Mónica Santino no fue la primera. Ella misma se encarga de valorar, cada vez que se reafirma como dueña de la palabra, que antes hubo muchas más. Pero sí es pionera del fútbol femenino en Argentina en su misión de conquistar espacios, de herramienta colectiva, de cuestión de género y cuestión social, de militancia.
Exjugadora, profesora de educación física, periodista y directora técnica, en 2007 fue parte de la fundación de La Nuestra Fútbol Feminista, con base en la Villa 31, pero sin fronteras. Como oradora en la Semana de la Mujer en el Fútbol, ciclo de charlas impulsado por Carolina García y Alejandra Zalazar en plena cuarentena, recordó las necesidades y los deseos que dieron lugar al nacimiento del espacio; y también reflexionó sobre las estrategias para que los lazos ya generados se fortalezcan en tiempos de pandemia.
“Creímos que era justo ofrecer un espacio de fútbol para pibas. Todas veníamos de participar de una u otra manera en lugares de fútbol. Sin haber tenido permiso, habiendo tenido que luchar siempre para jugar. Donde recibirnos de directoras técnicas nos costó mucho, porque por lo general compartimos clases únicamente con varones. Todas veníamos con distintas heridas en la trayectoria futbolística, sin poder terminar de ser”, comenzó diciendo.
Y agregó: “En la Villa 31, en conjunto con las pibas, nos completamos. Por eso hablamos de la importancia de lo colectivo y lo grupal, porque el fútbol es un deporte maravilloso para entender eso. Arrancamos apoderándonos de la cancha, de un espacio para entrenar, creciendo como grupo. Hoy somos más de cien en canchas, divididas por categorías. Con un cuerpo técnico únicamente conformado por mujeres, con entre ocho y diez compañeras trabajando».
La palabra de Mónica Santino, al igual que la función de La Nuestra, trasciende al mero hecho de patear una pelota. La atraviesa. Pero sin descuidar nunca el lugar del juego. Y a la hora de ejercer el derecho a jugar es que plantea inconcebible que la mujer pueda ser apartada de toda la significancia que tiene el fútbol en la vida.
«Ejercer ese derecho al juego es romper las lógicas de cómo están armados los géneros en cuanto a las conductas que se esperan. Es entender que el cuerpo de una mujer puede saltear, cabecear, rasparse una rodilla, que tiene fuerza para meter un cambio de frente, que tiene un vínculo con otra compañera cuando se pasa la pelota, que recupera la dignidad cuando pone la pelota debajo de la suela y levanta la cabeza para poder jugar. En esa recuperación de vínculo, de lenguaje, de cuerpo y de territorio, hay una mujer empoderada y una mujer que tiene más herramientas para combatir la violencia de género que es cotidiana”, destacó.
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Una de las grandes carencias que destaca Mónica Santino en el fútbol argentino actual es la falta de formación, de escuelita, con la que la mayoría de las futbolistas que integran los torneos de AFA han llegado a Primera División. «Pensamos qué pasaría si en nuestros clubes hubiera divisiones inferiores, qué pasaría si nuestros equipos fueran dirigidos cada vez por más mujeres, porque hay una gran cantidad de diplomadas que pueden hacerlo, tanto en equipos de varones como de mujeres; pero a la hora de recorrerlos vamos a encontrar que en AFA hay muy pocas entrenadoras dirigiendo y muchas diplomadas sin trabajo«, dijo.
Remarcó, también, que con la actividad paralizada por la pandemia global es muy probable que para la mujer sea mucho más difícil ver un horizonte que para los hombres, precisamente porque en gran parte del mundo el fútbol femenino queda afuera del negocio, de la industria. En base a ello, planteó estrategias para que a la salida del coronavirus los lazos estén fortalecidos.
«Hay que pensar estrategias que tengan que ver con la grupalidad, con pensar un salario universal único que era una de las propuestas que escuchábamos en estos días. De esa unión van a salir las soluciones. En el barrio estamos buscando todas esas estrategias grupales, con comunicación permanente, pero cumpliendo el aislamiento necesario para cuidar la vida”, expresó.
Y concluyó: «Hay días más duros que otros, pero la desazón no nos puede pasar por arriba. Así como hemos enfrentado partidos tan difíciles, también vamos a enfrentar este. El fútbol de mujeres en Argentina crece, está para quedarse y en función de esa visibilidad enorme que hemos conseguido este año gracias a la tarea de muchas generaciones de futbolistas, no podemos perder de vista la unión, la grupalidad. El movimiento de mujeres y el feminismo creó el escenario para que las mujeres futbolistas y las diversidades aparezcan y es fundamental no dar ni un paso atrás. Tenemos que nivelar las oportunidades, la cancha, y cuando podamos volvernos a encontrar recordaremos este tiempo como aquel en el que reafirmamos condiciones«.
