Junto con mi marido, Diego Echevarne, y el resto de la familia, tuvimos una necesidad imperiosa de agradecer públicamente a todo el personal de la Pequeña Familia que, básicamente, le salvó su vida. Hace 15 meses que la Pandemia irrumpió en nuestras vidas.
Escuchamos miles de historias que nos amargaban y preocupaban, pero recién cuando transitas la angustiante situación de tener a un ser querido en terapia intensiva, intubado, en coma farmacológico, durante un mes (en nuestro caso), terminas de comprender la gravedad del tema. Familiares, amigos y amigos de los amigos acompañaron con rezos, velas prendidas a todos los santos, grupos de oración, y energía del universo sin cesar y tenemos la convicción de lo mucho que todo eso lo ayudó. Convivir con la posibilidad de que te llamen desde la clínica fuera del habitual parte médico, con una mala noticia, es totalmente angustiante.
La vida se paraliza a tu alrededor y lo único que pedís al cielo, a Dios y a cuanto santo existe, es que le den la fuerza física, mental y espiritual para que resista y salga adelante, mientras rogás que no se presenten complicaciones o fallas orgánicas.
Y en medio de toda esa pesadilla, aparecen los ya tan mencionados HEROES DE LA SALUD, esos ángeles que cuidan de tu persona querida, con altruismo y vocación verdadera, pero por sobre todo con una gran empatía.
Por ello, no tenemos más que eternas palabras de agradecimiento para los doctores Javier Pepa, Fabio Repetto, Luz Campassi y equipo, los kinesiólogos, a mi cuñada Luciana Muñoz, a los enfermeros Valeria, Cecilia, Lisandro, Teté y otros, personal auxiliar de Terapia Intensiva como Vanesa Scollo y de Sala General, quienes estuvieron siempre atentos no solo a la recuperación de Diego, sino a todos nosotros, conteniendo y apoyando con pequeñas acciones cotidianas (como levantar un black out para que podamos verle la cara a unos metros, entre tantas otras cosas). Disculpas a los que no mencionamos.
No se imaginan el gran aporte positivo y alivio que esas pequeñas acciones nos dieron. Entendimos lo difícil que debe ser para todos ellos convivir cotidianamente con la posibilidad latente de la muerte, pero también de la vida y la recuperación. NUESTRO INFINITO AGRADECIMIENTO por salvarle la vida a Diego.
Flia. Echevarne / Inglese