El miércoles fue de profundo dolor. La confirmación de la noticia de la muerte de Diego Armando Maradona a los 60 años le demandaba a cada uno la necesidad de chequear y rechequear que eso era cierto, que el alma del máximo ídolo popular de los argentinos dejaba esta tierra que lo lloró en cada rincón, para seguir haciéndose eterno en otro plano.
El jueves comenzó siendo una fiesta, para despedir al Diez con la misma alegría que él supo regalar durante tantos años. Desde distintos puntos del país llegaron sus fieles, sus fanáticos, para recrear una misa futbolera y popular. Para darle el último adiós. Y cantarle al cielo. Y volver a tenerlo vivo en el recuerdo colectivo de sus gestas.
Antes del caos, del que también son muchos los responsables, hubo tiempo de festejar a Maradona y Junín24 pudo ser testigo directo de ese remolino de emociones. En los alrededores del Cabildo sonaban las canciones que tantos artistas han dedicado al Dios del fútbol, interrumpidas por el relato inolvidable con que Víctor Hugo Morales le puso voz a la maravilla de gol que le metió a los ingleses en el 86.
Alrededor de los vallados que marcaban el camino de ingreso hacia Casa Rosada se armaron rápidamente los tradicionales puestos de venta que ofrecían desde choripán, bondiolas y bebidas hasta barbijos y remeras con su rostro, también rosarios con los colores de Argentina, copas del mundo de fantasía y ramos de flores.
En pantallas gigantes se transmitían las imágenes de sus gestas, para volver a provocar las lágrimas y desatar una ola interminable de gritos de gracias, por tanto fútbol, por tantas alegrías.