Los libros dirán que San Miguel fue el primer equipo en la historia del fútbol femenino de AFA en ascender de la Primera C, categoría creada para esta temporada, a Primera B. Es que si bien las dos semifinales se jugaron en simultáneo, el partido entre Vélez y Argentino de Merlo, que definió el otro ascenso en favor de Las Fortineras, estuvo varios minutos parado por falta de ambulancia.
El libro personal de Ailén Vera dirá que nunca hay que rendirse cuando se persigue un sueño. Es que después de perderse toda la temporada regular por una fractura de rotula que sufrió en abril de 2019 y después de sufrir una rotura de ligamento y menisco cuando estaba de regreso en los entrenamientos, le tocó hacer su debut oficial en AFA justo para el inicio del Reducido, jugando los dos partidos del repechaje ante Ituzaingo y los dos de las semifinales ante Tigre, que se decidieron en Victoria con una agónica definición por penales en favor del Trueno Verde.
«En estos momentos todavía no caemos, seguimos igual de contentas y sin poder creer que después de tanto que la venimos peleando por fin se haya dado el ascenso. Ahora ya estamos pensando en el partido contra Vélez y ser campeonas es lo que más queremos», le contó a Junín24 Fútbol Femenino la jugadora que dejó la mitad de la cancha para pasar a desempeñarse por el lateral derecho.
A San Miguel llegó en 2018, con 15 años. Jugó fútbol cinco en la sede del club y se sumó después al proyecto de fútbol 11 que se puso al hombro en diciembre de ese mismo año el actual entrenador Santiago Callaud. Integró el equipo de Reserva, jugó Copa Amistad -igual que muchos otros equipos que empezaron a competir en la flamante Primera C- y en abril de 2019 supo de la intención de entrar en AFA. Pero en un amistoso de preparación, sufrió la primera de las dos lesiones que la marginaría durante toda la fase regular del campeonato.
«Me fracturé la rótula en un amistoso, cuando todavía estaba en Reserva. Ahí yo jugaba de cinco. Después volví y en un entrenamiento me rompí menisco y ligamento», recordó la jugadora de 17 años, a quien la pandemia terminó haciéndole un guiño para poder recuperarse y ser parte de un ascenso que bien puede ser el renacer de un equipo que jugó en Primera División A en 1998, pero que llegó a estar luego 11 años sin fútbol femenino.
Esa misma pandemia, que obligó a modificar formatos de competencia, terminaría por darle al Trueno Verde una nueva esperanza que hubiera quedado lejos si el campeonato de Primera B se hubiese terminado de disputar a doble ronda, todos contra todos, y otorgando los ascensos a los dos primeros, que al momento de la suspensión eran Tigre y Vélez, con buen margen de puntos respecto a sus perseguidores.
«Al principio mirábamos que había algunos clubes grandes, ya por su nombre, y pensamos que se nos iba a hacer muy difícil. Pero siempre confiamos en nosotras, sabiendo que tenemos un gran equipo y excelentes jugadoras que además dejan todo en la cancha, como lo demostramos ayer (el domingo)», reconoció Ailén Vera. Y agregó: «Si se hubiera jugado el torneo largo a doble vuelta nos hubiera quedado más complicado. Gracias a esta pandemia, más allá de todo lo malo, tuvimos la oportunidad de jugar un Reducido y demostrar para qué estábamos. Todas tuvimos siempre en claro que era una nueva oportunidad. Y ayer pudimos coronar todo ese esfuerzo que hicimos».
Al inicio, para San Miguel tocó Ituzaingo y para Ailén la sorpresa de que le tocaría hacer su debut oficial, nada menos que en el Reducido. «El primero de los partidos con Ituzaingo me acuerdo que estaba muy nerviosa, no sabía ni dónde estaba parada. Cuando volvimos a los entrenamientos después de la pandemia, yo ni me imaginaba que iba a ser titular. El DT me tomó por sorpresa, me empezó a probar de cuatro y ya después me dijo que iba a ser titular. Ni siquiera amistosos habíamos hecho, así que fue mandarme después de un año y ocho meses sin jugar. Una locura«, contó.
La serie se presentó muy favorable, porque consiguieron una victoria 8-1 en la ida y cerraron con goleada 6-0 en la vuelta. «No me gustó tanto el primer tiempo de mi debut, pero en el segundo me pude acomodar, defender un poquito mejor y llevar la pelota al área contraria. Después ya me empecé a soltar obviamente. Tengo unas compañeras que siempre me dieron el apoyo y la confianza«, señaló Ailén.
Pero en semis esperaba Tigre, el equipo que había liderado de inicio a fin el campeonato y que había podido realizar varios amistosos de preparación post-cuarentena. Jugadoras y cuerpo técnico de San Miguel sabían que iban a tener que dar un plus. Ailén, otra vez, sabía que iba a ser titular. «Ya me lo esperaba porque venía entrenando con el equipo titular. El domingo pasado, en nuestra cancha, jugué con mucha confianza».
Fue empate 0-0 en San Miguel y tocó ir a definir a Victoria. En la previa y en los análisis nadie los puso como favoritos. Pero en lo más interno del grupo algo estaba fortaleciéndose tanto que la convicción era total. Podían bajar al gigante y hacer historia. «Después del empate en casa, con el cuerpo técnico hablamos que teníamos que demostrarnos a nosotras mismas que estábamos para mucho más, que ya lo habíamos demostrado ese domingo anterior y que si habíamos llegado a donde estábamos fue gracias a todas y al cuerpo técnico, que siempre hicimos todo al pie de la letra. Todas estábamos un poquito nerviosas, pero a su vez estábamos seguras de saber qué era lo que nos jugábamos y cómo lo habíamos planteado en los entrenamientos. Por suerte supimos plasmarlo en la cancha».
Fue empate 1-1, que obligó a una definición por penales que también era toda una novedad, pues el formato de competencia que habían disputado durante toda la temporada no las había preparado para eso. Un golpe en la rodilla, bendita rodilla, había vuelto a sacar a Ailén de la cancha y le tocó verlo desde el banco de suplentes. «Con mis compañeras ya estábamos llorando. Lo sufrimos mucho. Ahora estoy re afónica porque gritamos como locas. Siempre tuvimos plena confianza en nuestras compañeras, pero sí estábamos re nerviosas. Era una final a todo o nada», relató.
Hasta que llegó el momento del desahogo, la victoria 5-4 en los penales, el sueño cumplido y el millón de imágenes que se cruzaron como ráfagas por cada una de esas cabezas despeinadas de tanto abrazo y tanto salto y tanto grito y tanto llanto. Tanta felicidad que es difícil de explicar. Difícil de creer. «Fuimos al club y estuvimos festejando ahí con nuestra gente, con nuestra familia. Se vivió un muy lindo momento, estábamos todas muy contentas y ya no nos importaba nada. Era mucho lo que acabábamos de lograr y todavía no caíamos ninguna. Esto que estamos viviendo es gracias a nosotras, al cuerpo técnico y a nuestra familia que siempre nos apoyó«, remarcó Ailén Vera. Ella, que con 17 años superó dos lesiones que bajonean a cualquiera y que hoy festeja lo mucho que ha ganado en cancha. Van por más, porque hay final contra Vélez y ganas de gritar dale campeón. San Miguel ya dejó claro que lo puede todo. Ella también.
Publicado por El Programa "locos Por El Trueno Verde" en Lunes, 28 de diciembre de 2020
Por Juani Portiglia