En una ceremonia en Asís, Carlo fue proclamado beato, un paso significativo hacia la santidad. Este proceso es uno de los más rápidos en la historia vaticana, pues ocurrió solo 14 años después de su muerte.
Un joven devoto y tecnológico
Carlo Acutis nació en Londres en mayo de 1991 y desde temprana edad mostró un fervor religioso notable, influenciando a su familia para que se acercara a la fe. A pesar de su corta vida, Carlo utilizó su habilidad en informática para conectar más de 10,000 parroquias alrededor del mundo a través de la web. Este logro le ganó el título de «influencer de Dios» debido a su uso innovador de la tecnología para difundir el mensaje cristiano.
Camino hacia la santificación
Carlo murió de leucemia a los 15 años. En 2018, fue declarado «venerable» y posteriormente, en octubre de 2020, fue beatificado. Un milagro atribuido a Carlo involucró la curación de un niño brasileño con una anomalía genética en el páncreas, tras la invocación a Carlo utilizando un fragmento de su pijama. Para ser canonizado como santo, es necesario que se reconozca un segundo milagro atribuido a su intercesión.
Legado y veneración
Carlo Acutis se trasladó a Asís con su familia, donde continuó su misión de conectar iglesias globalmente. A los 7 años, ya afirmaba que su plan de vida era estar en constante comunión con Dios. Su madre, Antonia Salzano, describe cómo Carlo le enseñó sobre la fe, influenciando su conversión al cristianismo. Carlo dedicaba su dinero a los pobres y expresó felicidad en su lecho de muerte por haber vivido una vida alineada con los valores divinos.
Exhumación y exhibición
El Vaticano abordó rumores sobre la conservación de su cuerpo al ser exhumado para su beatificación, aclarando que su estado era acorde a los años transcurridos desde su muerte. Su corazón fue preservado para veneración y su rostro está cubierto por una máscara de silicona. Carlo Acutis será recordado por su uso de la tecnología para el bien espiritual y su próxima beatificación lo acerca un paso más a convertirse en el «primer santo millennial».