El socio –robusto y por encima de los cien kilos- salió del salón Auditorio del Monumental todo transpirado y con una camiseta de River literalmente empapada de sudor. En su brazo derecho tenía tatuada la Copa Libertadores y los números «9-12-18», la fecha en la que River le ganó a Boca la final en el Santiago Bernabéu. «Acá no se puede estar», resopló, sofocado, y otros 20 socios que esperaban del lado de afuera del recinto lo miraron asintiendo. Una hora y 50 minutos después, la Asamblea de Representantes de Socios aprobó el último balance –el que va desde el 1 de septiembre de 2017 hasta el 31 de agosto de 2018– por 87 votos a favor y 37 en contra.
En River suele haber dos Asambleas al año: una para tratar el presupuesto y la otra, el balance. Se espera que este año haya una extraordinaria para tratar un tema que agita las aguas en los pasillos del estadio: la posible mudanza del Monumental. El presidente del club, Rodolfo D’Onofrio, ya dijo más de una vez que si a él le dieran a elegir, prefiere construir un nuevo estadio «a unos 600 metros» del actual. Con todo, en el último tiempo también dejó abierta la posibilidad de que no haya una mudanza sino una remodelación del Monumental.
El tema divide a los socios e hinchas de River entre quienes se oponen fuertemente a la posible mudanza y pretenden una remodelación del estadio que fue la sede principal del Mundial 1978, y quienes se muestran predispuestos a la chance de que el club tenga un nuevo escenario, más grande y moderno, a tono con los que poseen muchos de los grandes clubes del mundo y también de Sudamérica, como elArena do Gremio que al equipo le tocó visitar en las semifinales de la última Libertadores, la cuarta conseguida por el club de Núñez en su historia.
Por eso, muchos socios encontraron en la Asamblea que tuvo lugar el jueves a la nochecita una suerte de cabildo abierto para manifestar su postura contraria a la mudanza. «River no se muda» y «River es del socio. No al negocio», decían los panfletos que exhibió el grupo que se opone a la futura demolición del actual Monumental para permitir el desarrollo de un emprendimiento inmobiliario multimillonario. Eso, reconocen por lo bajo en el oficialismo, es lo que ocurriría en el caso de que River decida construir un nuevo estadio detrás de los terrenos de la exESMA.
La Asamblea, presidida por el extesorero del club Andrés Ballotta, estuvo detenida dos minutos porque un grupo de socios comenzó a cantar en contra de que River tenga una nueva cancha. «El club es de los socios» y «La cancha no se vende», gritaron y Ballotta debió esperar que se callaran para continuar al frente de la Asamblea. Será, el de la posible mudanza, el gran tema de debate que se vivirá en el club durante 2019.
Con la ausencia de D’Onofrio, quien participó de un acto en el predio que River posee en Hurlingham para sus divisiones inferiores, el oficialismo apeló a una particular táctica a modo de mensaje para quienes cuestionan el balance, que arrojó un pasivo de 1.921.515.599 pesos, un déficit de 521.563.592 pesos, un activo de 2.563.468.458 pesos y un patrimonio neto de 641.952.889 pesos: sobre el estrado principal del recinto dejaron ver la Copa Libertadores obtenida en Madrid.
Por lo bajo, desde el oficialismo aseguran que el pasivo –el más grande del fútbol argentino- es «absolutamente manejable» y dicen que la abultada cifra se debe esencialmente a los 22.000.000 de dólares que invirtieron hace un año para contratar a Franco Armani, Juan Fernando Quintero, Lucas Pratto y Bruno Zuculini, a la inflación, a la devaluación del peso argentino ante la disparada del dólar (la mayoría de los contratos se pagan según el valor de esa moneda para el Banco Central de la República Argentina) y a lo costoso que resulta mantener un plantel de primer nivel en una economía castigada como la Argentina. En cambio, desde la oposición cuestionan el resultado del balance, afirman que son «números en rojo»y advierten que el club puede sufrir problemas a futuro.
Luego de varios ejercicios con superávit, el último balance reflejó una pérdida significativa con el déficit de 521.562.593 pesos. El pasivo pasó de 1.158.013.806 pesos a 1.921.515.599 pesos (tuvo un aumento del 66%), en tanto que el activo creció de 2.024.040.293 pesos a 2.563.468.458 pesos, es decir un 27%. De ese modo, el patrimonio neto del club quedó en 641.952.889 pesos.
Así, en medio de esos números en rojo y del juego político que siempre sale a la luz luego de largos debates como el que tuvo lugar el jueves en el Monumental, el balance fue aprobado tras el voto de 124 de los 150 asambleístas titulares autorizados a votar en representación de los socios. De los 150 (26 estuvieron ausentes), 100 responden al oficialismo, 30 a Antonio Caselli, 15 a Carlos Trillo y 5 a Leonardo Barujel, los dirigentes que se postularon en las elecciones de diciembre de 2017 en las que D’Onofrio consiguió la reelección. Fue una jornada más bien caliente la que se vivió en el Monumental, un poco por el calor propio de una noche de verano y otro por el que le pusieron los socios de River al abordar los temas que sacuden la vida interna del club.