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Pablo Albarello: «Escribo lo que se me canta, siendo honesto conmigo»

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«Te voy a cortar la chota», lee Pablo Albarello con el énfasis necesario, justo cuando en la carpa montada en el MUMA, con motivo de una nueva edición de la Feria del Libro de Junín, comenzaban a mezclarse quienes asistieron a la presentación de su libro «Mi padre fue un destacado hombre bala» y los que llegaban a presenciar la siguiente.

Se fusionaron los cachetes colorados de quienes después de casi una hora no habían parado de reír, con los ojos bien abiertos en alerta de los recién llegados, desorientados por la vulgaridad que se había apoderado del que, les habían dicho, era un evento cultural. Las primeras filas que reunieron a sus familiares y amigos estarían ocupadas en minutos por el intendente y otras personalidades del municipio.

Un día después, en el bar de la esquina, volvimos a encontrarnos con el narrador y dramaturgo juninense, cuyas obras de teatro han sido llevadas a escena alrededor del mundo.

-¿Qué sensaciones te dejó la Feria del Libro?

-Vine a presentar «Mi padre fue un destacado hombre bala», que es una recopilación de 22 cuentos que ya tenía hace bastante, unos dos años. Les fui agregando, los fui corrigiendo y había llegado el momento de editarlo. Paralelamente los fui subiendo a un blog que tengo, que se llama El Cascarudo, donde voy subiendo a medida que hago, aunque estén imperfectos, y después los voy corrigiendo online, en base a devoluciones que me hacen. Eso es una cosa que me gusta y es interactiva. Rompe con el mito de que el texto está terminado cuando fue publicado.

-¿Con le web cambió la forma de crear?

-Sí. Uno vivió todos los procesos. Yo me fui a estudiar periodismo a La Plata y usaba la máquina de escribir, me acuerdo que me compré una portátil. Viví todo el proceso, me compré la Commodore como primera computadora. Y así hasta el presente. Van cambiando las formas de producción, hay mucha actividad en las redes, con los celulares, sobre todo en lo audiovisual. Eso va cambiando también la forma de escribir. En un blog sabés que una novela no vas a escribir, es ilegible. Trato de subir escenas teatrales y textos breves. Los cuentos son prácticos para subir.

-¿Te preocupás por la difusión de lo que hacés en las redes sociales? ¿Cuesta más para los escritores?

-Crear el blog fue también una estrategia, pensar por dónde está pasando ahora la cosa. Incluso los blogs ya quedaron viejos, porque te pasa eso con la tecnología. De golpe empiezan a envejecer cosas. Editar en papel es difícil, es costoso. El blog siempre está disponible. Lo abrís gratuitamente. Pensando en números, llevo un registro de lo que subo. Trato de hacer una subida por mes. Subí, por ejemplo, el texto de la crisis de los cincuenta que leí en la Feria. En 15 días tuvo 600 entradas. Para los youtubers no es mucho, pero para un tipo que quiere que lo lean es un buen registro. Incluso podés saber dónde fue leído. Vos editás un libro y qué se yo quién te lee.

«Si tenés tus obsesiones, querelas. Si vas a buscar las obsesiones de otro, cagaste»

-¿Te obsesiona el número? ¿Te cambia en algo en función de pensar qué escribís?

-No. Desde que empecé a escribir, inevitablemente reflexiono sobre la escritura, sobre qué es lo que hago. Una de las cosas que me plantee de entrada, y creo que me he mantenido coherente con eso, es ser honesto con lo que escribo. Escribo lo que se me canta. No me esfuerzo a escribir otra cosa, porque si lo hago seguro va a ser una porquería. He probado, no voy a mentir. Me he dicho yo tengo que pensar en un guión para la tele. Quise forzar la máquina y me salieron porquerías. No sé para los demás, pero si es una porquería para vos ya no sirve. Tengo que sentir que con cada cosa que escribo llego al límite, que estoy satisfecho con eso. No quiere decir que sea bueno o malo. Vas a funcionar como escritor cuando más honesto seas. Si tenés tus propias obsesiones, querelas. Porque si tenés suerte es lo que te va a dar de comer. Si vas a buscar las obsesiones de otro, cagaste.

-¿Las editoriales están pendientes del trabajo que se hace en los blogs?

-No lo sé. No he tenido ese tipo de devolución, de tipos que estén buscando en los blogs. No lo creo, aunque es lo que corresponde. Las editoriales tendrían que estar buscando valores nuevos. Si en algún momento buscaban descubrir cosas, ahora no. Las pequeñas por ahí sí, pero están ahogadas con el día a día económico. Muchas terminan publicando al que paga la edición. Con eso perdés calidad, línea editorial, pero cómo hacen si están viviendo una situación dramática. No es el momento ideal para andar buceando.

