Su corazón dijo basta. El Panadero Díaz no pudo reponerse de un aneurisma aórtico y murió esta mañana en la Fundación Favaloro, adonde había ingresado el viernes para ser operado. El ex defensor surgido en Racing había cumplido 72 años el pasado lunes 8 de enero.
El viernes 12 por la mañana, Díaz había ingresado a la Fundación Favaloro para someterse a una intervención quirúrgica programada, que consistía en la aplicación de una endoprótesis en la aorta abdominal.
Pero las cosas no salieron bien y su estado de salud se agravó. Fue operado nuevamente, y desde ese momento el Panadero quedó internado en terapia intensiva. Por la mañana, finalmente falleció.
El Panadero fue un tipo muy querido en el ambiente del fútbol. Comenzó su carrera en La Academia de Avellaneda en 1965. Allí ganó la Copa Libertadores de 1967 y la Intercontinental de ese mismo año. También fue campeón con Racing del torneo local.
Jugó un año en San Lorenzo (1973) y después partió a España para actuar en el Atlético de Madrid, donde ganó la Copa Intercontinental (1974), la Copa del Rey (1976) y la liga local (1976-1977). Y volvió al país para retirarse con la camiseta de Racing en 1978.
Tras colgar los botines, comenzó como ayudante de campo de Ramón Cabrero en Deportivo Italiano. Luego se convirtió en la mano derecha de Alfio Basile.
Como ayudante del Coco, fue bicampeón con Boca del torneo local, ganó la Sudamericana y la Recopa en dos oportunidades. En Racing se quedó con la Supercopa 88 y también festejó la Copa Gigantes de la Concacaf en el América de México.
Siempre junto con Basile, Díaz integró en dos ciclos el cuerpo técnico de la Selección Nacional. Consiguió las Copas América de 1991 y de 1993, la Copa Confederaciones de 1992. Y participó del Mundial de Estados Unidos en 1994.
Para el recuerdo quedará su cábala con Basile en Boca. Ante cada gol, el Panadero, que siempre tenía talco en uno de sus bolsillos, abrazaba al Coco y le manchaba la ropa con el «talco de la buena suerte».