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Natalia Direne, la virtud de hacer sencillo el juego más complejo

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Tan complejo es el juego del fútbol que existen muchos caminos para llegar al resultado esperado, que será siempre la victoria. Pero esos mismos caminos podrán, irremediablemente, conducir también a la derrota. De tan conmplejo que es el juego que deslumbra a millones con solo mirarlo, se torna sencillo. En definitiva, no existen fórmulas secretas.

Si se trata de seguir la paradoja, jugar al fútbol con sencillez, con la más productiva de las simplezas, es virtud de unos pocos y unas pocas futbolistas. Será por eso que en mi equipo quiero siempre a Natalia Direne, la número 10 de Rivadavia de Junín que a los 45 años sigue dando una lección tras otra cada vez que pisa una cancha en competiciones de la Liga Deportiva del Oeste. Y que si las contingencias lo permiten pronto lo hará también en una Copa Argentina, que se presenta como absoluta novedad para ella y sus compañeras.

«A la pelota juego desde siempre. Tengo tres hermanos varones y entre todos nos llevamos muy poquita edad. Entonces todos los juegos eran con ellos y la pelota. Cuando se armaban partidos con los amigos de mis hermanos, yo estaba siempre jugando. Era todas las tardes, los cuatro en la canchita. El más chico de todos es el más futbolero y con él nos hemos quedado jugando hasta la noche. Mi mamá nos tenía que llamar«, le contó a Junín24 Fútbol Femenino sobre sus inicios.

Y agregó: «En la adolescencia dejé de jugar. Un poco por vergüenza, porque veía que mis amigas o mis compañeras no lo hacían. Y además no conocía a nadie que jugara en ningún equipo, entonces se cortó ahí. Seguía pateando con mis hermanos, pero nada más».

«Había intentado con el básquet, con el vóley. Pero no me gustó. Yo quería patear una pelota»

El reencuentro con el fútbol llegaría de manera inesperada, cuando en la pileta de la DGI se armó un partido mixto, al que se prendieron tantas jugadoras, como ella, que terminaron armando un equipo femenino que salía a jugar contra otros, también de incipiente desarrollo. «Había intentado con el básquet, con el vóley. Pero no me gustó. Yo quería patear una pelota», remarcó Natalia Direne.

DGI

Jugando ahí, se enteró que en BAP se abría una escuela de fútbol femenino y quiso probar. Para ese entonces, ella ya pasaba los veinte años y las más grandes de sus nuevas compañeras no tenían más de catorce o quince. Asegura que no le importó, porque lo que quería era jugar. En El Ferroviario conoció a Melina Garialdi, otra de las grandes jugadoras que vistieron la camiseta de Las Celestinas y que hoy representa a Sarmiento en la Primera B de AFA. También con ella, y con otras de las que todavía son sus compañeras, formarían uno de los equipos más recordados de la ciudad.

«No me acuerdo si por falta de lugar o qué, en BAP nos avisan que no iba a seguir la escuela. Y ahí me surgió lo del equipo de Las Galácticas. Jugábamos de forma particular, no representábamos a ningún club. En Junín no había casi equipos. Nosotras íbamos a jugar afuera. Estuvimos muchos años, hasta que se desarmó. A Romi Alonso la conozco de ahí y el otro día nos acordábamos que hace como 18 años que jugamos juntas. También a Natalin, Poli, Vicky… Muchas de las chicas que estamos ahora en Rivadavia», remarcó.

Las Galácticas

Jugando una semifinal en la liga de Pergamino, Natalia Direne se rompió los ligamentos de la rodilla y tuvo que volver a parar. Fueron ocho meses de rehabilitación después de los cuales reconoció que le costó mucho volver a jugar. Para colmo, Las Galácticas se disolvían y algunas de sus compañeras se irían a jugar a Newbery.

