Seguro que después de tantos meses encerrados había mucho para decir. Entonces, hablando de libertad y en honor al libertador José de San Martín, cada uno dijo lo que quiso al punto de que la marcha del 17A se convirtió en una especia de Twitter de carne y hueso, sin ningún tipo de filtro a la idiotez humana.
A las consignas más atendibles, como la necesidad de reactivar la economía, la oposición a la reforma judicial, el hartazgo por la inseguridad; se sumaron otras mucho más imprecisas como la «indignación con el kirchnerismo, la corrupción y la impunidad».
Hasta acá, pasando por alto los riesgos que supone la aglomeración de personas en tiempos de alza de contagios de Covid-19, todo más o menos dentro de lo normal. Pero lamentablemente el 17A dio lugar a mucho más que eso.
Precaución: la falta de sexo puede ser perjudicial para la salud mental pic.twitter.com/UPYBC3jd9r
— Angela Lerena 🏟 (@Angelalerena) August 17, 2020
De verdad que fue la marcha de las leyendas inexplicables, de la aparición de agrupaciones que ni sabíamos que existían y que ahí estaban, como los que se hacen llamar Patriarcado Unido Argentino y llevaron una bandera en la que una especie de Darth Vader nazi y zoombie se muestra protegiendo a una mujer, así como dejándole claro que la va a cagar a palos si no se deja cuidar.
También apareció un viejito convencido de que el matrimonio homosexual es el culpable de todos los males de la humanidad, incluido el coronavirus. Y la señora que pegó en el vidrio de su auto que «aguante Google», la empresa multimillonaria que hace lo que quiere con los datos de los usuarios, que decide qué se lee y qué no en base a algoritmos y que se cree estuvo involucrada en algún que otro fraude electoral alrededor del globo.
Pero todavía había más y un arlequín que se había quedado con bronca por el Mundial asqueroso que hizo argentina en Rusia agarró y dijo que «el coronavirus es el marxismo». Al igual que el club de fans de Viviana Canosa llegó para aclarar que todos ellos tomaban dióxido de cloro y estaban sanos, así que algo habrán hecho mal los que murieron. Un poroto la leyenda de la Torre de Babel.
