La Selección Argentina igualó 1-1 ante Bolivia en San Juan y quedó eliminada del Sudamericano Sub-20 que otorga dos boletos al Mundial de la categoría.
Se estruja el corazón nomás de verlas llorar a ellas que son uno de los grupos más felices que se hayan visto jamás. A las que querían continuar la revolución desde adentro de la cancha, como gritaba la canción de su propia autoría. No contaron, o tal vez sí, con que el enemigo estaba adentro.
Desde hace años, las jugadoras argentinas de selección -pasa también en la mayor- conviven con un entrenador que no milita ninguna de sus luchas. Mucho peor, que reconoció abiertamente que no dirige fútbol masculino porque quedó muy identificado con el femenino. Aunque se muere de ganas. Claro que se muere de ganas.
Imposible no recordar el plantón de Estefanía Banini, Ruth Bravo, Belén Potassa, Florencia Bonsegundo… Entre otras tantas deudas que la Selección Argentina tenía con ellas, la más básica es la presencia de ese entrenador mezquino, temeroso, que le corta las alas a cualquiera que quiera volar, tirar una pared, asociarse. Crear.
Como aquella vez salió Banini, esta vez salió Dalila Ippolito con un fastidio que seguro habrán sentido también sus compañeras y las compañeras de sus compañeras. Y la relatora, la comentarista. Hasta la guapísima de Catalina Primo, que entró por ella muerta de ganas de jugar, pero a su lado. No tengas dudas que a su lado.
Argentina lo empezó ganando desde los dos minutos del primer tiempo, con un gran gol de Brisa De Angelis. Pero ni esa ventaja soñada, que invitaba a deshacerse rápido de cualquier tipo de presión, se pudo aprovechar. El golazo de Marlene Flores, segundos antes de que finalizara el primer tiempo, fue un mazazo. Ahí tampoco hubo DT para animar. Y es que hasta pareciera que es él el primero en no confiar.
Todavía puede hacerse la revolución en el fútbol argentino. Pero no será con un entrenador que aguanta la que le toque hasta que le llegue la propuesta de cualquier equipito de hombres, que seguramente le pagará mejor que lo que cobran hoy las mejores de las nuestras. Habrá que ejercer presión para que lleguen a la selección quienes entienden de qué se trata el fútbol femenino en Argentina, muchísimo más allá de la pelota. Habrá que presentar proyectos para que nunca más a nadie se le ocurra elegir a dedo, porque sí. Habrá que apostar a las bases con verdaderxs formadorxs, pero también con presupuesto para que ese trabajo pueda desarrollarse. Todavía puede hacerse la revolución en el fútbol argentino. Pero será con ellas. O no será.
Por Juani Portiglia