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La Chabona: «Me prostituí, me drogaba todo el día y mi primer hijo murió tras un accidente»

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Se llama María Palacios, tiene 29 años, pero todos la conocen como «La Chabona». Una influencer que acumula miles de seguidores en Instagram y TikTok. «Me siguen por mi mambo, por mi locura, por mi estilo propio, soy liberal», dijo. Aunque se considera una «piba activa, pum para arriba», detrás de su personalidad avasallante y empoderada se esconde una dura historia de adicción, prostitución y la pérdida de un hijo que casi la lleva al suicidio. Sin embargo, confía que «las cosas pasan por algo».

En diálogo con Crónica web, asegura: «Mi sueño es triunfar, ser alguien, lo que pinte». De chica se crió en un «pueblo»: Río Tala, en la provincia de Buenos Aires. Es la única mujer de cuatro hermanos. «Yo era un machito más, jugaba a la pelota con los pibes», contó a este medio.

«Me prostuía para llevar plata a mi casa, cuando vivía en mi mambo. Para que no falte nada, porque me gusta tener mis cosas».

También recordó que su sueño era ser bailarina de «Pasión de Sábado». A los cuatro años, cuando «sus viejos se pelearon y como no tenía donde estar», entró a un colegio religioso de monjas -institución que solo albergaba mujeres- en la ciudad de San Pedro, del que se escapó «tirándose de un techo», en un hecho que casi le cuesta la vida.

«Ahí me conocieron como La Chabona, me paraba de manos», dice. Con la excusa de visitar a su familia, se escapaba de la institución y se iba a la calle donde confiesa que «aprendió una banda de cosas». «Era la única mina con todos los vagos, sos peor que un macho, me decían, por eso me apodaron ´La Chabona´», cuenta.

A los 20 años tuvo un accidente en el que perdió a su primer hijo Mario Junior Arcángel, que solo alcanzó a vivir 21 días «Es lo peor que te puede pasar», advirtió. Era el año 2013, estaba embarazada de seis meses, «y estaba muy contenta porque iba a ser madre», contó y aseguró: «Me ganó el antojo, estabamos yendo a buscar una torta a la casa de mi ex suegra, y me chocó un auto de atrás».

Cuando fue embestida por el auto, ella estaba en la moto junto a el «wacho» de 17 años , su pareja de ese momento y padre de su hijo, con el que iban de San Pedro a Río Tala. «Lo último que sentí fue el impacto que me hizo volar», dijo. Todo el tiempo estuvo consciente. De repente estaba tirada en el medio de la ruta. «Tenía los huesos afuera y había una banda de sangre por todos lados. Me importaba más la vida de mi hijo que la mía, y no lo sentía a mi wachin».

De San Pedro fue trasladada al Hospital San Felipé, en San José de Pergamino, donde «me salvaron la vida», remarcó. Le costó 13 operaciones y tres meses de internación. Ahí parió a Mario Junior Arcángel, que nació sietemesino, pesando 900 gramos. «Fue un milagro, él solito venía naciendo». Estuvo en «neo» internado. «Mi wachin se aguantó tres paros cardíacos. Re luchador como yo». Sin embargo un derrame en la cabeza hizo que su cuerpo no aguante más que 21 días. «Estaba internada cuando me lo llevaron sin vida. Lo conocí muerto a mi wachin», recordó. También recuerda que ninguna de las dos enfermeras le quería dar la noticia, y cuando se lo contaron se negaba a creer que fuera realidad. «Bardee a todos», dice. «Mi hijo está vivo, no está muerto, decía». Hoy lo lleva tatuado en la piel, con el dibujo de unas «lagrimitas» que significan «la tristeza por mi wachin».

Después de la pérdida de su «wachin», cuenta que se aferró a la droga. «Cocaína, porro, me empastillaba, hasta nafta jalaba, imagínate, estaba todo el día re mambeada», dice. «Me encerraba en la pieza, me cortaba, me lastimaba yo misma, me quería matar, no me importaba nada en la vida. Hasta me gatillé con un fierro. Me quería ir con él (el bebé que perdió).Estaba re pirada, vivía re drogada me aferré a eso», agrega.

El dolor y la necesidad la arrastraron a la prostitución. «Me prostituía para llevar plata a mi casa, cuando vivía en mi mambo. Para que no falte nada, porque me gusta tener mis cosas», relata. Asume que le «costó mucho salir de la adicción». Estuvo en rehabilitación, donde «vivía dopada». «Me escapaba quería ver a mi vieja y a mis hermanos», dice.

En esa etapa conoció a Cristián Díaz, el papá de su segundo hijo, Cristián Junior Tahiel, de siete meses, y con quien estuvo en pareja por siete años. Aunque lo considera «el amor de su vida», actualmente están separados porque el está preso por robo en la ciudad bonaerense de San Nicolás. «Está todo piola porque es el papá de mi hijo», dice.

«Al chabón lo conocí en la calle, me conoció loca, cuando andaba prostituyéndome. Cuando quedé embarazada, no quería saber nada de tener otro (hijo), después de lo que pasó con el primero», dice. Sin embargo, destaca que Junior «le cambió la vida por completo». «Mi wachin es mi hermoso, es la luz de mis ojos», dice. Recuerda que nació por césarea, mientras la música sonaba «al palo». «Fue re lindo. Me re emocioné, escuché el llanto y dije demen a mi bebé, y lo agarré y lo besé», cuenta. Pese a que «he salido con re fisura», puntualiza que nunca sufrió violencia de género.

«Ningún chabón me levantó la mano. Yo soy una piba que no me gusta que me la vuelen», dice. Al ser consultada por su estado sentimental actual dice: «Ahora estoy sola gateo, vacileo, ni el coronavirus me para a mí para hacer el amor».

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