RIVADAVIA Y NADA MÁS

«Había pasado un tiempo y me llama Romi (Alonso) que ya se había ido de Newbery para decirme que armaban equipo en Rivadavia y para invitarme a participar. Ahí arranqué otra vez», recordó sobre su llegada al club con el que terminaría identificándose tanto que ya nunca más tuvo ganas de cambiar de equipo.

«Ya no podría jugar en otro equipo en el que no conociera tanto a las jugadoras»

«Nunca tuve curiosidad o el deseo de ver qué podía pasar yéndome a jugar a otro equipo. No sé si por un tema de edad o de la confianza que tengo con las chicas. Pienso que por la edad que tengo, ya no podría jugar con otro equipo en el que no conociera tanto a las jugadoras», agregó.

Muchas jugadoras importantes, como Melina Garialdi, Luna Maimone, Romina Paye o Lourdes Castro ya no están. Sin embargo, y mucho ha tenido que ver en este punto el técnico Mariano Reynoso, Las Celestinas no han dejado de ganar. De todos modos, se hace difícil pensar que hoy por hoy haya otra jugadora capaz de reemplazar a Natalia Direne en su función, incluso cuando ella piense todo lo contrario.

«No creo que sea irremplazable. Siento que hay muchas jugadoras que pueden jugar en mi posición. El último torneo creo que jugué todos los partidos de titular. Hacía mucho que no me pasaba eso. Si bien venía jugando, no siempre con esta misma continuidad. Yo misma no me sentía tan bien como en este último torneo. Sentí un cambio muy importante a partir de que empezamos a entrenar, cuando Andrés empezó a trabajar con nosotras«, señaló.

Y agregó: «Incluso antes de arrancar le había dicho a Mariano que este torneo iba a ser el último, porque no me sentía como yo quería adentro de la cancha. El torneo que más me costó fue el anterior, que no entrenamos nunca. Ni una sola vez. Hacíamos algo de forma individual y me costó un montón. Cuando le dije a Mariano él me contó que ya tenía la idea de traer a Andrés. En el transcurso del Nocturno me sentí muy bien adentro de la cancha y como que me dieron ganas de seguir un poco más«.

«En el transcurso del Nocturno me sentí muy bien adentro de la cancha y me dieron ganas de seguir un poco más»

Para Juanfer, como la apodó su entrenador comparándola con el crack colombiano de River, la clave del éxito de Las Celestinas no pasa solo por un grupo de jugadoras de grandes capacidades técnicas individuales que se entienden a la perfección por el tiempo que llevan jugando juntas. También es fruto del trabajo de Mariano Reynoso, porque «si no hay cabeza que maneje el grupo, es imposible lograr tantos títulos».

Natalia Direne nunca fue llamada a integrar la Selección de Junín y aunque ella crea que esto fue producto de su edad, se hace difícil pensar en un equipo que no se potencie con el beneficio de gozar de todos los fundamentos que ella maneja adentro de una cancha. Su principal virtud es que a la pelota juega simple, algo que no siempre es fácil de detectar.

«Es verdad que a veces jugar de primera o a dos toques no llama tanto la atención. Yo lo traigo del reducido. Con el tiempo fui cambiando mucho mi manera de jugar. Cuando era más chica me gustaba gambetear. Después me fui dando cuenta que ya no podía, me tuve que ir adaptando. Además me costó la cancha grande. Toda la vida jugué reducido y empecé a jugar en cancha grande a los 40 años. Me costó un montón, todavía me cuesta. Todos me dicen que si jugás reducido en la cancha grande es más fácil. Pero a mí me costó», reconoció.

A la Liga Deportiva del Oeste, al fútbol argentino en general, le faltan jugadoras de su estilo y es importante que se empiece a apuntar a esas características en la formación. Al lado de una gambeteadora, de una goleadora, siempre será productivo juntar a la del pase preciso, a la que tiene la cancha en la cabeza, a la que pueda hacer el trabajo silencioso incluso a costas de que los aplausos se los lleve otra. Al fin y al cabo, el fútbol también se trata de compartir.

