¿Qué hubieran logrado Pizzi, Bauza, Guede y Aguirre con el San Lorenzo de hoy? ¿Hasta dónde hubieran potenciado al plantel azulgrana de estos días Gallardo, Barros Schelotto, Holan y Coudet, los cuatro reforzados hasta los dientes por las dirigencias de River, Boca, Independiente y Racing respectivamente? No hay respuestas. Eso sí, aunque todo es incomprobable, plantear ese par de interrogantes sirve para valorar lo conseguido por Claudio Biaggio: alcanzó la clasificación a la Libertadores 2019 y acaba de clasificar a la próxima fase Sudamericana en Brasil, tras eliminar a Atlético Mineiro a pesar de las ausencias de Caruzzo, Belluschi, Mussis, Merlini, Cerutti y Blandi. Es real que los grises en el juego son tan potentes como esas discusiones que ha disparado, es verdad que el desafío pasa por crecer con la pelota, pero ¿cuánta jerarquía tiene a mano el Pampa para exigirle más? Merece Biaggio un rato largo en San Lorenzo y con refuerzos que permitan pedirle todo: eficacia dibujada con producciones dulces. Ese premio debería darle el presidente Matías Lammens al técnico que concluyó la noche del miércoles emocionado, llorando. Es que se lo ganó con esta docena de razones:
1) Perdió a Franco Mussis. A fines de septiembre, frente a Estudiantes, el volante sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior y colateral interno de la rodilla izquierda, además de una fractura «al nivel del platillo tibial externo». Fue el primer partido de Biaggio como DT interino de San Lorenzo. Mussis era igual a vértigo, intensidad y despliegue en la mitad de la cancha. Hoy sería irreemplazable.
2) Bautista Merlini también se lesionó. El lunes 9 de octubre, en una práctica, padeció la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Como Mussis, tampoco aún regresó. Aunque era criticado por finalizar algunas acciones con apuro e imperfecciones, sus desplazamientos eléctricos por las bandas serían vitales en este equipo con protagonistas que no engloban el cambio de ritmo y la explosión entre sus rasgos distintivos.
3) A Cerutti lo soltó y logró que llegara al gol. Al Pocho, Guede y Aguirre lo hacían correr sólo por la banda de una punta a la otra. Lo desgastaban físicamente y lo hacían previsible para los defensores. Tal vez rememorando la etapa de mayor rendimiento del delantero en su paso por Estudiantes, decidió Biaggio liberarlo y dejarlo volar por todo el frente de ataque. Cerutti empezó a convertir y a ser más desequilibrante que nunca, clave para sumar puntos acortar la distancia con Boca y cerrar 2017 a sólo tres unidades del líder de la Superliga, algo utópico cuando Aguirre dijo adiós.
5) Le vendieron a Cerutti en el cierre del mercado. Tanto levantó el Pocho que este año, cuando faltaba casi nada para la reanudación de la Superliga, apareció el Al Hilal de Arabia Saudita, dirigido por Ramón Díaz, y se lo llevó a cambio de 5.300.000 dólares brutos por el 65% del pase. A San Lorenzo, al cabo, le quedaron limpios 4.000.000, pero recibirá 1.500.000 más si le renuevan el contrato. Encima, se queda con un 20 % de la ficha del jugador. El negocio suena bueno, pero Biaggio recorrió medio campeonato sin el atacante más desequilibrante. ¿San Lorenzo habría podido pelearle de igual a igual a Boca con Cerutti?
6) Sólo le incorporaron a un jugador: Valentín Viola. El ex Racing desembarcó sobre el cierre del libro de pases, con antecedentes irregulares en el juego y en la continuidad. Argumentaban que sólo debía ponerse a punto físicamente y sumar ritmo. Se trató, en definitiva, del único refuerzo para encarar este primer semestre del año. No le trajeron a Bebelo Reynoso o al colombiano Quintero para nutrir el puesto de Belluschi… Tampoco a Wanchope Abila, Tevez o Pratto para suplir la ida de Cerutti…
7) Belluschi casi no jugó en este 2018. El talento, el organizador del equipo, anduvo este año mirando más desde la tribuna que corriendo de pantalones cortos. Una lesión rebelde (una tendinitis) lo marginó en la mayoría de los partidos. Estará ausente ante River (por la última fecha de la Superliga) y utilizará el receso por el Mundial para ponerse a punto.
8) El único refuerzo vivió de lesión en lesión. Valentín Viola hasta ahora no pudo jugar más de un tiempo. Es que se lesionó dos veces en la previa de los partidos. En definitiva, nunca hubo un sucesor para Cerutti.
9) Expulsiones prematuras en choques claves. Este año, cuando San Lorenzo debía aprovechar que a Boca sólo lo tenía a tres puntos y con la distracción que le generaba la Libertadores, varios jugadores vieron la roja en forma irresponsable en momentos decisivos. En el primer capítulo de este 2018, en la derrota con Talleres, en Córdoba, Alexis Castro y Gonzalo Rodríguez dejaron al equipo con dos hombres menos en el primer cuarto de hora del segundo tiempo. Y en la fecha siguiente, en el empate con Boca, en el Gasómetro, el día ideal para acortar distancias, antes del cierre del período inicial se hizo echar Facundo Quignón cuando mejor estaba San Lorenzo y cuando se esperaba que él de una vez por todas se hiciera cargo del equipo desde el medio y ratificara sus insinuaciones. Vaya ventaja…
10) Más lesiones de jugadores valiosos. Un referente de la defensa, como Matías Caruzzo, fue acosado por una lesión importante en un hombro. El capitán y goleador, Nicolás Blandi, en un momento se desgarró y ni siquiera estuvo en el banco de suplentes en la vuelta ante Atlético Mineiro. El atrevido Nahuel Barrios, cuando se había afirmado manejando a un equipo con ínfimas luces, también resultó víctima de molestias musculares e inclusive fue al banco de suplentes en Belo Horizonte.
11) El rescate de jugadores abandonados. Fabricio Coloccini ni siquiera se entrenaba con la Primera bajo el mando de Diego Aguirre. Hoy, con Biaggio, es titular en el corazón de la defensa con producciones más que aceptables, a tal punto que la dirigencia evalúa renovarle el contrato (vence a mitad de año). Robert Piris Da Motta casi nunca tenía lugar en el equipo. Hoy, con el Pampa, desplazó a Juan Mercier de la titularidad y parece cada vez más afirmado con su capacidad de despliegue, intensidad y quite.
12) Lugar para los pibes. Era una de las cuentas pendientes del club en los últimos años. Ante tantos obstáculos, Biaggio apeló a los jóvenes. Sin Belluschi y con Leandro Romagnoli por su edad sólo utilizado de a ratos, hubo más horas de vuelo para el Perrito Barrios. Sin Cerutti, sin Viola y casi sin alternativas ofensivas, Nicolás Reniero demostró que los goles durante su préstamo en Almagro también podía repetirlos en San Lorenzo. Varias veces sin Caruzzo, el juvenil Marcos Senesi sumó minutos. Con tantas bajas en el medio, Franco Moyano se repitió en múltiples encuentros como titular o ingresando desde el banco.
En este contexto, Biaggio dirigió 25 partidos. San Lorenzo ganó 14, empató 7 y perdió 4. Sumó 49 de los 75 puntos disputados, con el 65 % de eficacia. Clasificó a la Libertadores y sigue en la Sudamericana. La deuda con el juego también forma parte de la historia, pero en medio de tantos obstáculos resulta un detalle. Si le enriquecen el plantel, la exigencia total sí será tan válida como lógica.