Nota de Opinión: Los devaluadores y el coro

Virales

Por José Luis Bruzzone, Concejal del Frente de Todos

La decisión política del presidente Alberto Fernández y la gestión estratégica del Ministro Martín Guzmán lograron hace unos días un acuerdo con los acreedores privados de la deuda soberana. El ahogo por el inminente default heredado de la gestión macrista recibe así un alivio muy importante que fue saludado por casi toda la Nación Argentina. «Casi».

Las perspectivas para el flamante gobierno de poder cumplir con sus promesas mejoraron sutancialmente con este nuevo escenario. Es de esperar que el respaldo que hoy cosecha como conductor en la lucha contra la pandemia se vea fortalecido cuando por fin pueda empezar a implementar sus programas de recuperación económica y desarrollo nacional sostenible. Los argentinos saben valorar a los gobiernos que reconstruyen lo que otros han destruido.Tal vez por eso, en el mismo momento en que casi todos empezamos a pensar la salida de la crisis, los «casi» pusieron en juego todo su poder de fuego para dinamitar cualquier salida.

Así, sin reparar en daño colateral alguno, el irresponsable discurso anti cuarentena cobró una virulencia suicida apostando a que el desborde del sistema sanitario sea asumido por el Pueblo como el primer gran fracaso del gobierno. Y aunque en deteriorar los indicadores de salud han tenido cierto éxito, la firmeza de las autoridades en el cuidado de la salud sigue siendo valorado por la población que aísla cada vez más a esos grupos multi consignas que coquetean con la muerte.

Entonces, viendo que no es por ahí, ahora la artillería se vuelve contra el proyecto de reforma judicial que muy muy pocos conocen y que muchos más se encargan de tergiversar. Sin avergonzarse por las constantes contradicciones en las que caen, no dudan en acusar a Alberto Fernández de traicionar a sus votantes por sostener, justamente, la necesidad de reformar el poder judicial tal y cómo lo propuso en su campaña. Acusan de dictatorial a un gobierno que remite al congreso esa iniciativa mientras desiste de impedir cualquier manifestación en contra, tolerando hasta el insulto patán de los que marchan «por las instituciones».

Azuzando un odio pacientemente inoculado, logran que sus seguidores olviden que cada vez que buscaron «lo que se robó» la ex Presidenta Cristina, se encontraron con lo que fugó ilegalmente el ex Presidente Macri. Que cada cosa de la que la acusaron, tuviera en realidad como protagonista a su propio líder debe desestructurar profundamente a tantos que gritan sin escuchar. Tarea para el diván.

Pero si todos estos argumentos pueden ser señalados como presunciones prejuiciosas de quien aquí escribe, hoy tenemos algunas pruebas todavía más contundentes de las maniobras que el verdadero dueño del poder en Argentina despliega para pudrir este brote económico cuando recién despierta.

Hoy nos enteramos que Telecom estuvo detrás de más del 48% de las operaciones vinculadas a la suba del dólar Contado con Liqui (CCL) y dólar bolsa de esta semana. Esa opereta que empujó el dólar bolsa un 4% y lo llevaron a un nuevo récord que presiona por la devaluación, la comandó Telecom.

Telecom, del Grupo Clarín, del CEO Magnetto, del Canal 13 y TN, de Dujovne el opinólogo que fracasó como ministro, de Radio Mitre y un sin fin de medios controlados que empujaron a la gente a la calle contra un gobierno que ellos mismos intentan desestabilizar desde lo financiero. Ari Lijalad desarrolla con todos los detalles esta operatoria en El destape, remito ahí a los más exigentes. Aquí me basta el resumen que pone el tema en perspectiva.

Las presiones para que Argentina devalúe tiene como beneficiarios a muy pocos actores. Pocos, pero empoderados por unos miles que hacen el coro que recogerán sus propios medios para instalar que «el pueblo no aguanta más». Un perro que se muerde la cola, un sistema que se retroalimenta haciéndose el sorprendido por el cumplimiento de profecías que él mismo ha echado a rodar. Un brujo que desata tormentas que no controlará pero de las que estará a salvo, a diferencia de la mayoría de los que marchan. Es muy difícil que lo logren, pero si lo hacen, el triunfo de esos «casi» es la ruina de las grandes mayorías, incluídos los que repiten sus consignas.

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