Lionel Messi obligó al mundo del fútbol a revisar todos récords de todas sus grandes leyendas. Pulverizó todas las marcas de Barcelona, dejó atrás a Alcántara, máximo goleador azulgrana si se tienen en cuenta los amistosos; a César, mejor artillero de Barça y de los derbis catalanes; y a Xavi Hernández, el futbolista más ganador del club. Con la selección argentina, borró a Batistuta del Olimpo: le birló el puesto número 1 en la tabla de los goleadores albicelestes.
Pero las hazañas del Nº10 no se suscriben a sus dos equipos: en la Liga de España le sacó a Zarra el título del máximo goleador y a Di Stéfano el de jugador más decisivo en el clásico español. Sus goles también coparon Europa. A Müller lo hizo despedirse de sus registros como el máximo goleador en una temporada y en un año natural y a Georgescu el de la Bota de Oro. Alcántara, Cesar, Zarra, Di Stéfano, Müller, Georgescu. Messi le puso color a los récords en blanco y negro.
Hoy Messi tocará un nuevo techo. Otra vez. Se subirá al escenario de la antigua fábrica de la cervecería Damm para recibir su cuarta Bota de Oro, premio que lo corona como el mejor goleador de las ligas europeas gracias a los 37 tantos que firmó la temporada 2016/2017. Esta vez, no tendrá que abrir los libros de historia para conocer el nombre del futbolista al que le robó la marca. El capitán de la selección alcanzó a Cristiano Ronaldo. Mientras que el portugués la alzó en 2006-2007 (31 goles con el Manchester United), el 2010-2011 (41, Real Madrid), el 2013-2014 (31, Real Madrid) y el 2014-2015 (48, Real Madrid), el rosarino se quedó con el galardón en las campañas 2009-2010 (34), 2011-2012 (50), 2012-2013 (46) y la de este curso, siempre con la camiseta del Barcelona.
Ocurre que el ego de Messi es ajeno a los premios individuales. Dicen los que lo conocen, que el rosarino cambiaría todos los premios individuales que tiene a cambio de ganar más títulos con el Barça, ni hablar si se tratara de conquistar un Mundial con Argentina. Con Rusia 2018 a la vista, el Nº10 piensa en el equipo de Sampaoli. Ni siquiera le inquieta su contrato con el Barcelona, que expira en 2018 y tiene en vilo a los dirigentes azulgrana. Aunque el nuevo vínculo ya fue firmado por su padre y representante, Jorge, y por su hermano Rodrigo, responsable de la fundación, falta la firma de Messi, que a partir de enero podrá negociar con el equipo que quiera. «No puedo decir al cien por cien si Leo se va a quedar», soltó Rakitic. Dybala, no se la juega: «El futuro de Messi lo decidirá él y su entorno. Pero se me haría extraño verlo con otra camiseta».
Messi no tiene en mente abandonar Barcelona. Tampoco pretende un contrato mejor al ya pactado ni intimidar al presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu. Pero, tras la salida de Neymar, el plantel azulgrana necesita refuerzos. Y si el rosarino firma su contrato, los dirigentes se podrían relajar al asegurarse al mejor del mundo en el Camp Nou hasta 2021. El compromiso de Messi con sus compañeros, con el entrenador y con el club se mantiene intacto; sin embargo, será fiel a su currículum y no tendrá ningún gesto político.
Con la ilusión en Rusia y la cabeza en Barcelona, Messi suma una nueva Bota de Oro a sus vitrinas. En Barça, mientras tanto, esperan verlo pasar por los despachos.