Es lunes, víspera de Noche Buena. San Jorge está tranquilo. Hasta los perros dejaron la vereda para ir a buscar un poco de sombra adentro de las casas. El camino ya lo hemos recorrido antes y nada parece haber cambiado. Nos recibe la misma casa, la misma calma. La misma Anahí López, que por fin pudo dormir una siesta después de tanto alboroto. La misma, sí. Aunque ahora es campeona del mundo.
Está montado ya el árbol de Navidad, que recibió por fin ese regalo con el que soñó desde que a los 14 años tuvo su primera pelea. Pero no fue Papá Noel quien lo dejó, sino que lo ganó ella solita en Luis Guillón, lo llevó abrazado al pecho durante todo ese recorrido por las calles de Junín que no se va a olvidar nunca, lo mostró en la Municipalidad donde ahora todos quieren ser amigos y lo entró a la casa de siempre.
«Después de la pelea ya estamos acá. Disfrutando de la familia, preparándonos para las fiestas. Con todo el barrio re feliz. De a poquito voy cayendo. Me siento, le hablo a mi papá y le digo viste, llegan las fiestas, ganamos el título. Ahí es cuando me pongo a pensar y de a ratos voy cayendo. Me pongo contenta, es increíble para mí«, le contó a Junín 24 la flamante campeona del mundo de peso mosca de la Organización Mundial de Boxeo.
Y agregó: «Mi llegada a Junín no pasó desapercibida. Después de cada pelea la gente siempre me hace sentir su apoyo. Esta vez fue algo impresionante, porque la gente me demostró que está. Trato de no emocionarme, de contenerme. Porque por ahí quiero disfrutarlo y no que me vean llorando. Hubo momentos en los que yo iba ahí y veía a la gente salir a la vereda a aplaudir y eso me emocionó mucho. Fue impresionante para mí. Nunca me pasó y no lo voy a olvidar nunca«.
Es curioso, pero La Indiecita se fue sabiendo que iba a volver campeona. Había trabajado durísimo, más que nunca, para lograrlo. Había prometido dejar la vida, pero resolvió su combate ante la venezolana Niorkis Careño con tanta solvencia que, por suerte, no hizo falta.
«Hubo momentos en los que sentía que ya había ganado. En el séptimo round yo me decía ya está, ya gané. Ahora en estos tres rounds tengo que tratar de sostenerlo así. Saludé a la cámara, ya más tranquila. Igual estuve toda la pelea muy tranquila. Todo el tiempo tenía ganas de saludar a Junín, de decirle acá estoy, peleando el título mundial y lo voy a ganar. Todo el tiempo me sentí ganadora, desde que arranqué».
Anahí López tiene nervios de acero y en las grandes veladas ese factor puede marcar mayores diferencias que la mano más pesada. Pasó las horas previas rodeada de sus seres queridos, agradeciendo los mensajes que llegaban a su celular, hasta que le indicaron que era hora de salir a hacer lo suyo.
«Antes de la pelea, mi papá estaba muy nervioso y me decía hija saltá, calentá, cuando sabe que yo no caliento. Todos los boxeadores lo hacen, pero yo soy tan tranquila que no lo hago. Le digo papi, tranquilo que yo voy a ganar«, confesó la primera juninense en coronarse campeona mundial de boxeo.
Los primeros dos rounds estudió a su rival, esperó a ver qué tenía para ofrecer. Apenas se supo superior, empezó a construir una victoria inapelable, más aún cuando puso a la venezolana rodilla contra la lona en el séptimo. Fue en ese mismo momento, sin embargo, que encendió por primera vez la señal de alerta: «Yo sentí mucho su mano en el cruce que la tiré. Yo le pegué, la tiré, pero cuando ella se cae, que le estaban contando, yo me refriego el ojo y no veía. Fue una piña. Por dentro decía o contale más o que se termine el round porque no veo con un ojo. Cuando me fui al rincón pensaba bueno, quedan cuatro rounds, tengo que aguantar viendo con un ojo. Y pensaba, no me importa. Mi profe me dice se te está hinchando el ojo, yo no le había dicho que no veía bien. Me pasó la plancha y por suerte se me fue. Fue la salvación. Ahí dije ya está. Ahora sí«.
