Memoria selectiva: un novedoso estudio científico logra borrar los recuerdos indeseados

Salud

Poder borrar pensamientos que nos hacen mal, que no queremos recordar. O experiencias traumáticas que recordamos haber vivido y que no se las desearíamos a nuestro peor enemigo.

La ciencia está en la búsqueda de esta respuesta. Y también tiende una mano a las personas que viven o atraviesan un problema psiquiátrico en el que permanentemente están asociadas las imágenes y recuerdos de traumas vividos.

¿Cómo poder borrar ciertos recuerdos de la memoria? ¿Cómo bloquear esa información que con recurrencia nos castiga y cambia nuestra conducta? Al punto, muchas veces, de necesitar un tratamiento psicológico o psiquiátrico y medicación para poder salir adelante.

Todos hemos vivido situaciones que, por alguna razón, quisiéramos eliminar de nuestra mente. En el cine, la idea se tradujo con brillantez en la película «Eterno resplandor de una mente sin recuerdos», donde los personajes principales son una pareja que se somete a un proceso en el que se les borran todos los recuerdos con el objetivo de olvidar su relación. La ciencia ya puede hacer algo similar en animales. Y el próximo paso es aplicarlos en el ser humano.

La memoria no es un sistema de grabación que recoge de manera fidedigna todo lo que nos ha sucedido en la vida. Como lo han demostrado muchos estudios, es más bien una recreación de lo que hemos vivido, adaptado para servir de la mejor manera posible a nuestra supervivencia.

Por ello se entiende que se fijen en nuestro cerebro algunos recuerdos, mientras que otros se desvanecen. Los sucesos infrecuentes suelen quedar mejor guardados y lo mismo sucede con los asociados a emociones intensas. Junto a esos recuerdos aparentemente más relevantes, suelen quedar almacenados también otros asociados.

Si una persona está a punto de morir en un acantilado amenazada por fuertes vientos y el camino sinuoso y en pendiente, además del propio recuerdo del recorrido de ese trayecto, tendrá recuerdos aparentemente irrelevantes de lo que sucedió antes de llegar ahí, porque en ellos quizá haya indicios que en el futuro lo ayuden a prever que se está metiendo en una zona insegura.

 

Forma de recordar

Los especialistas que estudian al cerebro destacan que esta forma de recordar ya es utilizada en algunas técnicas de enseñanza, que tratan de introducir en las clases elementos emotivos o sorprendentes que sirvan como enganche alrededor del que puedan fijarse en la memoria materias que normalmente desaparecen sepultadas por la rutina.

Recientemente, un grupo de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Columbia y la Universidad McGill (EE.UU.) publicó un artículo en la revista Current Biology en el que muestran que es posible borrar de manera selectiva distintas memorias almacenadas en la misma neurona. Para lograrlo utilizaron un tipo de babosa marina del género aplysia que tienen grandes y pocas neuronas en las que se puede observar con facilidad la memoria en acción.

Pedro Bekinschtei, neurocientífico del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (Universidad de Favaloro, Ineco y Conicet), explicó a Infobae cómo se produjo este experimento, qué resultados obtuvo y qué significa esto en un futuro no muy lejano para el hombre. Cuando la maquinaria bioquímica del cerebro se pone en marcha tras uno de estos eventos, varias memorias pueden quedar codificadas en el mismo espacio.

«Los científicos utilizaron un modelo de memoria que estimulaba un circuito de recuerdos que modificaban el comportamiento de una babosa. A todos nos pasa, que cuando la información se adquiere, se ubica y estabiliza en el circuito de la memoria. Al proceso se lo llama Engrama o Traza de Memoria. Y es la representación neuronal de la experiencia vivida. Esa información se traslada a un circuito neuronal, que es un código que establece y se puede recuperar o recordar más tarde», explicó Bekinschtei, investigador principal del Conicet.

