La despedida del Puma Montecchia a Manu Ginóbili: «Fue un extraterrestre»

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Siento un poco de tristeza y un poco de felicidad por la decisión de Manu. A Emanuel no lo vamos a poder disfrutar más en vivo y eso duele y es feo. Yo lo sospechaba, pero siempre queda la tristeza. Habrá que mirarlo por YouTube y cuando falte básquetbol, mirar partidos de él. Pero tomó la decisión que cree correcta y que considera que lo hará feliz.

No hay que ser egoísta y esperar que juegue para siempre, sino quedarse con que fue un extraterrestre por lo que consiguió y por cómo se mantuvo en el tiempo. Para mí es todo orgullo por el simple hecho de ser su amigo.

Los campeones olímpicos de 2004.
Foto: Ricardo González

Los campeones olímpicos de 2004. Foto: Ricardo González

Se me vinieron muchísimas cosas a la cabeza: a Manu lo conozco desde que tiene 4 años. Hice mentalmente un repaso fugaz de su niñez, de su crecimiento como jugador y persona, y ver lo que era y a lo que llegó.

Sufrió mucho de joven porque físicamente fue chico hasta los 16, cuando pegó el estirón. Pero de chico fue como fue de grande: un cabeza dura. Nunca paraba de intentar.

Yo pensaba que él se había tomado unas vacaciones largas, que las había disfrutado con su familia y eso podía ser un detonante. Se lo veía feliz, comunicativo, y eso me dio una pequeña duda de pensar si iba a volver.

Manu deja, para los que amamos el básquetbol, lo que fue la perfección del juego en equipo. En todos los equipos en los que jugó, se destacó por ser líder anotador, pero también por ser el mejor en tratar que sus compañeros sean mejores y se destaquen dentro de la cancha.

Siempre relegó su ego. En San Antonio siempre relevó cosas para que el equipo funcionara. Cuando tuvo que ser suplente, lo hizo y fue el mejor «sexto hombre». Era el revulsivo que desde el banco te cambiaba un partido. Hacía todo para que el equipo gane. 

Alejandro Montecchia, a la derecha de Manu.

Alejandro Montecchia, a la derecha de Manu.

Jugué con él en Reggio Calabria, pero su consagración fue en Kinder Bologna, donde pegó un salto de calidad que me sorprendió muchísimo. En pocos meses pasó a ser el dominador y a partir de ahí se fue fijando metas y convirtiendo cosas increíbles

Para mí, Manu es el mejor jugador internacional que ha pasado por la NBA, por lo completo de su juego y por lo que consiguió con los Spurs, lo que representa para la franquicia y para la NBA.

Drazen Petrovic tuvo un gran año truncado por su muerte, pero lo de Manu es increíble: un tipo que físicamente era muy inferior pero que hizo diferencias con su mentalidad, que está entre las más competitivas de la historia del deporte mundial, y con su trabajo para seguir estando a gran nivel en la mejor liga del mundo y retirándose jugando a alto vuelo.

Manu fue siempre jodón, se divertía, competía contra sus compañeros y contra él mismo. Jugaba a lo que se le metía en la cabeza y hasta que no le salía no se lo sacaba de encima. Siempre fue divertido verlo entrenar.

Sigue todo igual. Él es un ejemplo a seguir y muchos jugadores jóvenes soñarán con lograr lo que logró. Investigarán cómo lo hizo, su manera de trabajar y cuidarse. Está en boca de todos que fue gracias a su trabajo y a su mentalidad que llegó donde llegó.

Lo que dejó la Generación Dorada fue la manera de trabajar y de representar a nuestro país. Eso se sigue respetando. Luis Scola sigue bajando la línea de la forma de trabajar para los nuevos de la Selección y el futuro es alentador.

Es increíble todo lo que logró Manu y nos llena de orgullo como deportistas y como amigo.

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