Conmoción por la muerte de Elizabeth Di Legge, enfermera oriunda de Junín que hacía tres décadas vivía en el conurbano

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El cuerpo de la enfermera estaba en un galpón de su casa con una jeringa en el brazo. Fue buscada durante el fin de semana luego de que nada se supiera de ella desde el viernes pasado. Su marido quedó demorado

La Policía Bonaerense buscó intensamente durante el último fin de semana a Elizabeth di Legge, una enfermera de 47 años afincada de la localidad bonaerense de González Catán, partido de La Matanza, que desapareció el viernes pasado, aparentemente, cuando iba a trabajar. El cuerpo fue encontrado este lunes por la mañana, confirmaron fuentes policiales al portal de noticias Infobae. 

En la tarde de este lunes se supo que la víctima era nativa de Junín quien residìa hasta que se trasladó al AMBA junto a sus padres y hermano en una casa ubicada en el barrio Belgrano, en calle Dorrego frente a la casa parroquial de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús.

La Policía Bonaerense entró a su casa en González Catán, tras las órdenes del fiscal del caso Matías Folino y halló su su cuerpo: estaba bajo cerradura dentro de un galpón. Su marido, Silvio Espíndola, que dio múltiples entrevistas para pedir por su aparición desde ese mismo domicilio, quedó demorado, no detenido.

El cuerpo, confirmaron investigadores, tenía una jeringa en un brazo, con una sonda colocada.

En un primer momento, se sospechó que Di Legge habría salido de su casa cerca de las 10 del viernes pasado en dirección a la estación de tren del ramal Belgrano Sur para dirigirse al Hospital Churruca, ubicado en el límite de los barrios porteños de Nueva Pompeya y Parque Patricios, donde debía hacer un servicio de guardia.

Sin embargo, según precisaron a Infobae fuentes cercanas a la investigación, por alguna razón que hasta el momento se desconoce, Di Legge nunca llegó a destino, por lo que su esposo y padre de sus tres hijos, que trabaja en el mismo establecimiento de salud, realizó la denuncia correspondiente al día siguiente.

Fue así que se inició una causa por “averiguación de paradero” que quedó radicada en la UFI N°3 Descentralizada de La Matanza, a cargo del fiscal Folino, quien dispuso que se revisen las cámaras de seguridad de la estación de González Catán y de los alrededores, para tratar de reconstruir el camino que habría hecho la enfermera desde que salió de su casa.

Ahora, el caso dio un giro radical y podría convertirse en un expediente por femicidio. El rol del esposo en su raid mediático es particularmente inquietante.

En diálogo con el canal TN, el hombre precisó el viernes pasado a las 10 fue la última conexión a WhatsApp que tuvo su pareja, y que coincide con el horario en el que debía prepararse para ir hasta el hospital Churruca.

“Yo soy enfermero también. Ese día entré a trabajar más temprano y ella salió de casa más tarde. Todo indica que salió a trabajar normalmente. Ella viaja en tren, yo no tengo certezas de que se haya subido al tren, por eso pido con tanta desesperación las cámaras de seguridad, porque si ella se tomó el tren se la puede ubicar. No hay muchas opciones de desplazamiento entre mi casa y la estación”, explicó Silvio.

Este lunes por la tarde, en tanto, se conoció un informe de 2020 sobre la violencia “física, sexual y simbólica” que sufría la enfermera hallada muerta en su casa de González Catán, según sus dichos, por parte de su marido.

Lo cierto es que en la propiedad donde fue hallado el cadáver se realizan diversas medidas mientras Espíndola permanece en calidad de demorado.

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