La monitorización medioambiental hace referencia a diversas actividades realizadas para obtener información y realizar un seguimiento de la situación de los recursos naturales. Para hacer esto, es frecuente apoyarse en la teledetección, de modo que se pueda obtener a distancia los datos necesarios.
Dentro de las características de la teledetección, una de las más importantes en esta tarea es la de la resolución espacial. Se considera resolución espacial de las imágenes satelitales al nivel de detalle de la imagen; dicho en otras palabras, la superficie total a la que equivale un píxel, la unidad de medida visible más pequeña. Aunque existe la idea errónea de que más resolución es mejor, la realidad es que, en función de la tarea, la resolución necesaria puede variar drásticamente.
H2: La resolución espacial en teledetección y cómo afecta a la monitorización
Si una persona se encuentra a una gran distancia del suelo (por ejemplo, en lo alto de una montaña o volando en un avión), sus ojos no serán capaces de reconocer de forma clara características del paisaje; sin embargo, si comienza a descender, poco a poco podrá reconocer objetos en función de la forma, color y tamaño de los mismos. En el caso de la teledetección, este reconocimiento se realiza por medio de los sensores instalados en satélites, drones y vehículos aéreos.
Si un sensor no es muy potente, obtendrá imágenes de baja resolución donde solo los objetos más grandes podrán ser reconocidos, sin un gran nivel de detalle. Esto puede usarse para evaluar características grandes del paisaje, como los límites de un bosque, y los cambios significativos que se producen con el paso del tiempo. Por otro lado, si un sensor es muy bueno, las imágenes de alta resolución espacial que capte permitirán reconocer objetos “pequeños”, como casas, coches o árboles individuales. Así pues, las necesidades concretas de lo que se quiere monitorizar determinan cuál es la resolución adecuada.
Otro detalle importante a tener en cuenta es que el área varía con la resolución. Una imagen de alta resolución abarca un área pequeña de terreno, como un campo de cultivo o un pequeño pueblo, mientras que las imágenes de baja resolución, aunque sin mucho detalle, pueden cubrir zonas enormes, como una región o todo un país.
H2: Avances en las imágenes de satélite de alta resolución
Gracias a los continuos avances tecnológicos, las imágenes de satélite también evolucionan. Lo que hace un par de décadas podría considerarse como alta resolución, a día de hoy se considera resolución media o, incluso, baja resolución. Esta evolución, además de orgánica, también responde a la creciente necesidad de monitorizar el medioambiente y hacer frente a los problemas derivados del cambio climático.
No solo disponemos de una mayor resolución con la que ver cada vez objetos más pequeños, los sensores avanzados pueden detectar características que van desde la contaminación del aire y la calidad del agua hasta los cambios en la composición del suelo y el uso de la tierra, siendo algunas de esas características no visible a simple vista por el ojo humano.
Esta información detallada sobre nuestro planeta, como la temperatura, la humedad o el viento permiten a los investigadores analizar distintas métricas para comprobar posibles patrones o aquellas alteraciones que podrían afectar a todos de forma directa o indirecta. Por ejemplo, para investigar el cambio climático se mide la cantidad de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera.
Para aquellos interesados en visualizar y analizar imágenes de satélite, EOSDA LandViewer es la opción más completa. Se trata de una plataforma en línea que dispone de imágenes de diferentes fuentes y resoluciones, que pueden procesarse usando más de 10 índices de vegetación diferentes. Toda la información queda almacenada cómodamente dentro de la plataforma, de modo que no ocupe espacio en el dispositivo del usuario, pero siempre a mano para ser descargada cuando se necesite.
H3: Retos y perspectivas de futuro
Aunque esta tecnología ha supuesto una revolución, al igual que el resto, no está exenta de ciertas limitaciones y retos a superar. Aunque su precio se ha ido reduciendo con el paso del tiempo, las imágenes de alta y muy alta resolución, en algunos casos, pueden tener precios prohibitivos, en función de la zona a monitorizar y la disponibilidad de diferentes opciones. En lo que respecta a las limitaciones técnicas, las nubes siguen siendo el principal enemigo de las imágenes de satélites tomadas con sensores ópticos, pues dificultan la visión de la superficie terrestre; por otro lado, el procesamiento de grandes volúmenes de imágenes requiere de importantes recursos informáticos y de software.
Así pues, los retos a solventar en el sector pasan por la mejora de los sensores para penetrar a través de las nubes. Aunque esos sensores ya existen (SAR – radar de apertura sintética), no son los más habituales. Otras mejoras que se pueden esperar en los próximos años son la implementación de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático y la integración con otras fuentes de datos, de modo que el potencial de los satélites se maximice.
La tecnología SIG y de teledetección tiene múltiples aplicaciones en diversos campos relacionados con el medioambiente y, en cuestión de minutos, complejos datos espaciales pueden analizarse y obtener información valiosa. Su creciente popularidad hace que sea una opción cada vez más frecuente en muchos sectores y las limitaciones actuales pronto se vean solventadas.