El ingreso masivo de ropa importada, liderado por plataformas como Shein, Temu y Amazon, está generando una fuerte crisis en la industria textil nacional. Precios bajos, envíos gratis y amplitud de talles son algunas de las razones que explican el fenómeno.
Boom de Shein y ropa importada: cómo la apertura de importaciones pone en jaque a la industria textil argentina
Desde que el Gobierno eliminó las restricciones a las importaciones en 2024, el mercado argentino fue testigo de una verdadera explosión de marcas extranjeras que operan a través de plataformas digitales. Entre ellas, Shein es la que mayor impacto generó, con una estrategia agresiva basada en precios ultra bajos, promociones permanentes y envíos gratuitos que captan la atención de un público cada vez más acostumbrado a comprar online.
Esta situación no solo representa un cambio de hábitos de consumo, sino que también acorrala a la industria textil argentina, que enfrenta una competencia desigual, en la que no puede equiparar costos ni condiciones.
Según datos del Indec, las importaciones crecieron un 42,8% interanual entre enero y marzo de este año, y un 17,7% más que el trimestre anterior. Actualmente, el 70% de la ropa vendida en el país proviene del exterior, una cifra que históricamente rondaba el 40%.
Las claves del éxito de Shein en Argentina
El avance de Shein y otras plataformas de fast fashion no es casual. Entre los motivos que explican su éxito, se destacan:
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Precios muy por debajo de la media local.
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Variedad de talles y diseños.
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Envío gratuito a domicilio.
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Promociones, descuentos y cupones en cada compra.
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Compra sin intermediarios y entrega puerta a puerta.
A esto se suma un contexto macroeconómico favorable: dólar barato, reducción de aranceles y un sistema que permite importar hasta u$s400 sin pagar impuestos, lo cual profundiza la diferencia con la producción nacional.
Una competencia desigual para la industria argentina
Luciano Galfione, presidente de la Fundación ProTejer, explica que estas empresas internacionales aprovechan mercados como el argentino por la falta de controles y la liberalización comercial:
“Argentina eliminó todo tipo de control, bajó aranceles y por eso se convierte en un mercado muy atractivo para empresas de ultra fast fashion”.
Además, advierte sobre la desigualdad estructural:
“Nosotros pagamos IVA, ingresos brutos, impuestos municipales. Shein no. Ni siquiera se respetan los aranceles establecidos. Estamos compitiendo con reglas distintas”.
Sumado a esto, la infraestructura deficiente, tasas de interés altísimas, y comisiones abusivas de tarjetas de crédito en el país encarecen aún más los costos locales.
“Las tarjetas cobran seis veces más comisiones en Argentina que en el mundo. A Shein le cobran menos porque las comisiones recaen en los productores nacionales”, lamentó Galfione.
Precio, calidad y talles: los argumentos del consumidor
Uno de los debates más intensos en redes gira en torno a la percepción del precio y la calidad. Mientras muchos usuarios cuestionan los altos valores de la ropa nacional y la falta de talles inclusivos, los empresarios textiles insisten en que gran parte de la producción local tiene estándares internacionales.
“El 70% de los jeans que se producen en Argentina tienen calidad global. Pero cuando el precio es más alto que en Estados Unidos, el consumidor siente que no vale lo que cuesta”, sostiene Galfione.
En cuanto a los talles, Shein se beneficia de su escala global y de su base de datos internacional.
“Ellos venden a todo el mundo, nosotros producimos para un mercado chico con cuerpos distintos. No es falta de capacidad, es una cuestión de escala”, explican desde el sector.
Francia y la guerra contra el ultra fast fashion
Mientras en Argentina crece la preocupación, en Europa ya comenzaron a tomar medidas. Francia aprobó una ley pionera que busca limitar el avance del ultra fast fashion con sanciones económicas, restricciones publicitarias y nuevas reglas de etiquetado.
Desde 2025, las marcas deberán pagar una tasa ambiental de 5 euros por prenda vendida, que aumentará a 10 euros para 2030. También se prohibirá la publicidad de estas empresas y se sancionará a influencers que promocionen sus productos.
El objetivo es claro: fomentar la producción sostenible, el reciclaje textil y proteger la industria local frente a la competencia desleal.
¿Qué puede hacer Argentina?
Para los empresarios locales, la solución no está en cerrar el comercio, sino en nivelar las condiciones:
“No queremos que nos regalen nada, pero no podemos competir si pagamos impuestos, cumplimos leyes laborales y ellos no”, señalan.
Galfione insiste en que la clave es la intervención del Estado para equilibrar las reglas de juego:
“Este problema tiene solución, pero no depende sólo de la industria. Hay que discutir medidas estructurales y definir un modelo de país que proteja el trabajo nacional”.
Mientras tanto, el boom de Shein en Argentina refleja no solo una preferencia de consumo, sino también una crisis profunda del sector textil local, que exige respuestas urgentes si se pretende evitar su colapso.