El juninense Alejandro Garrote se define como un joven argentino que viaja en bicicleta desde Tailandia hasta España, recorriendo más de 30 países y descubriendo diferentes culturas.
«Acompañame en esta aventura con alforjas, atravesando los rincones y culturas más apasionantes del Mundo en bicicleta. Partiendo de Bangkok a Myanmar, saltando la frontera por aire a India, atravesando de Este a Oeste un país que nunca deja de sorprender y tomando un barco carguero hasta Bandar Abbas en el Sur de Irán, disfrutando del país más amable del Mundo. Cruzando la frontera con Azerbaiyán, Georgia y Armenia para llegar a la maravillosa Turquía, donde por fin llegaré a tierras Europeas subiendo por los Balcanes hasta Holanda y descendiendo a través de Francia a España. Disfruta de las fotos, videos y experiencia de más de un año en bicicleta conmigo y leyendo las historias más fascinantes de aventuras reales e increíbles. Ponte en la piel de un viajero acompañándome en mi travesía», dice Alejandro en su sitio web http://www.bike4mundo.com/
Desde allí se extrae el siguiente testimonio de Alejandro titulado: Un día rutinario en la vida de un cicloturista
Viajar en bicicleta también tiene su rutina diaria, sacrificio, esfuerzo y orgullo al final del día. El día de un cicloturista comienza con la preparación de la ruta que tomará al día siguiente y la cantidad de kilómetros que se desea hacer según la elevación del suelo, el viento y otros factores que se deben tener en cuenta a la hora de planear una ruta.
Cuando se sabe por gráficos y mapas la ruta que se debe tomar comienza la aventura y el sacrificio que no se muestran en los mapas. Subidas de montañas de 12 grados de pendiente, vientos de frente de 22 km por hora, tramos largos sin agua, frío intenso y calores sofocantes. Estos factores se vuelven cotidianos en la vida de un cicloviajero y más si se está por más de un año en la ruta. Sólo cambian los nombres de los países y sus paisajes pero el esfuerzo sigue siendo el mismo.
Por lo general se duerme en la carpa (tienda) o en alguna casa de familia, ya sea por warmshower o couchsurfing pero también hay los que te invitan a ser sus huéspedes al llegar a un pequeño pueblo. El día comienza al amanecer cuando cantan los gallos y la madre del Sol lo deja salir a jugar. Luego de un desayuno completo, se desarma la carpa o se saluda a tu anfitrión de la noche. Cuarenta minutos tardo normalmente en desayunar y desarmar la carpa antes de empezar mi recorrido diario, horas tardo en saludar a mis anfitriones y agradecer su hospitalidad.
El segundo paso del día es el más complicado, empezar a pedalear con los 50 kg que pesa mi bicicleta (incluyendo la bicicleta y el equipaje) en plena mañana fría o ventosa. Los primeros kilómetros me gustan hacerlos sin parar demasiado, solo para tomar agua o alguna foto que se cruce en el camino. Cuando llega el mediodía tengo dos opciones según la temperatura del día, si el día esta templado simplemente como unos snacks y continuo mi recorrido; pero si el día es super caluroso o ventoso paro unas horas para tomar un debido descanso y comer algo más suculento.
Nunca comí tanto como ahora, un síntoma que todo cicloviajero tiene es el de nunca sentirse lleno, siempre se necesita comer más y más pero nunca se está satisfecho, lo bueno es que no se engorda y se puede disfrutar de todas las delicias locales jaj.
“Despertarse temprano, desayunar, desarmar la carpa, pedalear , pedalear y pedalear hasta el atardecer que se debe buscar agua, comida, lugar donde dormir (gratis), ducharme y dormir como un bebé”
La tarde sigue con pedaleo de una ó dos horas, con quince minutos de descanso entre medio de cada tanda para comer algo hasta alcanzar el atardecer. En el atardecer el tiempo pasa más rápido y las tareas para hacer son mayores, llenar las botellas de agua para acampar, comprar los alimentos para cocinar luego, buscar lugar donde poner la carpa y tomar una ducha, son las principales preocupaciones. Después de tener las botellas llenas de agua (tengo capacidad de hasta 8 litros pero normalmente uso 4 litros) y la compras listas, se debe buscar un lugar donde acampar preferentemente cerca de un río o lago para tomar una ducha fría (no importa la temperatura de la tarde) para sacar toda la sal de la transpiración del día. En el caso de no encontrar donde bañarme en el lugar de acampe, recurro a la botella de 1,5 litros que alcanza perfecto para un baño rápido. Bañado y con la carpa armada debo cocinar para matar el hambre de un día largo. Al final del día dependiendo del terreno me gusta haber echo entre 80 y 120 km. Después de haber comido y el reloj marcando no más de las 10 de la noche el cansancio llega de golpe y caigo knock tendido en mi bolsa de dormir para empezar un nuevo día. Donde la rutina se repite de nuevo pero ojo con la posibilidad de encontrar una familia que me hospede y saltarme todo el final del armado de la carpa.
Este es un ejemplo de un día cotidiano en la vida de un cicloviajero en la ruta pero todo viaje tiene sus variantes y sorpresas que lo hacen más interesante.
¿Cambiarías todas tus comodidades por una vida así? Donde las necesidades básicas se vuelven prioridades y no se tienen sin un esfuerzo de por medio. Conocer nuevas culturas, gente y países todos los días, adaptándose a sus costumbres y pasando por las vidas de muchas personas como el extranjero que viaja en bicicleta, ser famoso por unos días entre las familias que te alojan y compartir momentos con extraños que de repente se vuelven tus amigos.
¿Dejarías todo por playas paradisíacas, montañas asombrosas y paisajes de los más diversos del mundo? Por dejarlo todo algunos te llaman loco pero yo creo que ser loco es trabajar toda tu vida para disfrutar un mes de vacaciones al año, tener un auto y una casa propia, para después llegar a viejo y preguntarse que cosas emocionantes hicieron en sus vidas sin hallar ninguna respuesta. Dejemos los miedos de lado y sigamos nuestros sueños, porque si algo se quiere con el corazón se logra con el esfuerzo. Que nadie te diga que hacer con tu vida o te de consejos sin tener una vida propia feliz. Los miedos siempre están, nunca se callan, simplemente hay que dejar de oírlos y por supuesto tener respeto a los verdaderos peligros.
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