Opinión: Como vos, como yo

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Por Javier Mattioli

¿A que en enero de este año si ocurrió algo que no pudiste imaginar fue el ser parte de una pandemia a nivel mundial? Mientras estabas en la pileta, mateando en familia o rumbo a la laguna, descansando luego de un día extenso de trabajo no hubieras apostado dos pesos a que si te decían ¡se viene un virus mortal! podrías darlo por hecho, por el contrario, solo hubieras dicho “Eso es solo una película de zombis” o “Estas re loco”.

Pero no, hoy estamos en medio de una situación nunca antes transitada que llegó y colapsó la rutina de cada uno de nosotros a nivel mundial. Costumbres básicas como el despertarte, preparar el desayuno y llevar a cada uno de los integrantes de tu familia al colegio o a sus trabajos. Un acto tan simple como ese, se extraña y anhela como un recuerdo de antaño. Aun así, como ciudadanos acostumbrados ya a vivir en el colapso hemos sabido adaptarnos y nos pusimos al hombro una batalla más buscando salir triunfantes.

Como docente, jamás imagine que nuestras casas se convertirían en aulas virtuales, que mi hija de solo 6 años transitaría su primer grado alejada de sus compañeros, del cálido abrazo de bienvenida de su seño, que no podría compartir risas de recreos, raspones de corridas o gritos desenfrenados de juegos escolares. Y no puedo dejar de pensar en vos, que como yo de buenas a primeras te calzaste la camiseta de profesor o señorita y te viste atravesada por una situación impensada, entrando a un tal “zoom”, pidiendo clave, preguntando si “te escuchan”, comprendiendo un mundo que hasta no hace más de unos días ni siquiera sabíamos que existía. Aprendiste de la continuidad pedagógica, compartiste con tus hijos horas y horas de tareas, diste matemáticas, recordaste temas de sociales, en mi caso pudimos apreciar el inicio de su lectura, que ya hace de manera fluida y devora cuanto libro o escrito encuentra. Y me pregunto, ¿Podemos acaso ser conscientes del valor de estos pequeños actos? Quien no ha incursionado en ejercicios aeróbicos en casa, en probar una vez más con la huerta, en cocinar recetas inéditas, en leer ese libro que tenías pendiente, en darte un tiempo para estar triste, para llorar ¿porque no?, o que un día de semana, no importa cual, fueras a quedarte hasta largas horas de la madrugada mirando una serie filmada en un país remoto tomando un mate o un fernet sin culpa ni apuro. A ese punto hoy estamos siendo interpelados. Desordenados, en pijama y pantuflas, con la misma remera durante días.

Nos acostumbramos a los barbijos, aunque al inicio seguro te has colgado mientras esperabas en la cola de algún comercio viendo como la gente los usaba en esas calles tantas veces transitadas con absoluta normalidad. Y pensaste en tu familia, en poder viajar, en el deseo de querer festejar tu cumpleaños con todos aquellos que siempre estuvieron y que en esta ocasión solo te han podido saludar con mucha suerte por una video llamada. Te desvelaste, comiste de más, saliste con miedo, creíste que no podías más.

Desde hace tiempo milito y trabajo para lograr mejoras en la ciudad que elegí para vivir, y me he cansado de escuchar en boca de muchos que todos los políticos somos iguales, que solo nos interesa el bienestar personal, que estamos alejados de la realidad y justamente ese fue el puntapié que me llevó a decidir iniciarme en esto que tanto me gusta para poder concebir y construir porque desde el “hacer” justamente se marca la diferencia. Y ante este contexto que te relato, encuentro que dentro del equipo que formo parte la mayoría somos como vos, con los mismos problemas, las mismas rutinas, compartimos pasiones, clubes, espacios y descubro que todo esto me ha demostrado que es una excelente oportunidad para acercarnos, para saber uno del otro, porque la pandemia nos hizo frenar de golpe y cuestionarnos en que andábamos, ¿Cómo nos proyectamos a futuro? Pero cuando esa proyección es incierta y nos saca del estado de confort donde estábamos adormecidos es realmente allí cuando afloran las ideas más claramente y aquí no podemos desperdiciar el tiempo recuperado echando culpas, descargando la ira o la impotencia porque eso no nos solucionará nada, por el contrario aquí debemos superar cualquier tipo de adversidad, juntos codo a codo.

Decidí comenzar con estas narraciones como excusa al encuentro, dándote mi mail (javiermattioli@gmail.com) o la posibilidad de que me escribas por mis redes Facebook o Instagram (Javier Mattioli) y se inicie así un espacio de diálogo, mano a mano, compartiendo problemáticas, posibles soluciones, de manera respetuosa y empática, construyendo lasos que nos permitas mejorar y no sentirnos tan aislados, poder saber de vos. Creo en la política porque mediante ella se logran acuerdos, se abren caminos y si por sobre todas las cosas uno tiene una meca firme, ¿Qué mejor que llegar a ella acompañado de buena gente? Te invito así a sumarte, a valorar todo lo que venís haciendo, te ofrezco una escucha sana alejada de todo tipo de campaña, donde el interés sea real donde el vínculo se construya de igual a igual, como vos, como yo.

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