«Mi hija desde el cielo me ayudó. Es algo que no le deseo a nadie», dijo el goleador de la primera final ante San Martín (T) por un ascenso a la Superliga.
(Nota de Olé, por Maxi Duarte).- El dolor que te toca vivir, muchas veces, solamente aparece para hacerte fuerte, para darle un poco más de sentido por aquello que luchás día a día. “Pasé por un momento muy malo que no se lo deseo a nadie, pero son cosas de la vida, hay que seguir. La familia es todo y tuve el apoyo de ellos, al igual que el de mis compañeros”.
En la semana, Nicolás Miracco no declaró ni contestó ante una situación personal delicada. Se desahogó. Ayer, en la cancha, miró al cielo y agradeció.
El gol de penal que el delantero convirtió en la primera final ante San Martín (T) no fue uno más. Fue dedicado a su hija, ésa que lo mira atentamente desde donde esté y le da fuerzas para seguir, cueste lo que cueste. En un Eva Perón que explotó, escenario digno de una definición por el segundo ascenso a la Superliga, el pequeño milagro fue interno. Casi que pasó desapercibido. Fue entre Miracco, el tanto y su nena. Y todo Sarmiento lo festejó. El Verde está ahí de volver a Primera. Y, al parecer, tiene ayuda divina también.
El penal que convirtió Miracco tras una falta infantil de Acevedo no reflejó mucho lo que pasó en el PT: dominio total de Sarmiento, con un Cacheiro intratable y una visita anodina, que jamás encontró su juego en la ciudad de Junín. Por eso el 1-0 quedaba corto… A Miracco le hicieron la falta y no es el encargado de los penales: siempre los tira Passerini. Pero esta vez sintió algo especial. Lo pidió. Lo pateó. Y lo metió.
Así, el Verde quedó Miracco al cielo. Sí, en Tucumán el próximo domingo puede pasar cualquier cosa y un resultado adverso será difícl de revertir en una Ciudadela que explotará. Pero no cabe duda de que el primer paso lo dio Sarmiento, gracias a su 9 que, desde hace un tiempo, cree más que nadie que todo lo puede.