«Si en algún momento las editoriales buscaban descubrir cosas, ahora no. Las pequeñas por ahí sí, pero están ahogadas por el día a día económico»

-¿Y las obras para teatro?

-Ahí si hay algo que está buenísimo y son las bibliotecas teatrales digitales, que son gratuitas. Sirven mucho. A mí me han montado obras en el exterior, en España, México, gracias a las bibliotecas teatrales. Vos subís y buscan de ahí. Te piden los derechos. Eso hay que aprovecharlo. Tenés que cambiar la cabeza, porque está la posibilidad de que te afanen los textos. ¿Cuáles son las alternativas? Si tenés un texto que considerás una obra valiosísima, lo guardás y hasta que no se edite no se lo mostrás a nadie. ¿Preferís eso o arriesgarte, subirlo y que lo comparta el mundo? Si te lo afanó alguien y la obra que hicieron no trascendió, no te enterás. Si funcionó, te enterás porque te enterás de todo. Si fue ilegal, le mandás los perros, hablás en Argentores. Si le cambiaron el nombre y lo hicieron en Ucrania, paciencia. Por lo menos vieron algo en vos.

-¿Seguís cada una de tus obras que se interpretan en teatro?

-Yo entro en contacto con todos. A España me invitaron, una obra que ganó dos premios. Un par de veces a Montevideo y en el interior del país a muchos lugares. Depende la producción que se haga. Algunas son independientes, muy austeras y no les da. La información llega toda, porque te lo mandan. Generalmente las suben, para hacerse publicidad, y yo difundo.

«No soy un purista que dice a mí me hacés como yo quiero o nada. El teatro es un laburo cooperativo»

¿Y tenés tu favorito y la que quisieras que nunca te hubieran interpretado?

Me han gustado dos o tres cosas muy buenas. Lo que te pasa con el teatro, a diferencia de la narrativa, es que hay intermedios. Es el texto teatral, el director, el actor, el puestista, el vestuarista… Y después recién el público. La puesta que uno se hace en su cabeza cuando escribe, nunca va a coincidir. Entonces, cuando lo vas a ver, te sorprendés inevitablemente. Para bien y alucinás, o para mal y decís esto es una porquería. Es un fenómeno rarísimo. Por ahí ven cosas que vos no viste, es increíble. Lo que nunca voy a hacer es decir esto fue un desastre, dedicate a otra cosa. Lo último que quiero es herir al tipo, porque capaz mi obra fue parte de su proceso creativo. No soy un purista que dice a mí me hacés como yo quiero o nada. El texto es una parte. El teatro es un laburo cooperativo.

-Noté falta de gente joven en La Feria y estoy convencido que tus textos son para que los disfrute ese público. ¿Te frustra que no estén?

-A mí lo que me pasa es que no vivo acá hace 25 años. Vengo bastante, pero mi contacto con generaciones más jóvenes es lo teatral. Estoy muy en contacto con Javier Mattioli, que tiene DADA. En la parte narrativa, por ahí no tanto. Por ahí es un problema de desconocimiento, de difusión. Uno siempre está pensando de qué forma puede llegar a más gente. Más allá de lo que decía de la honestidad, uno aspira a ser leído por la mayor cantidad de gente posible.

-En relación a esa difusión, tanto el intendente como el director de cultura estuvieron ausentes. Llegaron para la presentación de Andahazi. ¿Es algo que te molesta o no te preocupa?

-Eso es una gran discusión, sobre lo local y lo foráneo. Hay que entender que una Feria, para que tenga cierto renombre, convoque a gente que abra, que cierre. Gente conocida. Yo eso lo entiendo. Después, el ambiente artístico en general es complicado. Son egos a flor de piel. Es muy difícil de manejar el propio ego del artista. En Junín lo que me pasa es que como no vivo acá, muchas cosas las veo desde afuera y con cierta filosofía. Si viene o no viene el intendente, no pasa nada.

