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En Junín murió Jovina Luna, una reconocida luchadora de justicia por el asesinato de Montoneros a su hermano en 1975

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Era paciente positiva de COVID 19. Estaba radicada en la localidad de Mechita, partido de Bragado desde donde había sido trasladada a un centro asistencial juninense. El asesinato de su hermano sucedió el 5 de octubre de 1975. Era la Operación Primicia, el bautismo de fuego del Ejército Montonero en pleno gobierno democrático de Isabel Perón. Luna se puso en alerta y lanzó la famosa frase “¡acá no se rinde nadie, mierdas!”, a lo que siguió una ráfaga de tiros que lo mató al instante. 


En un centro asistencial de nuestra ciudad, falleció este viernes Jovina Luna, quien estaba radicada en la localidad de Mechita, partido de Bragado desde donde había sido trasladada a Junín.

Jovina se había hecho conocida por su larga lucha para conseguir justicia por la muerte de su hermano Hermindo Luna, asesinado en 1975 por Montoneros durante el intento de copamiento del Regimiento de Infantería de Monte 29, en la provincia de Formosa. Su última aparición pública había ocurrido en Mechita el pasado 24 de marzo, cuando participó en el acto del Partido Fe por la “memoria completa”.

Jovina -informó el portal de noticias bragadense Bragado TV.com- estaba internada en un centro de salud de Junín, donde permanecía en observación por su diagnóstico de COVID-19. Su fallecimiento ha causado gran pesar en el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), el cual agradeció las oraciones en su nombre y transmitió su apoyo “a su esposo e hijos y a sus hermanos, en el dolor de esta pérdida irreparable”. También hubo un mensaje alusivo por parte del diputado formoseño Mario Arce: “Lamento informar el fallecimiento de Jovina, hermana del soldado Hermindo Luna. Junto a ella y los protagonistas luchamos para que se concrete el reconocimiento a nuestros héroes y familiares del 05/10/1975. Su legado es enorme. No bajaremos los brazos. QEPD”, escribió en su cuenta de Twitter.

La mechitense consideraba que existe una “falsa memoria”, por lo cual reclamaba la necesidad de “recuperar la memoria del pueblo para que no siga traspasando las generaciones, -y de- trabajar por un país reconciliado con su pasado sin que eso signifique olvidar lo que pasó”. “Mi hermano fue partido por la mitad, lo mataron en el momento en el que gritó fuerte ‘acá no se rinde nadie’”, sostuvo.

El asesinato de su hermano sucedió el 5 de octubre de 1975. Era la Operación Primicia, el bautismo de fuego del Ejército Montonero en pleno gobierno democrático de Isabel Perón. Hubo un intenso combate de 30 minutos que dejó un saldo de 24 muertos (12 montoneros y 12 defensores del cuartel, de los cuales 10 eran conscriptos, como el caso de Hermindo).

El joven conscripto los había visto armados con sus FAL. Le gritaron con furia: “Rendite, dame el arma, que la cosa no es con vos”, pero Luna se puso en alerta y lanzó la famosa frase “¡acá no se rinde nadie, mierdas!”, a lo que siguió una ráfaga de tiros que lo mató al instante. Los disparos alertaron a sus compañeros, que hasta ese momento dormían una plácida siesta, quienes se levantaron y rápidamente lograron repeler el ataque.

Jovina luchó por años para obtener el reconocimiento al heroísmo de los soldados de Formosa. En ese marco, logró que Mauricio Macri firmara un decreto reconociendo el derecho de los familiares de estas víctimas a cobrar una indemnización, aunque el Ministerio de Defensa todavía no lo ha instrumentado. También se construyó un monolito en la plazoleta de Mechita.

“ACA NO SE RINDE NADIE”

Los Luna eran una familia humilde. En un principio vivían en el Paraje Lamadrid, del departamento Patiño, a 30 kilómetros de Las Lomitas, muy cerca de la frontera con Paraguay.

