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¡Felices Fiestas, Maestras!

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Habrá una leyenda para contarle a hijos y nietas, nietos e hijas. Hubo un año, marcado a fuego por una pandemia mundial que cambió usos y costumbres, en que un grupo de jugadoras locas de la cabeza, con base en Junín pero con representantes de toda la región, decidió correr un día la Navidad.

Ni siquiera necesitaron de un Papá Noel que de ninguna manera hubiera soportado los 35 grados a la sombra, porque sabían que ellas mismas eran las dueñas de la magia. Ellas mismas se hicieron el regalo y lo compartieron, felices, con todxs los que llegaron a acompañarlas.

Hoy Sarmiento le ganó 3-0 a Estudiantes de Buenos Aires, con goles de Melina Garialdi, Sofía D’Ambrosio y Marianela Costa; pero también tuvo su paquetito en el arbolito de Agronomía, donde Comunicaciones derrotó por la misma diferencia a Ferro y le colgó el cartelito de Game Over. Hoy Sarmiento recuperó la tranquilidad de depender de sí mismo, porque sabe que incluso si Las Carteras ganan en la última fecha tendrán que definir el ascenso en cancha, en una final y en estadio neutral.

Felices fiestas porque no hay mejor manera de demostrar fortaleza anímica después de un tropezón que con un gol en el arranque del partido. Más felices si ese gol es producto del talento de La Diez, Meli Garialdi, que gambeteó y definió cruzado, cayéndose, para ver desde el piso el final del cuadro que pintó de cara a su gente. Felices por el sonido de las trompetas y los tambores, por el aplauso generoso, por la familia que acompaña y por el extraño que se contagia. Felices porque otra vez Sofía D’Ambrosio le declaró su amor al gol, después de gambetear a la arquera y acariciar a la red.

Felices fiestas porque por mucho que extrañe Veinticinco cuando Lourdes Castro entra a la cancha enciende la perilla del Modo Demonio y se vuelve incontrolable para cualquier rival. Por su misma picardía que provocó el penal definitorio. Más felices porque lo pateó la capitana Mari Costa para gritarle feliz estreno a los botines nuevos y para dibujarle un corazón a la familia que llegó por sorpresa. Felices porque el arco de Lolo otra vez quedó más prohibido que los boliches el 24 y porque ninguna fiesta clandestina se va a comparar con el vestuario ganador.

Habrá una leyenda que contar, pero todavía falta escribir un capítulo más. «Yo sabía que no era el final», dijo Mari Costa recordando la derrota en Pontevedra. Es que no existe final para las que no tienen techo. Felicidades, Maestras. Brindamos por ustedes.

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