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Cintia Rinque: «Hoy siento que mi lugar está en BAP»

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La carrera de Cintia Rinque empezó en el punto al que muchas otras futbolistas desearían llegar, porque con nada más que 12 años se integró a Independiente de Avellaneda. Pero se frenó de manera abrupta cuando se mudó junto a su familia a Junín, donde no encontró equipo y se mantuvo haciendo atletismo hasta los 18. Con el tiempo empezó a saber de torneos que se organizaban en los barrios y volvió a vincularse para después, ya con la Liga local en desarrollo, defender las camisetas de Rivadavia de Junín, Independiente, Rivadavia de Lincoln y Newbery.

Son años de fútbol, infinidad de canchas recorridas. Fueron alegrías y algunas decepciones con las que carga todavía en la mochila. Y entonces se presentó a las puertas de BAP siguiendo la intuición que había tenido hace tiempo, sin terminar de animarse. Con tres jornadas disputadas del Apertura 2021 de Primera División, ya tomó la manija de la mitad de cancha junto a Ludmila Reynoso, marcó dos goles que incluso pueden sonar a rareza y disfruta con Las Ferroviarias de una actualidad inmejorable, que las tiene líderes de la Zona A, con puntaje perfecto y sin haber recibido goles en contra. Son años de fútbol hasta que un año siente haber encontrado su lugar.

Están dulces…

-¡Mamá, cómo venimos! La verdad que antes de empezar sabíamos que nos tocaban equipos duros, pero venimos bien. Estamos entrenando todos los días. En mi forma de verlo, me gusta mucho que nos hayan tocado equipos fuertes, porque nosotras también estamos en ese nivel a pesar que hace nada más que dos años que se formó el equipo de BAP. Es como cuando se formó de nuevo la Primera de Rivadavia de Lincoln, con muchas chicas de Sub-17, que por ahí no nos daban como candidatas y llegamos a la final con Rivadavia de Junín. Lamentablemente Ludmila (Reynoso) me hizo echar y bueno… Jaja.

-¿Te lo recuerda ahora que son compañeras?

-Lo recordamos, sí. Con Ludmila teníamos un trato especial. A veces bien y a veces mal. Cuando jugaba en contra mío siempre era una cosa que se ponía picante. El otro día estábamos en el entrenamiento y le digo, ¿te acordás cuando me hiciste echar? Y me dice si me pegaste un codazo, hija de puta. Le decía a las chicas, me parece que me aflojó el diente. Se mataba de risa. Pero es un partido que recuerdo mucho, porque estaba con muchas nenas de Sub-17 y salir campeonas hubiese sido una gran alegría para ellas. Pero bueno, son cosas que pasan en los partidos.

Volvamos a lo dulce porque no solo BAP, sino vos en lo personal con la nueva faceta goleadora…

-¡Ay, Dios! Terrible. A mí el gol es algo que me da lo mismo. Yo trato de estar con el equipo, de estar bien. Si llegan los goles, llegan. Si lo mete una de mis compañeras, más que contenta. Somos un equipo. El de Sarmiento se dio que la pelota vino justo a mi cabeza y la pude meter. Contra UNNOBA también, porque le hacen el penal a Ludmila y queda lesionada. Lo iba a patear Belén (González) y ella me dijo que lo pateara yo. Te digo la verdad, nunca en mi vida me gustó patear penales. Primero le dije que no quería, pero ya después me lo pidieron otras de las chicas y dije ya está, que sea lo que Dios quiera. Por suerte fue gol y fue la alegría del equipo también, por poder seguir invictas y habiendo ganado todos los partidos. Estoy más que contenta con el equipo y el plantel que tenemos. De afuera se veía otra cosa. Cuando estás adentro se ve diferente y pienso quedarme ahí. No moverme más.

-Decís que de afuera se veía diferente. ¿No crees que a ellas les pasó lo mismo con vos?

-Sí, yo creo que sí. Cuando yo decidí ya no estar en Rivadavia de Lincoln por temas de tiempo y de trabajo, porque para mí fue un orgullo haber estado en ese club que es como una familia, ya tenía en la cabeza irme a BAP y sentí que me iban a rechazar. No por cómo soy yo o por cómo me veían, sino por cómo hablaba la gente de mí o por cómo era adentro de la cancha. Después decidí ir a Newbery, pero yo al DT le aclaré que ya estaba decidida a jugar en BAP una vez que terminara el Nocturno.

-¿Por qué estabas tan mentalizada en jugar en BAP incluso cuando estabas llegando a otro equipo? ¿Qué veías en el club?

-Veía gente humilde, pero a la vez pensaba qué me van a decir si llego para jugar ahí. Yo pensaba en BAP como veo a Rivadavia de Lincoln, como una familia. Después de ganarle a Sarmiento tuvimos una cena y se me hizo un nudo en la garganta. Me hicieron hablar y me sentí como me había sentido en Lincoln. Pensaba qué digo. Más allá que a un par ya conocía, como Belén con la que he jugado en todos lados, a muchas otras casi que no las conocía más que de haber jugado en contra. Y a la vez pensaba algo me trajo a este club. Ya no quería hablar más porque se me caían las lágrimas. A mí me dolió mucho haber dejado Rivadavia de Lincoln, incluso Darío (Eletto) me ha llamado para que vuelva, pero hoy siento que mi lugar está en BAP. Para mí lo más lindo que hay es disfrutar de jugar a la pelota, poder hacer nuevas amistades.

