Lo que para nosotros es normal, en Irán fue un acontecimiento histórico. Este jueves, las mujeres fueron habilitadas para ingresar al Estadio Azadi de Teherán y presenciar el partido entre el seleccionado local de fútbol masculino y su par de Camboya, por las Eliminatorias rumbo al Mundial de Qatar 2022.
La presión de FIFA, en plena campaña por fomentar la igualdad en el fútbol, fue clave a la hora de que la Federación de Fútbol de Irán accediera a terminar con la exclusión femenina, más por el temor a las represalias que por verdadera convicción.
Es que desde que tuvo lugar la Revolución Islámica, en 1979, el fútbol había estado vedado para las mujeres. Ellas, sin embargo, no abandonaron su pasión y más de una vez se camuflaron con disfraces y barbas postizas para disfrutar del deporte más hermoso de todos.
Esta vez lo hicieron al descubierto, orgullosas, flameando banderas y con sus rostros pintados. Cantando, haciendo sonar silbatos y vuvuzelas. Gritaron nada menos que catorce goles, porque Irán le propinó a Camboya una goleada que también fue histórica.
Hubo mucho sufrimiento en el camino, porque el pasado septiembre Sahar Jodayari decidió inmolarse para que nunca más una mujer se quedara sin poder ver un partido de fútbol en Irán. Cuando la sentenciaron a seis meses de prisión por haber intentado ingresar a un partido en 2018, ella se prendió fuego delante de un tribunal judicial.
El hecho que conmocionó al mundo hizo que FIFA acelerara las gestiones para que el gobierno iraní desistiera de su ridícula posición. La conquista fue a medias si hay que hablar de igualdad, porque las mujeres ingresaron en una tribuna especial, aisladas. Y también porque casi no hubo hombres en el resto del estadio. Tal vez como protesta y por pretender ser dueños de una pelota que, todavía no entendieron, no les pertenece con exclusividad.
Por Juani Portiglia – @JIPortiglia