 

Y agregó: «Cuando los recuerdos están almacenados, y son evocados, están distribuidos o ubicados en un modelo desarmado, que debe rearmarse gracias a un proceso metabólico. Esa es la oportunidad que hallaron los científicos para, mediante un tipo de droga, volver a armar o desarmar ese recuerdo en las neuronas».

Según el especialista, es común experimentar hoy en animales mediante el uso de propanonol, un fármaco que bloquea el proceso metabólico neuronal. Se trata de un betabloqueante que bloquea la conexión neuronal, observable meidante patrones de actividad eléctrica. Pero en los seres humanos es mucho más difícil identificarlas porque son millones las neuronas intervinientes.

«Si un ratón recibe un shock eléctrico en una caja, los científicos puede etiquetar las neuronas que se activiaron en ese momento y activarlas artificialmente para recordar el momento traumático cuando está viviendo una situación y se encuentra a salvo. Del mismo modo, pueden bloquear esa transmisión y eliminar el mal recuerdo de la electricidad si el animal vuelve a entrar a esa caja», puntualizó Bekinschtei.

 

Resultados del estudio

 

En concreto, los autores del estudio internacional estimularon dos neuronas sensoriales conectadas a una neurona motora. Una de las neuronas se estimuló para inducir una memoria asociativa y la otra una no asociativa. Midiendo la fuerza de las conexiones vieron que los distintos tipos de memoria asociadas a distintos estímulos se mantenían gracias a dos variantes de una proteína.

Los científicos fueron capaces de borrar un tipo de memoria sin afectar a la otra bloqueando la proteína adecuada. También observaron que era posible borrar memorias concretas bloqueando moléculas que sirven para producir esas proteínas o evitan que se desintegren.

Los responsables del estudio creen que esta información puede ser útil para diseñar enfoques farmacológicos para personas que sufren estrés postraumático. Los seres humanos también tienen versiones similares de las proteínas con las que las babosas marinas forman y mantienen sus memorias y se sabe que los defectos en estos mecanismos pueden producir discapacidad intelectual.

 

Samuel Schacher, profesor de neurociencia de la Universidad de Columbia y uno de los autores del estudio lo explica así:

 

«El ejemplo que me gusta dar es el siguiente: vas caminando por una zona peligrosa de la ciudad y te asaltan violentamente en un callejón. Resulta que, en ese momento ves un buzón de correos y a partir de ese día te pone muy nervioso algo tan inocente como echar una carta al buzón. Uno de los objetivos de nuestra investigación es desarrollar técnicas que permitan eliminar los recuerdos asociativos que pueden quedar grabados en el cerebro durante una experiencia traumática y, al mismo tiempo, respetar los recuerdos no asociativos de manera que la persona siga teniendo la información sobre la experiencia y ello le permita tomar decisiones en el futuro».

 

El recuerdo sin la angustia

 

Lo que Schacher y su equipo persiguen es mantener el recuerdo de que fuimos asaltados en un callejón para que en lo sucesivo evitemos los callejones oscuros, pero sin la angustia asociada al incidente, y a los elementos neutrales que había en él, como el buzón.

¿Es posible esto? Sí. Según el experto, «la memoria se graba incrementando la fuerza de las conexiones entre determinadas neuronas». Hasta ahora se creía que la intensidad de estas conexiones neuronales era común a los recuerdos asociativos y no asociativos. En otras palabras, que si usabas una droga para eliminar uno, eliminabas el otro.

Induciendo recuerdos asociativos y no asociativos en las neuronas del caracol, los científicos descubrieron que cada tipo de recuerdo emplea una variante diferente de la proteina quinasa M, un neurotransmisores usado por las neuronas para registrar memorias. Los recuerdos asociativos usan la variante PKM Apl III y los no asociativos la variante PKM APl I.

El estudio es una prueba de concepto, pero demuestra que se puede borrar la parte dolorosa de un recuerdo sin borrar el recuerdo en sí simplemente aplicando inhibidores de la variante adecuada de la quinasa en las regiones del cerebro adecuadas. Eso sería de gran ayuda para tratar síndromes de estrés postraumático y problemas de ansiedad derivados de traumas.

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