En el inicio de las Eliminatorias de la Conmebol rumbo al Mundial de Qatar de 2022, Argentina derrotó 1-0 a Ecuador en La Bombonera, con gol de Lionel Messi de penal.
Coronavirus. Pandemia. Aislamiento. Cuarentena. Esenciales. Distanciamiento. No tocarás. No besarás. No compartirás. Justo cuando habían cambiado las palabras claves y los mandamientos, un día se volvió a pensar en Qatar desde una Bombonera vacía en sus tribunas, pero con invitados de lujo, con Lionel Messi a la cabeza.
Sucede que quienes adhieren a la teoría de que el fútbol es la más importantes de las cosas menos importantes de la vida, este jueves fueron un poquito más felices con la vuelta de las Eliminatorias rumbo al Mundial de 2022. Un poquito más felices con el debut de la Selección Argentina ante Ecuador. Un poquito más felices con el gol del capitán. Y un poquito más felices con el triunfo.
No fue el mejor partido de todos los tiempos. Ni el mejor partido de la Selección Argentina. Ni siquiera el mejor partido desde que la conduce Lionel Scaloni. Pero fue suficiente, porque era necesario. Incluso se pudo disfrutar casi sin nerviosismo, porque se abrió rápido.
¡EL GOL DE LIONEL ANDRÉS MESSI 💪🇦🇷
— TyC Sports (@TyCSports) October 9, 2020
ARGENTINA 1 – ECUADOR 0. pic.twitter.com/XEsA9LdJIa
A los 11 minutos el árbitro concedió una falta que reclamó Lucas Ocampos dentro del área, haciendo oídos Sordos al reclamo de un Gustavo Alfaro que no estaba acostumbrado a que le cobraran un penal en contra en La Bombonera. Y Messi lo cambió por gol, con un remate colocado pero potente, que venció los dedos de un gigante como Alexander Domínguez estirado en toda su extensión.
No vaya a creer que pasó mucho más en ese primer tiempo. Apenas algunas buenas asociaciones entre Lionel Messi, que no fue brillante pero fue docente, con Lautaro Martínez y Lucas Ocampos. Más flojito fue el trabajo del doble cinco que formaron De Paul y Leonardo Paredes -que obviamente vio su tarjeta amarilla bendita de cada día- con muy poca incidencia en la elaboración y casi siempre a destiempo para cortar los tímidos intentos de Ecuador para contraatacar.
En defensa también empezaron a aparecer las primeras señales de alerta. Porque más allá de lo poco que propuso en ataque el equipo de Alfaro, evidenció a un Otamendi falto de timing, que quedó pagando cada vez que estuvo mano a mano, especialmente ante la velocidad de Enner Valencia. También a un Montiel tímido a la hora de pensar al ataque e impreciso en la salida, dos características que, a la inversa, lo volvieron indiscutible en el River de Gallardo. Más tranquilidad arrojó la actuación de Franco Armani, que tras un primer tiempo sin tarea estuvo atento cada vez que lo exigieron en el complemento, como para sumar esa confianza que necesita el dueño del arco de la Selección.
Dicen que cada equipo juega, también, en función de lo que ofrece su rival. Y Ecuador ofreció tan poco que en el complemento Argentina incluso bajó su producción. Así y todo, en apenas 2 minutos tuvo una ocasión clarísima de gol Lucas Ocampos, pero Domínguez desvió su tiro al córner.
¡UUUUH!
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En el arranque del ST, Domínguez le ahogó el grito a Ocampos. #EliminatoriasEnTyCSports. pic.twitter.com/Mzrts4m1UG
Scaloni empezó a mover el banco y dio lugar al ingreso de Toto Salvio, de gran actualidad en Boca, por Marcos Acuña, que se retiró con una molestia muscular que ya pone en duda su presencia ante Bolivia. También Lucas Alario tuvo sus quince minutos y monedas reemplazando a Lautaro Martínez; y para el final quedaron los ingresos de Foyth por Montiel y Nico Domínguez por Ocampos.
Antes de irse de la cancha, el delantero de Sevilla pivoteó bien para Messi en la puerta del área y el crack del Barcelona -ahora contra su propia voluntad- sacó un remate que se estrelló mitad en el hombro mitad en el brazo de Estupiñán, pero el árbitro -y el VAR-concluyeron que conceder otro penal hubiese sido demasiado.
No fue el mejor partido de todos los tiempos. Ni el mejor partido de la Selección Argentina. Ni siquiera el mejor partido desde que la conduce Lionel Scaloni. Pero fue suficiente, porque era necesario. Y porque siempre, pero siempre es bienvenido arrancar ganando.
