Mientras el fútbol argentino sigue en vilo por la demora en el regreso a las prácticas, el futsal vive aún más incertidumbre en el horizonte y soñar con siquiera volver a entrenar parece algo todavía muy lejano. Pero el caso de Gonzalo Abdala va mucho más allá, ya que el jugador del club 17 de Agosto sufrió en los últimos días un fuerte golpe que lo obligó a modificar su habitual rutina y a dejar en segundo plano su principal actividad.
Es que Abdala, de 29 años y campeón de la Copa América 2015 con la Selección argentina de futsal, se encuentra ahora aislado junto a su papá, internado por un cuadro de epilepsia y ahora contagiado de coronavirus, y pasa sus días encerrado entre cuatro paredes sin contacto alguno con el mundo exterior. En diálogo desde el Hospital Churruca, el jugador cuenta la odisea que tuvo que vivir para trasladar a su papá desde la Costa Atlántica, donde sufrió la complicación de salud.
«Me fui a buscarlo hasta Santa Teresita en auto con un permiso. En el control de acceso me dijeron que si entraba me tenía que quedar 14 días en cuarentena antes de verlo, lo que me pareció una locura porque era una situación de riesgo», cuenta Abdala a este portal.
«Logré comunicarme con el hospital, intenté conseguir el traslado, llamé ambulancias. Se hizo largo. Hasta que una médica me dijo que lo mejor iba a ser que ellos me lo traigan hasta el control, en plena ruta. Tenía mucho miedo de traerlo yo porque no sabía cómo podía reaccionar durante el viaje, teniendo en cuenta que estaba dopado y con mucha medicación encima. Vine directamente sin parar, fue duro y estaba muy nervioso, pero pude llegar bien», detalla.
Lo cierto es que, una vez en el hospital, al su padre le detectaron neumonía y, un día después, a Gonzalo lo llamaron para comunicarle que también había dado positivo de coronavirus. También le pidieron que se acercara porque su padre necesitaba estar acompañado. «Igual lo más grave era lo otro, él es epiléptico y estaba costando conseguir los medicamentos», cuenta con angustia el ex jugador de la Selección.
Sin dudarlo, Abdala se instaló en la habitación junto a su padre, completamente aislados del afuera y siguiendo minuto a minuto su recuperación. «Estar encerrado en una habitación todo el día no es nada fácil, aunque yo me siento muy bien físicamente. Cuando logré hablar con médicos me enteré que ellos ya me tomaban como si fuera un paciente positivo, pese a que todavía no me contagié», admite.
El fútbol como cable a tierra
El «Magia», como le dicen en el ambiente del futsal, cuenta que su papá fue mejorando día a día y que lentamente pudo ir charlando con normalidad. Y tras un par de días de incertidumbre, decidió continuar con sus entrenamientos ahí mismo, junto a la cama de su padre.
«Necesitaba hacer algo porque es muy duro para la cabeza y me puse a entrenar. Me hizo muy bien. Después me pude conectar un ratito con mis compañeros. Obviamente no es nada fácil, no tengo espacio ni herramientas», relata Abdala, quien compartió parte de su «rutina» de entrenamiento en las redes sociales.
Lo más curioso es que su papá, ex subcampeón mundial de taekwondo, a medida que se iba sintiendo mejor, comenzó a darle consejos de entrenamiento y hasta se animó a enseñarle después técnicas de defensa personal. Todo entre esas cuatro paredes. «Eso le sirvió mucho para despejarse», admite Gonzalo, ex jugador de Boca, San Lorenzo y Cerro Porteño de Paraguay, entre otros clubes.
«A la gente le digo que se cuide. Los médicos están sobrepasados y tienen miedo. Ellos nos ayudan tanto que creo que nosotros tenemos que poner un poquito y ayudarnos cuidándonos», cierra Abdala, que mientras espera para poder volver a jugar a la pelota como tantos otros futbolistas, se encuentra lidiando con un partido mucho más complicado que lentamente está torciendo a su favor.
Nota: MinutoUno