-Ya que salió esta comparación con Rivadavia de Lincoln, me da la sensación que en BAP sos todavía más determinante en el juego del equipo.

-Sí, lo siento así. Yo noto en cada partido que las chicas se sienten seguras conmigo. Yo trato de hacer lo mejor para poder darles esa seguridad de que voy a responderles. Más allá de la edad que tengo, voy a tratar siempre de hacer lo mejor para lograr lo que ellas quieren y lo que quieren todos en el club. No lo quiero cantar ahora… Jaja.

-Con tantos años de fútbol y tantas canchas recorridas, ¿sentís que de todos modos este es uno de tus mejores momentos?

-Yo empecé a jugar a los 12 años en Independiente de Avellaneda. Mi mamá me llevaba tres veces por semana. Jugaba con chicas de 20 años. Me estaban por fichar, pero tuvimos, para mi la suerte, que venirnos a Junín. Cuando llegamos no había fútbol femenino. Me metí a hacer atletismo, de los 13 años a los 18. Después empecé a jugar con La Turca Bellome, que hacía campeonatos de barrio. Ahí empezó a surgir el fútbol femenino y Melina Garialdi me llevó a Rivadavia de Junín. Estuve cinco o seis años. Después me fui a Independiente, Rivadavia de Lincoln, Newbery. En la zona me han llamado de todos lados para jugar. Pero con la edad que tengo me siento más orgullosa ahora que antes. Me parece que con 39 años estoy en un nivel en el que no tengo nada que envidiarle a nadie. El fútbol cambió mucho ahora. Antes con la experiencia te alcanzaba, pero ahora muchas chicas juegan con la velocidad, con el estado físico. Me siento muy orgullosa de estar donde estoy jugando.

-Una de esas jugadoras más chicas que en Newbery te seguía mucho es Dalila Marra. Ahora te la volvés a encontrar en BAP y ella destaca siempre cómo jugás…

-¡Sí! Yo a Dali siempre la trato de apoyar, porque es la más chica de BAP. Siempre trato de alentarla. Ella me escucha mucho. Le digo que vaya firme a la pelota, priorizándose ella. Yo llevo eso en el alma, porque me sacás la pelota y me muero.  

-De las jugadoras con las que tanto no habías compartido o visto jugar, ¿hay alguna que te sorprendió especialmente?

-A los 15 días de estar entrenando en BAP, la que me sorprendió mucho fue La Negra (Daniela Salvatierra). Se lo dije. La felicité y le dije que había mejorado un montón. ¿En serio? Pero vos sos una crack, me dice ella que viste cómo es. Y yo le dije la verdad te felicito porque mejoraste un montonazo. Está jugando muy lindo, ganó mucho control. Día a día le pone una garra tremenda para mejorar. Yo a ella la conozco por Belén, de un torneo que la llevó a jugar a Pergamino. Era una cosa que agarraba la pelota, agachaba la cabeza y salía corriendo. Me acuerdo que le dejé una pelota que era tocarla y meter el gol. Lo erró y me decía perdoname, Cin. Pero no sabía qué hacer. Después, cuando entro a BAP y me encuentro con que ella está ahí, porque yo soy medio despistada, entrenamiento tras entrenamiento fui viendo cuánto mejoró. Ahora para mucho más la pelota, levanta la cabeza. La verdad que la veo muy bien.

Y saliendo de BAP, ¿hay algún equipo que te sorprendió?

-Más allá de los equipos que siempre pelean los torneos, creo que un equipo que viene creciendo de abajo es Defensa. Vi en el Nocturno Sub-17 las ganas que le ponen las chicas. Yo que las veo de afuera veo esa garra y siento que les gusta estar en ese lugar, en ese nivel de Primera División que las exige. Me sorprendió el partido que le hicieron a Sarmiento, más allá de perder.

-Empezaste la nota recordando la expulsión en la final contra Rivadavia de Junín sin que te lo hubiera preguntado. ¿Es algo que no te podés sacar de la cabeza?

-Sí. Mirá que he jugado finales y he perdido. Semifinales también. Pero esa me dolió más que cualquier otra. Hasta el día de hoy pienso que esa expulsión es uno de los dolores más grandes que tuve jugando al fútbol. En los años que tengo, jamás en mi vida se me cayó una lágrima en un partido. Al contrario, siempre trato de levantar el ánimo, de estar bien y ayudar a mis compañeras. Pero ese partido, no sé si lloré, pero que tenía los ojos llenos de lágrimas te lo aseguro. Salí con una bronca, sintiendo que no podían ser tan injustas las cosas. Cuando fui a ver a Lincoln contra UNNOBA volví a pensar en la alegría que hubiera sido ayudar a que esas chicas que venían todas de Sub-17 pudieran salir campeonas en Primera. Iba a ser un orgullo. Pero no se dio.

-¿Buscás un título como revancha personal?

-Te digo la verdad, a esta altura y con la edad que tengo voy más a divertirme y a hacer un esfuerzo para el equipo que a pelear. Antes era más rayada. Me decías ah y ya quería terminar a las piñas. Ahora me tiran un caño, me gozan en la cara y trato de bajar los humos. A veces los árbitros me los vuelven a subir, pero trato de calmarme igual.

Por Juani Portiglia

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