Volver a las fuentes. