Si lo que toca es ponerse a pensar en el crecimiento del fútbol femenino en Argentina, es imposible prescindir de la experiencia y la visión de Mariela Coronel. Con tres mundiales sobre sus espaldas (2003, 2007 y 2019) y un largo recorrido en el fútbol español, la jugadora del Granada, que pelea por volver a Primera División, se aparta de la comodidad de pensar como el corriente. Observa, analiza y es capaz de arrojar ese baldazo de realidad tan helada que invita a replantear mucho de lo que hasta ahora se ha dicho y hecho.
Su fórmula es sencilla: dice lo que piensa, aunque reconoce que hay momentos en los que, conociendo las consecuencias, elige callarse la boca. Con su verdad al frente, no le importa si el fruto son amigas o enemigas, mayor o menor reconocimiento. A sus 38 años, trata de jugar como piensa. Con la cabeza primero y el corazón como respaldo.
-Estando en cuarentena, ¿te preocupa más tu situación en Granada o la de tu familia en Argentina?
-Me preocupa más lo que pasa en Argentina. Aquí, dentro de todo, Granada es una ciudad que no ha sido tan afectada en relación a lo que pasa en España. De todos modos, el domingo eran 9 mil los contagiados en la región de Andalucía. Los miércoles a la mañana voy al supermercado, que lo tengo abajo. Los domingos saco la basura. Después no salgo para nada. Se tomaron muchas prevenciones. Al principio, en enero y febrero, todos lo tomábamos como si fuese una gripe cualquiera. Hoy se tomó conciencia.
-¿Cómo se están manejando con los entrenamientos en cuarentena?
-Tenemos un grupo de Whatsapp en el que está toda la estructura del fútbol femenino del Granada y otro solo para las jugadoras. Cada dos semanas nos mandan un plan de entrenamiento, que ya viene pautado. Trabajamos mañana y tarde. Hay días, como los sábados, que toca mañana y tarde. Fuerte. Los domingos se descansa, pero yo entrené a la mañana. Durante la semana sí hay un día que descanso, dependiendo de lo que me pide el cuerpo. Lo bueno es que el preparador físico siempre nos arma algún reto, que hacemos mediante la aplicación Zoom y eso también lo hace más entretenido. La cuarentena no me afectó en horarios ni nada, porque tengo todo muy estructurado. Siempre me levanto a las 8 de la mañana y ahí comienza mi rutina.
-¿Todo este plan de entrenamientos ya empieza a hacerse con perspectivas de cuándo se va a volver a jugar?
-Para nada. Se entrena con la meta de que en algún momento esto va a pasar, se calcula que a mitad de mayo puede pasar que podamos volver a la actividad. A nosotras nos quedan dos meses de competición todavía. Habría que ver cómo lo van a solucionar. Nuestra liga terminaba en mayo. Entrenamos con la expectativa de terminar la temporada. No creo que den el año por perdido. Estamos los tres primeros equipos peleando el ascenso y no sería lógico que digan que se deja para el año que viene. Sería frustrante.
-¿Está descartada la posibilidad de que se cierre con la clasificación actual?
-Sería terrible. Solo asciende el primero de cada Zona (Norte y Sur) y nosotras estamos a un punto del primero. Nos queda jugar en casa y luego con el líder, Santa Teresa. Ahí se iban a definir mucho nuestras posibilidades. Sería ilógico que se cierre así la clasificación, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra Zona viene mucho más peleada que la Norte.
-¿Es comparable el nivel de los equipos de la Reto (Segunda División) con el de los equipos de punta del Torneo Rexona?
-La verdad que no. El nivel en España, siempre hablando de Segunda División, sigue siendo un pelín más alto que la Primera División de Argentina. En estructura, en forma de juego y entrenamiento, siguen marcando la diferencia. En Argentina tiene que haber un cambio de mentalidad, ya no solo de parte de las jugadoras sino también de la preparación física, de los cuerpos técnicos. Es necesario innovar, porque si no terminamos quedando siempre en la misma. Si queremos que esto crezca necesitamos no dar un paso de hormiga sino cambiar toda la estructura, empezar de cero, con las nuevas filosofías.
«Si queremos que esto crezca, necesitamos no dar un paso de hormiga sino cambiar toda la estructura, empezar de cero, con las nuevas filosofías»
-¿Eso corre también para la Selección?
-Totalmente. Yo veo muchos debates. Sin desmerecer a entrenadores y entrenadoras que hay actualmente, creo que si tienen la posibilidad de venir a Europa y hacer un curso, abrir la mente, ver cómo se trabaja actualmente en el femenino, les vendría muy bien. Las cosas nuevas renuevan la ilusión de las jugadoras. Creo que las chicas irían con otro entusiasmo a entrenar. Al final de cuentas, es lo que enriquece a una jugadora y lo que le va a dar esas ganas de seguir aprendiendo.
-De aquel Mundial de 2007 a este último de Francia en 2019, ¿hubo algunos de esos cambios o crees que la actuación fue producto de buenos rendimientos en el momento indicado más que de una planificación?
-Tengamos en cuenta que ni en 2003 ni en 2007 teníamos visibilidad. Lo bueno que pasó del 2007 al año pasado es que eramos diez u once que estábamos jugando afuera. Entonces teníamos otra preparación física, otra visión de juego. Eso se notó muchísimo. Hoy está a la vista que si la jugadora no sale afuera no se va a enriquecer tanto, no va a tener esa competitividad que se nota. En 2007 no teníamos roce internacional. Podría lograrse ese roce jugando en Argentina, pero llevaría un proceso largo.
-Lejos de querer retirarte, ¿vos pensás en ser entrenadora?
-Hace poco me lo preguntó Agustina Vidal, que estuvo cubriendo el Mundial. Dijo que habían empezado un debate después del Sudamericano Sub-20, cuando se empezó a hablar tanto de sacar a Borrello, y que empezaron a pensar a quién ponemos. Me dijo que a muchas se les cruzó la idea de que fuera yo. A todo eso, mi respuesta literal fue si en algún momento tengo esa idea y la posibilidad, por lo estricta que soy, me quedaría con muy pocas jugadoras de la selección actual. Tengo muy claro que si en algún momento se me despierta eso, porque hoy me siento más atraída por lo que tiene que ver con la psicología deportiva, todo lo que sea mi cuerpo técnico sería de aquí, de España. De hecho mi preparador físico, que tiene 26 años, es un excelente profesional. Y a la Selección le vendría muy bien incorporar gente joven, creativa, incentivadora. También tengo un amigo en las inferiores de Atlético de Madrid, que a veces entrena con El Cholo… Esa gente joven, que innova, es la que tiene que tener lugar. Si a mí se me da la oportunidad, iría por ese lado.
-¿Crees que eso podría no terminar de gustar en AFA?
-No. ¿Por qué? Si vos como dirigente de AFA querés que tu selección esté por encima del nivel que está hoy, no tendrías por qué no aceptar que venga gente de afuera para aportar cosas nuevas y renovar la estructura de selecciones. Yo como dirigente lo haría. Pero ahí está la otra parte: ¿AFA de verdad quiere que el fútbol femenino crezca o se conforma con lo que tenemos ahora? Esa es la gran incógnita.
-Vos sufriste con la Selección ese durísimo 11-0 contra Alemania. Excursionistas viene de perder 18-0 contra Boca. ¿Conspiran esos resultados contra el crecimiento?
-Al final de cuentas, hay que ponerse de los dos lados, porque no es bueno para ninguno de los dos equipos. Vos como jugadora del equipo grande podés sentir pena por el rival, pero si te ponés a pensar del lado del equipo débil querés seguir jugando, te metan los goles que te metan. Al final de cuentas, claro que no ayuda. Pero a ninguna de las dos partes. Las diferencias son abismales y eso se nota. Hay equipos que yo no sé bien, no estoy al tanto, cómo es que llegan a jugar a Primera División. Tal vez no hace falta cantidad sino calidad. Sería preferible una Primera División con 8 equipos competitivos, aunque se tuvieran que hacer dos torneos a doble vuelta en el mismo año, pero que no tenga tan grandes diferencias como hay ahora.
«Sería preferible una Primera División con 8 equipos competitivos, aunque se tuvieran que hacer dos torneos a doble vuelta el mismo año»
-Tal vez si empiezan a entrar más equipos del interior del país dispuestos a hacer una inversión en el fútbol femenino…
-Sin dudas. Esto viene desde hace tiempo. Yo me acuerdo que equipos como Rosario Central y ahora no sé si era Belgrano o Talleres de Córdoba querían costearse todos los gastos con tal de jugar en AFA. Y fue AFA la que les dijo que no. Lo que pasa es que ahora han subido equipos solo por tener nombre. Y cómo justificás eso si hay equipos que venían haciendo todo el recorrido en el ascenso. Al final, el profesionalismo perjudicó a los pequeños equipos. Es algo difícil de resolver. No se trata solo de dinero. Por más que vos cobres, si no te dan los espacios y recursos necesarios para entrenar vamos a seguir en la misma. Físicamente seguirás estando como cuando eras amateur, solo que ahora cobrarás dinero. Somos profesionales de la boca para afuera, pero para adentro seguimos en la misma mediocridad que antes.
-¿Nos quedamos a mitad de camino, entonces?
-Sin dudas. Si queremos que el fútbol femenino en Argentina realmente crezca hay que formar una base e ir de a poco. Lamentablemente es así y llevará años. Pero si no sabemos caminar no podemos querer correr la maratón. Eso es lo que nos pasa. Nos falta tener paciencia. Si como argentinos tenemos que formar una selección pensando en resultados de aquí a diez años, lo tenemos que hacer. Pero queremos plantar la semillita y mañana ya recoger frutos. Y esto lo que requiere es paciencia.
«Si no sabemos caminar, no podemos querer correr la maratón. Nos falta tener paciencia. Queremos plantar la semillita y mañana recoger los frutos»
-Ese apuro tiene que ver con que hoy haya clubes compitiendo en AFA que no tienen divisiones inferiores…
-Claro. Ahí está el hecho de decir qué es lo que quiere el club. Porque si quisera que esto adelante, pues hay que renovar. Las jugadoras se hacen mayores, dejan de jugar o se van al exterior. ¿Y detrás quién viene?
-Del lado de la gran mayoría de los medios de comunicación, ¿molesta que se de tanta trascendencia a desgracias como la de Excurionistas ante Boca o la de ustedes contra Alemania en el Mundial y que después no se cubra el día a día del fútbol femenino?
-Es como yo siempre digo: así como los periodistas te suben, también te machacan. Al final eso es lo que vende. Y siempre digo que en el femenino parece que vende más lo malo. Así como cuando nosotras fuimos al Mundial y nadie sabía que había un Mundial, sí vinieron los periodistas cuando volvimos y Alemania nos había metido el 11-0. Al final, al periodismo hay que dejarlo de lado. ¿Si tendrían que darle importancia constantemente? Sí. En lo bueno y en lo malo.
-¿Te queda alguna cuenta pendiente con el fútbol?
-Creo que no. Lo que tenía pendiente siempre trataba de concretarlo. Carlos Borrello, el técnico de la Selección, aunque le den con un caño, es la persona más buena que puede haber. Desde que llegué a la Selección, fue el único que me bancaba a la hora de decir sos una jugadora diferente. Cabeceas, le pegas, tienes una visión de juego que casi nadie tiene. Fui a los mundiales de 2003, 2007 y después de pasar por eso me quedó la espinita de decir que tenía razón. De mayor me he dado cuenta que yo podía dar más de mí, que no tenía que prestar atención más que a mi instinto. En la Copa América de 2018 tuve la mala suerte de lesionarme cuando llegué y pude llegar al partido contra Colombia. Siempre digo que todo pasa por algo. Entrando en calor, Borrello me llamó para entrar. Quería responderle como él siempre había esperado que lo haga y nunca había podido hacer. Me sentí muy libre de jugar y tuve la suerte hasta de hacer un gol. Ahí fue que me saqué esa espinita por la confianza que me había dado desde 2001. Me acuerdo que fui, lo saludé y le dije tenías razón Carlos.
¡Triunfazo de Argentina en la Copa América femenina! Con goles de Florencia Bonsegundo, Soledad Jaimes y Mariela Coronel, las chicas vencieron 3-1 a Colombia en el cuadrangular final. Jueves, ante Brasil, el próximo desafío. (Foto @Argentina). pic.twitter.com/64jEGuHL0a
— SportsCenter (@SC_ESPN) April 16, 2018
-¿Te gustaría haber jugado más en el último Mundial?
-Esa es otra espinita. Interiormente me sentía fuerte de cabeza, bien físicamente, y tenía la intuición de que el partido contra Escocia (último de la fase de grupos) al menos 20 minutos podía haber jugado. De afuera veía lo que el equipo necesitaba, que era jugar, hacer triangulaciones. Nosotras jugábamos mucho al pelotazo y se lo facilitábamos a las centrales de ellas. Me quedó eso y se lo dije: Carlos, yo aunque sea 20 minutos debería haber jugado, porque el equipo necesitaba a alguien que las oriente. Pero bueno, son cosas que han pasado.
-Muero por saber qué te respondió.
-Se quedó callado. No me dijo nada. Al final, yo siempre trato de dar mi punto de vista, porque he pasado por muchos vestuarios, he pasado muchas situaciones en mi vida. Contra Japón, en el debut, nunca pensé que iba a entrar esos 10 o 15 minutos, pero me tocó y lo hice con mucha confianza. En ese Mundial me faltó tiempo. Pero a mis 38 años cumplidos haber jugado ese tercer Mundial también es para agradecer.
-Me sorprende lo que decís de Borrello. No porque no crea en su bondad, pero porque últimamente ha sido mucha la crítica hacia él, también de mi parte. ¿Es un proceso que todavía tiene vida?
-Yo solo te voy a decir que cuando pasan estas cosas no solo es culpa de la parte de arriba. Es un cincuenta y cincuenta con las jugadoras. Yo muchas veces le he dicho al preparador físico que no había conexión entre jugadoras y técnico, de ninguna de las dos partes. Si hubiera habido mejor diálogo, mejor comunicación, no hubiese terminado todo como terminó. Fue algo muy malo, porque después del Mundial pasaron estas cosas que empañaron todo lo bueno. Se malmetió no solo a la Selección si no a todo el fútbol femenino. Del lado mediático eligieron quedarse con todos esos conflictos extradeportivos.
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Hasta los 13 años jugó contra los pibes en su Santiago del Estero natal. Después fueron los torneos barriales en La Banda y a los 16 años la decisión, como ha hecho toda la vida, de ir en busca de lo que quería. Se probó en River y no quedó. Se probó en Boca y la aceptaron, pero fue ella la que dijo no porque le quedaba demasiado lejos para ir a entrenar. Jugó en Independiente y San Lorenzo, a la vez que trabajaba. Se convirtió en seleccionada, después en mundialista. Después, recién después, le llegaría la oportunidad de vivir del juego que ama.
-¿Cómo se gestó la posibilidad de ir al fútbol español cuando no era algo normal para las jugadoras argentinas?
-Siempre seguí las oportunidades que se me presentaron. En 2006 vinimos a San Sebastián a jugar contra el seleccionado vasco y hubo un video rondando, porque ellos le han dado siempre mucha importancia al fútbol femenino. Después hubo gente que lo mandó a los clubes para que miraran jugadoras argentinas y dio la casualidad que el Zaragoza recibió el video, lo vieron y se interesaron en Potassa y en mí, una delantera y una mediocampista. Llevaban un año en Primera División y querían reforzarse para mantener la categoría. Se pusieron en contacto conmigo por medio de un periodista de San Lorenzo. Fue en febrero de 2007. Me preguntaron qué posibilidades había de que vaya. Les dije yo me voy. Uno cuando quiere otras cosas, cuando necesita algo más para no estancarse, tiene que buscar esas nuevas experiencias. En abril me mandaron un precontrato que firmé y mandé. Ellos mandaron la carta de solicitud a San Lorenzo para que les diera el transfer. Me habían dicho que no iba a haber problema, hasta que al momento de dejarme salir exigieron 4 o 5 mil euros. Zaragoza me avisó de esto, me dijeron que querían que fuera y que iban a pagar. En ese momento, yo ya estaba apalabrada. Fui a jugar el Mundial y ya en lugar de volverme a la Argentina me fui para Zaragoza.
-¿Y qué representa Zaragoza en tu carrera?
-Tengo recuerdos buenos y malos. Pasé cosas muy buenas con el equipo, gente super buena. El presidente y su mujer me trataron muy bien. Digo malo porque me tuve que ir por una deuda que tuvieron conmigo. Yo trabajaba en la tienda del club. Estábamos en junio de 2015 y se me debía dinero desde 2013. Sin mentirte, me debían 18 meses. Ahí viene Atlético Madrid, que ese año había clasificado a Champions. Me ofrecen dinero. Yo en principio les dije que no, porque aunque Zaragoza me debía llevaba muchos años ahí. Al final, pensé más con la cabeza que con el corazón y me fui. Cuando la gente del Zaragoza empieza a comentar que me había ido por el escudo, yo dije que nunca iba a dar los motivos. Pasó el tiempo y conté: saben por qué me fui, porque ellos me debían casi 10 mil euros de tienda. Yo nunca los denuncié, porque los adoraba. Lo tomaba como un ahorro que no veía pero tenía. Al final quedamos con una deuda de unos 4 mil euros. Les dije ojalá les sirva para mantener la categoría. Hoy por hoy, cada uno tiene lo que se merece. Yo disfruto de estar en el Granada, con muchas ganas de volver a Primera División. Ellos están ahí naufragando en Segunda y con pocas chances de ascender.
Por Juani Portiglia