maneja. No solo está en riesgo de tener una multa, sino de sufrir lesiones, de atropellar a alguna persona, o de tener una causa penal después de hacerse las pericias de alcohol en sangre. Al salir de una cena con amigos o de bailar en el caso de jóvenes, solo se piensa en el momento grato que se está viviendo, sin considerar los riesgos que se puede correr.
En el curso hacemos explícito que es necesario fortalecer el tomar conciencia para poner un granito de arena que genere un cambio social. Nos parece valioso traer a la memoria de los participantes lo que era antes de 2011 concurrir a un café o a almorzar a un restaurante y convivir en el mismo espacio con personas que fumaban en la mesa de al lado. Hoy, al recordarlo, nos parece imposible ya que con la ley, los controles y sanciones a los comercios se han producido cambios sólidos al respecto en toda la población. Cuando las personas reconocen necesaria la posibilidad de ser parte del hecho de producir un cambio cultural similar al del consumo de tabaco, reconocen también que se estaría preservando la salud y la vida de toda la sociedad.

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