«Si viene o no viene el intendente, no pasa nada. A mí no me cambia el sistema planetario»

-Estaban los que tenían que estar…

Mis amigos son los que estaban ahí adelante, que no tienen nada que ver con el ambiente. Son mi equipo de fútbol de veteranos. Uno se relaciona de otra forma, más relajada. No tengo muchos amigos del ambiente artístico. Como yo estoy medio de afuera y medio de adentro, con todas las administraciones de la ciudad he tenido buena relación. Quizás porque no me han perjudicado o beneficiado en nada muy extremo. Y yo me he servido de eso, porque son nuestros administradores temporarios. Son tipos que ahora están ahí y después te los encontrás en la cola del supermercado. Yo creo que es inteligente servirse de eso. Ir y decir quiero presentar este libro y que haya un lugar para mí. He tenido relaciones buenas con todos. Hubo administraciones en las que se le dio más bola a la cultura que en otras. No me parece inteligente entrar en conflicto, ofenderte.

-Ni dejar de participar…

-Y no, porque los auditorios son tuyos, la Feria del Libro es tuya. Las administraciones van y vienen. Por ahí digo esto y si estuviera acá, en el medio del berenjenal, terminó a las puteadas y cagándome a trompadas con uno. Pero la lejanía me da cierta mirada en perspectiva y ahí ves que somos todos animalitos de Dios, que hacemos lo que podemos. Algunos juegos de poder hasta te causan gracia. Yo intento salirme y ver ese tipo de cosas, que incluso me sirve para escribir. Loco, salí un poco de tu realidad y mirate para ver las cosas patéticas que hacés. Somos patéticos en muchas cosas.

«Existe esa grieta en la que unos son unos boludos y los otros unos genios. Pero cuando te corrés y mirás en perspectiva, son todos unos boludos»

-¿Es más difícil hacer humor ahora que todos se ofenden?

-Sí. Hay un extremismo en determinadas posturas políticas que ha hecho que se pierda la libertad de la mirada irónica, socarrona, humorística. Todo este tema de la división, de la grieta, donde unos son unos boludos y los otros unos genios. Pero cuando vos te corrés y mirás con perspectiva decís son todos unos boludos. También tenés la movida de género, que está muy buena. Que es una revolución y como tal entiendo que haya arrancado muy arriba. Está bueno que suceda, aunque haya exabruptos. Después, toda esta cuestión de hay que matar a todos los hombres y muerte al macho, la tenés que tomar en perspectiva, porque no es real. Lo que pasa en estos momentos de crispación general es que hay cosas de las que no podés hablar. Es complicado. Con ese criterio te vas recortando. Decís, si no puedo con esto, tampoco con esto otro, ni con aquello. Y entonces se acabó el humor.

-¿Y vos te revisás por esto o no te importa?

-Un par de veces me plantearon cosas. En una obra de teatro, «Lombrices», como insulto una vieja le dice a otra ¡¿pero usted es mogólica?! Un par de directores me dijeron que había que cambiarlo. Y yo les dije que si los incomodaba lo cambiaran. Pero yo estoy utilizando un insulto extremo que está en la sociedad, no lo inventé. Y como creador traduzco diálogos posibles para armar una situación dramática. No es que yo estoy discriminando. Yo estoy hablando de una realidad y me sirve dramáticamente más que diga mogólico y no pelotudo, porque es más hiriente. Si a los actores les incomoda y vos crees que a tu público lo va a ofender, cambialo.

«Como creador, traduzco diálogos posibles para armar una situación dramática»

-¿Pero te decepciona ese pedido? Porque en definitiva no están entendiendo ese momento, ese diálogo.

-Claro. No digo mogólico, pero digo sos un esquizofrénico o este inido de mierdaLo está diciendo el personaje, hermano. No lo estoy diciendo yo. Yo estoy exponiendo el grado de discriminador que tiene ese personaje. Entonces tienen que ser todos los personajes políticamente correctos. No te podés censurar en una puteada, porque terminás en algo edulcorado que va a ser un asco. Mi código es la provocación, el absurdo, ir a personajes extremos. Si a los personajes los hago hablar políticamente correcto, final. Se terminó.

-Si pudieras elegir vivir una situación determinada de alguno de tus textos, ¿cuál sería?

-Una que siempre me pareció graciosa es de «Estocolmo», una obra de teatro. Muy extrema, pero muy intensa. Dos amigos de la infancia que después de 25 años se reencuentran en una toma de rehenes en un banco. Uno es el jefe de la banda, están ejecutando rehenes, una cosa muy sangrienta. Y el otro es el que va a pagar la factura de gas vencida. Walter y Julito. Es como el encuentro de San Martín y Belgrano…

Y como somos todo menos spoilers, te vamos a dejar con las ganas de saber cuál de los dos personajes hubiese querido ser Pablo Albarello. Si te queda un rato para leer, fijate. Tratá de averigüarlo.

Por Juani Portiglia – @JIPortiglia

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