Querés una prueba más clarita de que cuando votamos, y me incluyo, votamos un partido. Una prueba más clarita de que muchas veces no tenemos ni idea de quién carajo es el tercer o cuarto concejal, el consejero escolar. Nomás andá y mirá lo que tuitea Adrian Feldman. Y como él vas a encontrar tantos otros, eh. Y en todos los partidos.
Ojo que estos tipos también son cholulos y hasta que le debe haber llegado el reto desde arriba, que lo hizo jugar al arrepentido en la misma red social en la que destiló odio, seguramente infló el pecho con la felicitación de otros odiadores, muchos de ellos también fieles consumidores de nuestro portal. Lamentablemente.
Repudio el ataque a los mercenarios de C5N , que informen libremente a los planeros https://t.co/QiLaT3bvH7
— Adrian Feldman (@adrianfeldman) July 9, 2020
«Repudio el ataque a los mercenarios de C5N , que informen libremente a los planeros», escribió Feldman recogiendo un tuit de Juan Pablo Itoiz que expresaba que «la libertad de expresión es un derecho y cualquier ataque hacia ella, es atacar un derecho».
El silencio de sus compañeros concejales, principalmente porque no los creo capaces de almacenar los mismos niveles de odio que este señor, el silencio del intendente, puede que no los haga cómplices, pero cuanto menos es una decepción.
Aprovecho tu tw,para pedir disculpas a los trabajadores de prensa agredidos y a las personas afectadas,este es mí último tw,está red saca lo peor de cada persona,y no quiero ser adalid violento, gracias Gustavo https://t.co/tcLbwdNGG3
— Adrian Feldman (@adrianfeldman) July 10, 2020
Queda confiar en que el reto que seguramente le dieron de las puertas para adentro no solo tiene que ver con que fue tan amateur que los hizo quedar mal a los ojos de todo un país. Confiar en que ellos no serían capaces de manejarse con ese nivel de desprecio que fomenta los odios y las divisiones que siempre dijeron combatir.
Te la firmo nomás para que me putees. Pero a esta altura la política de Junín me chupa un huevo y, si no me lo pidieran, no te gasto en ella ni un segundo más de mi tiempo.
Por Juani Portiglia