«No es fácil entenderlo. A mí me costó. Y ayudar a que otras jugadoras lo trabajen me encantaría. No me veo dirigiendo un equipo, aunque este año casi me anoto para hacer el curso de DT. Me gustaría ayudar, enseñar, pero no ser entrenadora. He estado en algunos entrenamientos de la Sub-17 a los que Marisa me invitó, pero no puedo comprometerme por el tema de los horarios. Me encantaría poder ayudar desde ahí», explicó.

SI HAY CUARENTENA, QUE NO SE NOTE

Si alguien hubiera avisado con tiempo como para prepararse para lo que vendría, quién no hubiera querido que la cuarentena lo encuentre donde la encontró a Natalia Direne. Para quien no pueda vivir sin una pelota en los pies, esa canchita privada es todo lo que está bien. Ese es su lugar en el mundo.

«Yo vivo acá desde que nací. Es un lugar espectacular. Mi mamá tiene una casa adelante y yo me la hice atrás de ella. Mis hermanos, uno a cada costado. Estamos todos juntos. Y la canchita en el medio», contó. Y agregó: «Acá la verdad que estoy en otro mundo. Veo otra gente que la está pasando mal. Yo no me puedo quejar, acá estoy re bien. Tengo los entrenamientos que nos mandó Andrés. Lo hago más allá de pensar cuándo vuelve el fútbol, porque a mí me gusta entrenar».

UN SUEÑO MÁS

A la salida de la cuarentena, cuando todo vuelva a la normalidad -o lo más parecido que se pueda a lo normal- Rivadavia de Junín tiene el histórico desafío de participar en la primera edición de la Copa Argentina de fútbol femenino. La noticia se les había comunicado justo antes de que disputaran la final del Nocturno, en la que se impusieron 2-1 a Rivadavia de Lincoln, aunque no volvieron a tener información desde que el coronavirus llegó a frenar todas las actividades deportivas en el país.

«Me encanta la idea. Ojalá podamos participar porque es algo nuevo, un desafío más. Mariano siempre nos dice que su sueño es que podamos romper las barreras, ir más allá. Se nos hace muy difícil por un tema de viajes, de costos. El presidente había puesto a disposición las instalaciones del club por si queríamos organizar algo para juntar plata. Ojalá se nos de. Sería una experiencia linda. Qué va a pasar, no tenemos idea», contó.

LA PALABRA DEL DT

Mariano Reynoso también quiere siempre a Natalia Direne en su equipo. Incluso se encargó de convencerla cuando ella misma había empezado a sentir las ganas de largar. Para él, su número diez es ejemplo a seguir para todas las generaciones que vienen atrás. Y qué mejor que ese ejemplo se pueda seguir dando desde adentro de una cancha.

«Nati es el vivo reflejo de lo que uno quiere para el fútbol femenino»

«Es un caso muy especial, de entre todas las chicas que me ha tocado dirigir. La bauticé Juanfer por Quintero. Ella se ríe porque es muy humilde. Es un ejemplo de jugadora, un espejo para las más jóvenes. Desde que la conozco, no le he visto jamás una mala cara, que es algo natural cuando a alguna no le toca jugar. Acepta cada decisión con un profesionalismo especial. Tiene un físico privilegiado, mucha experiencia. Dentro de todo trato de cuidarla, pero no le regalo nada. Cuando juega, es porque está para jugar, como en este último torneo que le tocó ser figura«, remarcó el DT.

«Cuando yo agarré Rivadavia le dije que volviera, que la quería tener en el equipo, porque no sé por qué razón había dejado de jugar. No me equivoqué. Nati es el vivo reflejo de lo que uno quiere ver en el fútbol femenino, en una Primera División. El partido en el que ella sale y entra Jose (Leonidas), nuestra peque, es todo un símbolo. Porque siempre hablo con las más chicas de lo importante que es que aprendan, que escuchen, que vean y copien esos ejemplos«, concluyó.

Por Juani Portiglia

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