Anahí López dijo no haber visto todavía la pelea que la coronó, aunque supo que hubo quienes minimizaron la performance de su rival, quitándole méritos también a ella. No le da importancia, porque sabe que el combate salió exactamente como lo planificó junto a su equipo: «Mi rival se anuló. No me molestó que algunos hayan dicho que mi rival no estuvo a la altura. Es lo que siempre me pasa con mis rivales, que se anulan. Ella tenía 19 peleas y 15 nocauts. No lo tiene una boxeadora cualquiera. Yo tengo uno solo. Es una boxeadora que pega fuerte», dijo.
Y agregó: «Yo estuve todo el tiempo de acá para allá, porque no quería que me enganche con una piña. Me dio una y casi me deja sin ver. Me enganchaba ora trompada y me podía tirar. Para qué arriesgar. Todo el tiempo, mi plan de pelea en el gimnasio fue de entrar y salir, que no me pegue, no arriesgar en los cruces. Ella pega más fuerte que yo. Lo dice el récord, no lo digo yo. hay gente que por ahí eso no lo entiende, pero los que saben de boxeo sí«.
Con el cinturón en casa, que guardará junto a los que le dejó el título argentino, el sudamericano e incluso un viejo cinturón de su tiempo de amateur, Anahí López se permitió hacer el balance del camino recorrido y destacar la importancia que tuvo la llegada de Camioneros a su carrera: «Fue muy importante, porque yo no tenía equipo, no tenía nada. Estaba acá sola prácticamente, era todo sacrificio mío. No tenía un preparador físico. Si bien tenía técnico, andábamos ahí. Cambiaba de entrenador, porque yo no quiero entrenar para nada, quiero entrenar para ser campeona».
Tan claro lo tenía La Indiecita que era ella quien corría detrás de los entrenadores. Un título del mundo no se gana solo con el talento natural y entendió que para estar a la altura tendría que hacer la prueba, dejar la ciudad que tanto extraña y aventurarse en territorio desconocido. «Acá, descartando a mi técnico de toda la vida, había entrenadores que faltaban a los entrenamientos, que no les importaba. Fue todo al revés. Era yo la que tenía que estar atrás del entrenador. Vos siempre escuchás que los entrenadores dicen es difícil sacar a un campeón, es difícil que tengan la constancia. Bueno, en este caso me tuvieron a mí, que entregaba el cien por ciento, y era el entrenador el que no estaba a la altura«, contó.
Y agregó: «Si tenés a un boxeador que quiere salir campeón, tenés que estar. Si gano yo, ganan ellos. Pero no le daban la importancia necesaria. Necesitaba un manoplero, un preparador físico y no lo tenía. Así que cuando me fui para Buenos Aires, que arreglé con Camioneros, me pusieron todo junto. Si necesitaba un sparring, le pagaban para que venga a guantear conmigo. Invierten plata, porque saben que a la larga ganan. Es lo más importante que me pasó».
INFLUENCER
Además de haberse convertido, probablemente, en la deportista más destacada de la actualidad juninense, Anahí López es también toda una influencer. Desde las redes sociales, abre a sus seguidores la intimidad de sus entrenamientos y otros momentos de su vida cotidiana. Ahí también se explica todo lo que genera.
«Nunca me pasa tener comentarios negativos. Y si pasa no doy bola, porque son mil contra uno. Me pone re contenta la interacción con la gente, que compartan los videos que subo. A mí me gusta subir cosas, la gente te tira palabras de aliento, te apoya. Yo leo todo lo que me mandan y trato de responder a todos los que pueda», reconoció.
DESCANSO Y VAMOS
Para La Indiecita serán poco más de dos meses de descanso en Junín, con la familia y los amigos de toda la vida. Después, volverá a poner toda la maquinaria en marcha, porque parece que la primera defensa llegará mucho antes de lo que cualquiera podría haber imaginado.
«Tuve llamadas, visitas. El sábado y domingo casi que dediqué todo mi tiempo a eso. Mucha gente vino a saludar, el barrio está revolucionado. Me quedo acá hasta febrero. Yo siempre extraño mucho mi casa, así que pedí pasar acá las fiestas. Papá no asa. Yo sí, me encanta», dijo. Y adelantó: «Parece que en marzo puede haber una defensa, no hay rival ni nada pero así me dijeron. Así que vamos nomás».
Por Juani Portiglia