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La Antártida es el único lugar que sigue con clases

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Es la N° 38 de Tierra del Fuego Presidente Raúl Alfonsín, en la Base Esperanza. Tiene 14 alumnos y la enseñanza es plurigrado.

Víctor Navarro, su esposa Mariana y sus dos hijos viven en la Base Esperanza de la Antártida y asisten a la única escuela del país que, a pesar del coronavirus, continúa con sus clases normales.

Se trata de la escuela provincial número 38 de Tierra del Fuego Presidente Raúl Alfonsín que tiene 14 alumnos y que cuenta con la ayuda de 4 maestros, entre ellos Víctor y Mariana.

“Es una pena que los chicos no puedan continuar yendo a clases. Tengo entendido que lo hacen por clases online o envío de trabajos de los profes. Nosotros, al no tener el virus en la Antártida, continuamos con el ciclo lectivo. Esa es una de las cosas buenas que tenemos a pesar de la distancia», comentó Víctor.

De los 14 alumnos que asisten, 2 van al nivel inicial, 7 a la primaria y 5 a la secundaria. Todos trabajan en un mismo espacio y Víctor junto a Mariana, Natalia y Roxana se dividen las tareas.

Además de las clases diarias, Mariana se encarga de la parte administrativa de la escuela. Antes de llegar a la Antártida, tuvo que hacer un curso especial para aprender ciertas tareas.

Ella, por ejemplo, es la encargada de determinar cuándo se suspenden las clases que sólo sucede cuando hay vientos muy intensos.

«Mariana tiene la autoridad de suspenderlas cuando los vientos superan los 30 nudos. En el 2018, se registró el récord de ráfagas de vientos que llegaron a 348 km por hora. Lo que hacemos es suspender las clases, quedarnos en casa.

Pueden ser un día o seis días seguidos y vamos dando actividades por una plataforma digital que tenemos para que puedan continuar con las actividades.
La Antártida como destino

Los planes de Víctor y Mariana siempre estuvieron marcados por el objetivo de viajar a la Antártida. Ellos se conocieron en la universidad de Ushuaia y, aún sin ser pareja, se prometieron viajar a enseñar al continente blanco.

«Desde ahí nos fue picando el bichito de la Antártida. Antes de que fuéramos novios estábamos pensando en venir. Seguimos estudiando, nos pusimos de novios, nos casamos y tuvimos hijos. En 2017, ella tomó la posta y fue a pedir los requisitos para dar clases. En el 2018, vinimos por primera vez».

Sus hijos los acompañaron en ese momento y, hace unos meses, fueron los que les pidieron volver.

«Una vez que llegamos y conocieron el lugar, quedaron maravillados. La decisión de regresar tuvo que ver con ellos. Fue casi tomada por ellos y que nos arrastró a nosotros a volver presentarnos para repetir campaña».

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