Intenso viaje musical por el amplio mapa genético de Residente

Virales

No debe resultar para nada sencillo bajarse de un éxito y menos cuando el mismo es sólido y sostenido en el tiempo. Sin embargo, hay momentos en el que se produce un clic y el cambiar de aire y salirse de la zona de confort emergen como una imperiosa necesidad. Algo de eso le ocurrió a René Pérez Joglar, quien luego de varios años auspiciosos como parte de Calle 13, acordó con su socio y hermano Eduardo Cabra Martínez colocar un paréntesis en el ascendente andar de la banda y emprender así proyectos personales.

Fruto de una prueba de ADN que reveló raíces en distintas partes del mundo, el cantante y rapero boricua se embarcó en un intenso periplo por Armenia, Burkina Faso, China, Francia, Ghana, Niger y Rusia e, inspirado por los sonidos de cada una de esas tierras más el aporte de artistas locales, pergeñó al ecléctico e impactante Residente, su álbum debut como solista con el que arribó a la primera de las dos funciones (repite hoy viernes) en un efervescente Luna Park.

La expectativa y la ansiedad por reencontrarse con una de las máximas y más polémicas figuras de la actual escena musical urbana eran más que evidentes. Por eso, cuando apenas asomó su figura en escena una ovación descendió desde todos los rincones del estadio generando una atmósfera festiva que jamás decaería, además de ratificar un afecto mutuo intacto pero a la vez creciente. La flamante «Somos anormales» constituyó la primera descarga de energía de una noche intensa y plena de hip hop alternativo y ritmos urbanos. Sin embargo, el Residente en plan solitario trae otras sorpresas bajo el brazo, expandiendo aún más su amplio mapa genético musical hacia diferentes ritmos y colores y otorgándole al show interesantes y refrescantes cambios de clima.

Nuevas creaciones como la sutil «Desencuentro», «Dagombas en tamale», «La sombra», «Milo» (dedicada a su pequeño hijo) e «Hijos del cañaveral», entre otras, abren el juego hacia sonoridades de Medio Oriente, instrumentos de cuerdas, tambores tribales, blues y gospel africano matizados por toques de electrónica y una lírica de una inédita introspección, más personal e intimista que deja ver un lado hasta ahora oculto del músico nacido en Puerto Rico. De todos modos, su reconocida y explosiva verborragia permanece vigente al servicio de temas que hablan de libertad, igualdad, unidad, educación y juventud, conservando el contenido social, político y combativo que siempre lo caracterizó, como en «Guerra», «Apocalíptico» y «El futuro es nuestro».

Por su parte, la sólida y versátil banda que lo acompaña (un septeto con integrantes de variadas nacionalidades) colabora con creces en la intención de marcar claramente los distintos matices y texturas que dan forma a su más novel repertorio, partiendo de la destacada labor del portorriqueño Daniel Díaz y el marroquí Brahim Fribgane en percusión, quienes sumados al estadounidense Thomas Pridgen en batería, conforman el corazón que empuja hacia adelante a esa maquinaria instrumental en constante ebullición. Las guitarras de Elías Meister (Alemania) y Justin Purtill (Estados Unidos), los teclados de Leonardo Genovese (Argentina) y la voz de apoyo a cargo de Kiani Medina (Puerto Rico) completan la formación que secunda a un René frenético, explosivo y por demás movedizo y que luce mucho más cuando ametralla con su rapeo antes que por su canto.

«Baile de los pobres», «El aguante» (donde pidió por la aparición de Santiago Maldonado), «Adentro» y «Calma pueblo» (dedicado a «algunos mafiosos de la industria de la música») trajeron de regreso el recuerdo aún fresco de Calle 13 con un público totalmente entregado a la celebración y el baile, enmarcando todo con una puesta que respetó la estética del álbum al reproducir unos corchetes gigantes a ambos lados del escenario.

«Guarden los celulares, disfruten de este momento único y bailen», lanzó Residente. Y a partir de ese momento se generó en el sector campo un inmenso pogo que se propagó hacia las populares y el pullman con similar intensidad, de la mano de viejos hits como «Atrévete – te – te», «La cumbia de los aburridos» y «Fiesta de locos». «Latinoamérica», «La vuelta al mundo», «No hay nadie como tú» y «Vamo’ a portarnos mal» le otorgaron el broche de oro a un vasto, seductor y experimental recorrido musical que, con algunas reminiscencias de la experiencia encarada hace casi dos décadas atrás por Manu Chao a través del exitoso Clandestino, se prepara para próximas escalas en Rosario, Córdoba y Corrientes.

Seguir Leyendo:
Virales
LO MÁS DESTACADO
keyboard_arrow_up