La cabeza juega un papel fundamental en cualquier deportista de alto nivel. Puede llevarte al estrellato o tirarte a la lona de un momento a otro. El fútbol no es la excepción y muchas veces el hincha no ve lo que pasa en la mente de un jugador. Es el caso, por ejemplo, de Jonatan Cristaldo, delantero de Racing, que hizo una dura confesión sobre su etapa previa a la Academia. “Pensé en matarme”, recuerda. Muy duro.
El delantero que trajo Eduardo Coudet como una apuesta para su Racing contó que pasó por la peor etapa cuando estuvo parado tres meses en Vélez, donde sentía que “no era un profesional”.
“Estaba ido… Encima tenía muchos problemas personales, sobre todo familiares y con amigos. Eso también influyó bastante. Después, cuando ya hacía la pretemporada, empecé a sentirme mucho mejor. Me repuse. Hasta que a los dos o tres partidos me lesioné y nunca más volví bien en lo físico. Y arrancó la decadencia, de nuevo”, relata.
Cristaldo tuvo una muy buena primera etapa en Vélez, donde fue campeón en 2009, y luego fue transferido al Metalist de Ucrania. Después de tres años allí jugó un semestre a préstamo en el Bologna de Italia y volvió a Sudamérica, para intentar resurgir en el Palmeiras de Brasil, con Ricardo Gareca de técnico. No le fue como esperaba y partió rumbo a México, donde vistió las camisetas de Cruz Azul y Monterrey. Tampoco tuvo éxito.
Su regreso al Fortín fue un paso atrás. Apenas jugó siete partidos, no convirtió goles y cayó en el pozo del que no todos pueden salir. “Mi escape era comer y a veces hasta tomar un poco de más. No estaba bien psicológicamente, me sentía deprimido. Nunca en mi vida pensé que pasaría eso… No se lo deseo a nadie. Yo soy un chico muy alegre, pero en ese momento veía todas cosas malas. Todo lo malo de mí y en los demás. En todos”, sigue.
Y añade: “Me sirvió mucho mi psicóloga. Le estoy agradecido a ella. La necesitaba porque había momentos en los que no tenía ganas ni de levantarme de la cama, no quería ni ir al entrenamiento. No salía de mi casa, no quería ver ni a mis amigos”.
“Mi gran problema es que siempre quise ayudar a todo el mundo. Y a veces no puedo hacerlo con todos. Desde chiquito soñaba con debutar en Primera para ayudar a mi familia y no porque quería hacerlo por mí. Otro gran problema era que me guardaba mucho las cosas. Nunca le contaba nada a nadie porque no quería molestar con problemas míos que debía resolver yo solo. Pero entendí que, a veces, hablando se resuelven las cosas. Y así fue. Me limpié mucho. La psicóloga me dijo algo que me quedó: ‘Si vos estás mal no podés ayudar a nadie’”, asegura.
Su llegada a Racing, para este semestre, fue sorpresiva. El Chacho Coudet lo fue a buscar y confió en poder recuperarlo. El DT bromeó y pidió que Cristaldo “venga solo, sin la panza”. Y así fue.
“Coudet me hizo resucitar futbolísticamente. Siempre le estaré agradecido. Nunca pensé que después de seis meses muy malos en Vélez, más otros seis como jugador libre, iba a tener la posibilidad de llegar a un equipo tan grande como Racing. Encima, no es el Racing de otras épocas. Este es el que muestra un fútbol lindo, que pasa su mejor momento en todo sentido. Chacho me hizo volver a debutar en el fútbol”, dice.
Y agrega: “ Recuperé la alegría, me siento profesional de nuevo. Vengo a entrenarme con ganas”.
Además, el delantero reveló que el entrenador siguió con las bromas cuando se pudo sumar al plantel: “‘Trajimos al Churry sin la panza’, decía. ‘Vamos a poner un centro de rehabilitación’, jodía también.‘Se juntaron los gorditos, ¡cómo los rehabilité a ustedes dos!’, nos decía a Amaral y a mí. Nos vuelve locos, es un personaje. A veces te hace olvidar que es el entrenador, pero cuando te lo tiene que hacer saber, lo hace… Eso es importante porque el jugador no se puede relajar nunca”.
“Hay que acompañarlo. Algunos lo tratan como si fuera un monstruo. Y nada que ver. Ya lo conocía de Brasil, cuando yo jugaba en Palmeiras y él en San Pablo. Te sentás a hablar con él y es un gran chico, un ser humano con un corazón grande. Andá a preguntarle a un chico de 25 años, que va a la facultad, que estudia, que trabaja en un local de ropa o que no hace nada, si no quisiera hacer lo que hace Centurión: salir con sus amigos y pasarla bien, siempre y cuando al otro día no tenga que entrenarse. Tiene que ser responsable también”, concluye.