Era un punto perdido en el mapa de dos o tres casas precarias donde ni había luz. El padre albañil se las arreglaba con changas, mientras que la madre, Secundina Vázquez, era ama un casa que amasaba panes para vender por la zona. Así criaron a 13 hijos -10 varones y 3 mujeres- que a medida que crecían ayudaban en la economía familiar.

Hermindo había nacido el 26 de junio de 1954 y creció sintiendo amor por el campo: lo que más le gustaba era trabajar con los animales. Aprendió a ser hábil para manejarse en el monte y, ya en su infancia, forjó una fortaleza que sorprendía.

Con el tiempo, los Luna se mudaron a Las Lomitas, donde también colaboraba en sembrar para el sustento familiar. Cuando creció, con dos de sus hermanos mayores, Nicasio y Mario, construyeron un horno de ladrillos. En uno de los momentos de descanso, se dieron el gusto y se tomaron una foto. Se lo ve a Hermindo, sonriente, el primero desde la izquierda, con pantalones claros. Es una de las pocas fotos que guarda su familia.

Cuando llegó el día del sorteo del servicio militar, el joven tenía la ansiedad a flor de piel. Toda la familia rodeó la radio. Por el número que salió, supo que le correspondía Ejército. Estaba nervioso de que lo destinaran a otra provincia como le había ocurrido a uno de sus hermanos, que debió hacer la colimba en la Marina, en la lejanísima ciudad de Buenos Aires.

Cuando le avisaron que su destino sería el Regimiento 29 de Formosa, se alegró. Se quedaría en sus pagos.

El joven fue asesinado a sangre fría

EL ATAQUE

Ese domingo 5 de octubre de 1975, después de almorzar, los conscriptos habían jugado un partido de fútbol y se encaminaban a las duchas.

Entre ellos estaba Marcelino Torales, albañil, un chico humilde y peronista que soñaba con ser cantante como Sandro. Pero también, entre ellos, había un traidor: Luis Mayol, un santafecino que estudiaba Derecho y que era un militante montonero. Fue el que le abriría el portón de entrada a 5 camionetas con una treintena de montoneros que llegaban dispuestos, a sangre y fuego, a tomar el Regimiento.

Era la Operación Primicia, el bautismo de fuego del Ejército Montonero en pleno gobierno democrático de Isabel Perón.

Los montoneros también asesinaron a Edmundo Sosa, un joven que había cedido su franco a otro soldado porque su compañero necesitaba viajar a Clorinda para ganarse unos pesos acarreando bolsas de harina. El destino lo convirtió en una víctima del horror.

Los terroristas abatieron al sargento Víctor Zanabria que intentaba operar la radio para dar la alerta. Otro grupo asesinó a sangre fría a cinco conscriptos que dormían.

Cuando se dirigieron a otra de las cuadras donde descansaban soldados, se toparon con Hermindo Luna, que a sus 21 años hizo frente a cinco montoneros.

El joven conscripto los ve armados con sus FAL. Le gritan con furia: “Rendite, dame el arma, que la cosa no es con vos”. Luna se pone en alerta y lanza la frase en la que deja grabada todo su valor y amor por la Patria: “¡Acá no se rinde nadie, mierdas!” Afirmación de coraje e insulto a los atacantes en una sola frase que pasó a la historia.

Una ráfaga de ametralladora lo partió en dos. Cayó muerto sin soltar su fusil.

Sin embargo, su muerte no fue en vano: los disparos alertaron a sus compañeros, que hasta ese momento dormían una plácida siesta, quienes se levantaron y rápidamente lograron repeler el ataque. Los montoneros escaparon en un Boing 737 que estaba en el Regimiento, sufrieron varias bajas y solamente pudieron hacerse del avión, de 18 FAL y de un FAP.

Su hermana Jovina Luna ha luchado por años para obtener el reconocimiento al heroísmo de los soldados de Formosa. Logró que, como presidente, Mauricio Macri firmara un decreto reconociendo el derecho de los familiares de estas víctimas a cobrar una indemnización. Pero el Ministerio de Defensa todavía no lo ha instrumentado. Entretanto, los asesinos de Hermindo y sus camaradas siguen siendo honrados como víctimas en el Museo de la Memoria.

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