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Muerte en el Monumental: era la segunda vez que iba a la cancha, llamó a su novia atemorizado y sus amigos lo buscaron hasta la madrugada

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Las fotos de portada y de perfil de su cuenta en Facebook muestran a las claras cómo estaba repartido el corazón de Julián Barrionuevo, el chico de 19 años hincha de River que murió al caer de la tribuna Belgrano Alta en la madrugada del martes, luego del encuentro que el equipo de Marcelo Gallardo le ganó a San Lorenzo 2 a 0, en el Monumental, por la última fecha de la Superliga. En la portada, la imagen de las tribunas de River repletas de gente y de fervor. En la de perfil, dándose un beso con su novia Magalí.

Julián era fanático de River. Amaba al club con locura, pasión heredada de su papá Ramón. No compartía ese sentimiento futbolero con su hermano Hernán (24 años) porque era de Boca. Está descartado que haya ido con él, al estadio, el lunes a la noche. También tenía una hermana, Julieta, de 27 años. A la cancha fue con unos chicos que había conocido a través de su novia y con los que tenía amistad. Así lo contaron fuentes familiares a Clarín.

Julián llamó a su papá y a su novia Magali desde el Monumental.

Julián llamó a su papá y a su novia Magali desde el Monumental.

A pesar del fanatismo por River, era la segunda vez que Julián había ido al Monumental, ya que su papá no lo dejaba ir solo. Julián se subió a un micro que salió de Quilmes junto a sus amigos para ir a la cancha. Esos mismos amigos se quedaron hasta la una de la madrugada del martes buscándolo. Y fueron ellos quienes les dijeron a los empleados de seguridad que estaban en el ingreso al club que su amigo se había quedado adentro. Tras esperar unos 15 minutos, les respondieron que “adentro no quedó nadie”. No estaban junto a Julián porque éste tenía una entrada para ir a la platea Belgrano Alta, mientras que sus amigos ingresaron más tarde, pero a la tribuna Sívori Alta.

Es por eso que la familia le apunta a la empresa de seguridad privada del club (TECH). “Si lo hubieran buscado bien, hoy Julián estaría con nosotros”, le dijo un familiar directo, en medio del dolor por la pérdida del ser querido, a Clarín.

Julián fue velado en la cochería La Piedad, de San Francisco Solano, y sepultado esta mañana en el cementerio de Ezpeleta. El cuerpo fue entregado este miércoles a la familia luego de que le hicieran la autopsia, cuyos resultados estarán dentro de 10 días. Julián vivía en el barrio Villa La Florida, de Quilmes, cerca de San Francisco Solano, el pago de Alejandro “Chori” Domínguez, en el seno de una familia obrera y humilde. Trabajaba en una carnicería y pollería, había terminado el secundario y tenía pensado iniciar el profesorado de geografía.

¿Qué le pudo haber pasado a Julián?, es lo que se pregunta su familia. No saben si intentó saltar o si pisó mal y se cayó. Tampoco entienden cómo nadie pudo haberlo visto dormido. De lo que si dicen estar seguros es que no estaba alcoholizado. “Era un pibe sano y laburador”, afirmó el familiar que habló con este diario con la condición de mantener su anonimato. Pero sí reconocieron que se encontraba «asustado», como en un estado de pánico, al encontrarse perdido en medio de la noche. Y confirmaron que le dijo al padre «que se había quedado dormido».

Esas revelaciones se desprenden de la charla que tuvo con su papá Ramón pasadas las 3 de la mañana de este martes. Contrariamente a lo que se informó, fue el padre quien lo llamó por teléfono luego de observar que las líneas de los tres mensajes que le había mandado se habían puesto en azul en el WhatsApp, señal de que los había visto. Un mensaje de voz que le mandó a su novia a las tres y veinte confirma que se encontraba atemorizado. Pocos minutos más tarde, se produjo la caída. Julián vestía una campera roja del club, pantalón negro con líneas blancas y zapatillas blancas.

En esa charla, que duró alrededor de cuatro minutos, Ramón le pidió que se quedara donde estaba. “Papá, me quedé dormido. Ahora veo cómo salgo porque el estadio está cerrado”, fueron las últimas palabras de Julián. La comunicación se cortó. También le dijo que iba a tratar de ver si podía salir del estadio y que tenía la tarjeta SUBE para volverse a Quilmes.

El padre, desesperado al no poder comunicarse de nuevo con su hijo, llamó al club. Y, de acuerdo a lo que cuentan los familiares, lo atendió alguien de seguridad de la guardia nocturna. Ramón le contó lo que había sucedido y la persona que atendió le habría respondido que iba a recorrer las instalaciones de nuevo y que luego lo llamaría. Nunca devolvió el llamado.

A eso de las seis de la mañana, sin tener noticias sobre su hijo, Ramón volvió a llamar y lo atendió una mujer, empleada del club. Esta vez, un rato más tarde, le devolvieron la llamada y le dijeron que personal policial de la comisaría 51a. se comunicaría con él. Ya habían encontrado el cuerpo sin vida, apenas cinco metros distante de la puerta del Instituto River Plate que da a la calle Udaondo. La Policía Científica recogió todos los elementos de prueba que había en el lugar. Personal del SAME lo trasladó al Hospital Pirovano y de allí a la morgue judicial.

Hay un video de una de las cámaras de seguridad del club que muestra el instante final de la caída. «Se ve cuando impacta en el piso. No cuando se cayó. Es terrible…», reveló una fuente del club. River ya se lo entregó a la Justicia: interviene la fiscalía de Saavedra-Núñez a cargo del doctor José María Campagnoli. La familia del chico aún no tuvo acceso a la causa. Y a pesar de que todo apunta a que se trató de un accidente, reclaman “justicia” y buscan respuestas para esclarecer cómo es que Julián pasó tanto tiempo dormido en una tribuna sin que nadie lo viera.

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