Aunque conducir bien o mal no es cuestión de géneros, hay diferencias de comportamiento y aprendizaje a la hora de manejar. Quiénes producen más accidentes y por qué son menos las mujeres con registro
Desde la invención del automóvil y su irrupción como una herramienta «útil» en la vida cotidiana siempre existió una premisa «aceptada» universalmente por la sociedad: las mujeres no manejan y, si lo hacen, lo hacen mal. Sin embargo, aunque los derechos de todo el espectro femenino están siendo cada vez más visibilizados hace varias décadas, las cosas todavía no cambiaron del todo.
Hace apenas una semana, el subsecretario de Tránsito municipal de Salta, Juan Carlos Garrido, estuvo envuelto en una polémica por decir en una entrevista radial que, a la hora de estacionar, a las mujeres «les cuesta más. Vaya a saber cuál es el motivo». Y agregó: «Cuando van a hacer el trámite, fundamentalmente las mujeres, se molestan porque no quieren hacer el práctico; ¿saben por qué se molestan y no quieren hacer el práctico? Porque no saben estacionar, estacionan de punta. Después salen en Face o Twitter diciendo de la mala atención en Tránsito».
Aunque Garrido aclaró en una entrevista que no se trataba de una persecución y que las mujeres «son mucho más cuidadosas en la conducción del vehículo y las estadísticas tienden a favorecerlas», debió pedir disculpas en su cuenta de Facebook. Pero el debate ya se había instalado y, rápidamente, muchos usuarios de redes sociales comenzaron a manifestarse a favor y en contra del funcionario. El interrogante que surge entonces es: ¿Existe verdaderamente una diferencia de capacidad al volante entre los géneros?
Según datos de un informe de CESVI (Centro de Experimentación y Seguridad Vial), en relación a accidentes de tránsito, en los siniestros con participación de conductores de ambos sexos, la responsabilidad de los hombres es del 52 por ciento y del 48 por ciento de mujeres. A su vez, los conductores masculinos participan en más del 75 por ciento de los siniestros, mientras que las mujeres en el 24 por ciento.
Sin embargo, este último dato está estrechamente relacionado con la cantidad de conductores de ambos sexos que hay en el país. Según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, correspondientes a 2015, hasta agosto de ese año se expidieron 1.825.025 licencias de conducir en todo el país. De las cuales 27 por ciento fueron femeninas y 73 por ciento, masculinas.
Para ‘Luly’ Dietrich, fundadora y directora de Mujeres al Volante -una comunidad de mujeres que manejan y se interesan por los autos-, este fenómeno no es casual. «Para los hombres ir a sacar la licencia de conducir puede ser un trámite más, para nosotras es algo más que un procedimiento», señaló.
«Desde el año 2009 que creé Mujeres al Volante, aprendí mucho. No sólo de la industria del auto sino de la mujer. Recibí miles de relatos de mujeres que necesitaban aprender a manejar, lo cual estaba 100 por ciento relacionado con el lugar que querían ocupar en sus familias», relató Dietrich.
«Cada una de las historias me hizo conocer más el comportamiento de la mujer, pero a la vez el del hombre. Historias de mujeres donde el auto era cosa de hombres y donde el miedo invadía las ganas de aprender a manejar». Por eso, aunque manejar bien o mal no es un tema de género, a veces el aprendizaje está relacionado a la historia familiar de cada persona, especialmente en el caso de las mujeres.
No obstante, sí existen algunos datos comparativos. En los cursos de conducción segura que dicta CESVI se evaluó la habilidad conductiva de hombres y mujeres y, en esta oportunidad, la balanza se inclinó para los hombres. Técnicamente hablando, la mayoría de las mujeres manifiestan una menor habilidad respecto al hombre, tanto en la coordinación de brazos y piernas en el slalom de baja y alta velocidad, así como con el slalom marcha atrás con el uso de los espejos retrovisores.
Pero, por otra parte, ellas le dedican un 20 por ciento más de tiempo al aprendizaje de las maniobras. «Las mujeres por lo general somos más precavidas porque somos más empáticas y pensamos en todo lo que nos rodea en las calles: peatones, ciclistas, motos, transporte público. Esto hace que respetemos más las normas de tránsito también», explicó ‘Luly’ Dietrich. Eso, combinado con el respeto que todavía predomina al ingresar a un ámbito predominantemente masculino, a las conductoras femeninas les suele alargar el aprendizaje del manejo del auto. «Sí, las mujeres somos más enroscadas, más emocionales, más analíticas. Pero eso no quiere decir que, cuando se logra, el arte de manejar se haga mal. Todo lo contrario».
Esto explica por qué en la prueba de simulación de CESVI sólo el 10 por ciento de ellas superaron la velocidad de consigna, mientras que el 40 por ciento de los hombres incrementó las velocidades máximas exigidas a pesar de las recomendaciones previas a cada práctica donde se explicó que las mismas no debían ser superadas. «Esto es parte del arte del buen manejo también, y, si a eso le sumamos que nos interesamos mucho en todo lo relacionado a seguridad, vemos una conducta al volante positiva. Incluso cada vez más mujeres se interesan en las técnicas avanzadas de manejo».
Cada vez que una mujer se sienta en el asiento de conductor de un auto, el prejuicio sigue presente. Pero, según indican los expertos, en general se explica por una diferencia de aprendizaje y de crianza. «Como toda actividad, hay mujeres que manejan bien y otras que no lo hacen tan bien. Lo mismo pasa con los hombres. Fíjense en las calles y lo van a poder confirmar por ustedes mismos», concluyó Dietrich.