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Una para todas: a Lucía Inglese le tocó ponerse los guantes

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Segundo tiempo, partido caliente. Dos a dos. Un contragolpe encuentra mal parada a la defensa de Sarmiento y obliga a Loana Herrera a salir a cortar con sus manos afuera del área. El árbitro juzgó un discutible último recurso y le mostró la roja.

A Barbagelata le quedaba un cambio, por lo que era imposible no suponer que alguna se iba a tener que sacrificar para que ingresara la arquera suplente. Pero el buzo se lo puso Lucía Inglese, una pibita de 18 años que juega y venía jugando como marcadora central.

Estábamos desconcertados, hasta que una sonrisa cómplice desde el banco de suplentes nos hizo entender que el cuerpo técnico sabía lo que estaba haciendo. Y ella demostró que sí. Que a pesar de su corta edad le sobraba la personalidad y el coraje para hacerse cargo de la situación.

«En Torneos Bonaerenses jugué de arquera, pero en arco chico. No es lo mismo que acá. Al principio estaba un poco asustada, porque vi que ellas le querían pegar al arco de todos lados. Por suerte no sufrimos tanto y con una menos lo aguantamos para rescatar un punto», le contó Lucía Inglese a Junín 24 tras el partido que terminó igualado ante Estudiantes de Buenos Aires.

Tuvo un bautismo de fuego, con el tiro libre al borde del área que era la consecuencia de la jugada de la expulsión. Esa primera pelota, que se quedó en sus manos, fue clave para ganar confianza. «Fue un alivio, porque encima escuché todo. Gracias a mis compañeros y al cuerpo técnico, que siempre me banca. Yo estoy siempre a disposición de todos».

Lucía Inglese valoró la actitud que tuvo el equipo para reponerse de los dos errores que derivaron en los goles de Estudiantes y poder conseguir el empate que después supieron aguantar con una jugadora menos.

Como una de las pocas integrantes del plantel que había tenido ya la posibilidad de jugar un partido en el Eva Perón, en una final del torneo local sub-17; la defensora reconvertida en arquera valoró la importancia de haber repetido, ahora en un partido de Primera B.

«Al principio, en la entrada en calor, estábamos un poco nerviosas. Pero el aliento de la gente, de la familia, de los amigos, nos llevó a tener seguridad en la cancha. Este es nuestro hogar y se sintió muy lindo jugar acá», expresó.

Y agregó: «Vemos el torneo de Primera A, que hay mucha gente en los estadios. Vi el Boca River femenino y fue un montón. Sirve mucho para contagiar y para que el fútbol femenino crezca. Para nosotros fue una linda experiencia».

Por Juani Portiglia – @JIPortiglia

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