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River y Boca confirmaron que este Superclásico no le importaba a nadie

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Demasiado chiquitito como para intentarse algún tipo de venganza y demasiado cerca de la serie de semifinales de Copa Libertadores, el Superclásico de este domingo, si se permiten buscar en lo más profundo de su corazón y reconocerlo, no le importaba a nadie.

Incluso llegué a pensar que era mejor quedarme escuchando música y ni siquiera cubrirlo. Pero soy demasiado débil ante los mandamientos del medio digital y acá estoy.

La cosa fue medio noventosa, pero sin goles. En aquellos años, River era el que iba, iba y no dejaba de ir buscando el gol. Lo cagaba a pelotazos a Boca, eh, cosa que hoy no pasó. En aquellos años, Boca esperaba, trababa, se peleaba, hacia transpirar hasta el corazón. Era absolutamente oportunista, eh, cosa que hoy no pasó.

Me tendría que haber ido a pasear a Rocco, que me miraba con ojos de aburrimiento desesperado, mientras yo los miraba igual a ellos, que ni cerca estuvieron nunca de darme su cariño. Pero soy demasiado débil ante los mandamientos del medio digital y Rocco no salió.

Odio decirlo, porque después los hinchas se comen el verso de que juegan el partido. Pero lo mejor de este domingo en El Monumental fue el marco, la fiesta que tenía más que ver con gastar al pobre Boca que con disfrutar del fútbol del para nada exquisito River.

Me tendría que haber dormido tremenda siesta, porque anoche casi que no pegué un ojo desgrabando y desgrabando. Pero soy demasiado débil ante los mandamientos del medio digital. Por lo menos esta nota se cocinó en cuatro minutos.

Por Juani Portiglia – @JIPortiglia

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