Luna Park, ese equipo que hasta el año pasado casi no había competido oficialmente en cancha de 11, le demostró a todo el fútbol argentino, y nada menos que en la primera edición de la historia de la Copa Federal, que siempre se puede mirar un poco más al sur. Ya lo había hecho cuando eliminó por penales a El Porvenir y se convirtió en el único representante de las ligas nucleadas en el Consejo Federal en acceder a los cuartos de final. Y volvió a hacerlo este domingo, recurriendo otra vez al corazón y la garra para reponerse de la adversidad, dándole pelea hasta el final a Rosario Central.
Entre aquella victoria histórica y el partido de hoy, había perdido nada menos que a su arquera Verónica Boeirs, quien dio positivo al último test de coronavirus. Su lugar lo ocupó Daiana Tarifeño, una histórica del club que se desempeñó toda su carrera como zaguera, pero que en realidad está siempre lista para lo que las circunstancias requieran. Su hermana Iris, otra de las de toda la vida, pudo recuperarse de la lesión que la había sacado de la cancha a los 15 minutos del partido contra las de Gerli y volver a ponerse la cinta de capitana para batallar desde adentro.
Las circunstancias llevaron a que el entrenador Lucas Mella armara una línea de cinco defensoras, para proteger mejor a la expeditiva arquera, y tal vez por eso pagó no poder hacerse del control de la pelota en el primer tiempo, donde el dominio fue de Rosario Central. A los 3 minutos, Las Canallas probaron por primera vez a Tarifeño, con un remate de Lara López al primer palo, pero la uno respondió bien sacando al córner. A los 15, Martina Clerc le metió una gran habilitación a Verónica Acuña, que mano a mano le dio afuera. Y a los 22 llegaría el gol que rompió la paridad, con la asistencia de Acuña para Lara López que activó la bomba y la clavó arriba, imposible para Tarifeño.
Si bien las de Bariloche no habían estado cómodas en esa primera mitad, tuvieron a los 42 minutos la oportunidad de igualar las acciones. Natalia Pintos ubicó el pique de Daniela Kippes con una asistencia de primera y la ex-Boca y Selección Argentina la mandó a guardar ante la salida de Vanina Correa. La jueza de línea, sin embargo, tenía para ese entonces la bandera levantada para decretar la nulidad de una jugada que se puede repetir cien veces y sigue sin corroborar una posición adelantada.
Así, con mucho en contra, Luna Park se fue al descanso. Pero en la segunda mitad, con Paola Monzón de regreso a su rol de mediocampista, el equipo se mostró revitalizado y no tardó en empezar a generar opciones de gol. Ya en el primer minuto la 10 probó de tiro libre y exigió una respuesta de Vanina Correa sin dar rebote. A los 11 lo volvió a tener Kippes, tras un gran pase entre líneas de Monzón. La 9 abrió el pie para poner la pelota bien lejos de la posición de la mejor arquera del país, pero su remate salió muy desviado. La fórmula se repitió a los 14, con otra gran habilitación de Monzón para Kippes, que no llegó, pero el pique de la pelota a punto estuvo de jugarle también una mala pasada a Correa, que la vio salir pegadita al palo.
Habiéndose gastado hasta la última gota de energía, pero sabiendo que había podido cumplir con la misión de volver a estar en cancha, la capitana Iris Tarifeño dejó la cancha a los 19 minutos. El cambió también tuvo mucho de simbólico, porque su lugar lo ocupó Araceli Huinchaqueo, la más joven del plantel, para dejar claro que hay un legado que comienza a transmitirse.
Tuvo Luna Park una última ocasión de igualar las acciones a los 33 minutos, otra vez desde los pies de Paola Monzón. La 10 ejecutó un tiro de esquina venenoso y el efecto provocó el error de Correa, que dejó boyando la pelota cerquita del área chica sin que ningún pie lunático llegara a conectar, dándole lugar a la recuperación de la arquera para entonces sí comprimirla contra el pecho y respirar.
En Bariloche hay un pueblo con el pecho inflado. Porque también en las derrotas deportivas pueden nacer las grandes conquistas. Luna Park cayó por la mínima ante Rosario Central, un equipo acostumbrado a pelear en instancias de playoffs los torneos de la máxima categoría del fútbol argentino. Por momentos lo puso en aprietos y terminó ganándose un reconocimiento tan unánime que se personificó nada menos que en la felicitación de Germán Portanova, entrenador del seleccionado. Terminó una competencia soñada para Las Lunáticas. Pero recién empieza a escribirse un capítulo al que le esperan enormes conquistas. Tal vez, que les den de una vez la posibilidad de competir en una liga de fútbol 11 en su ciudad sea un premio más valioso que cualquier medalla. Que se lo ganaron, no quedan dudas.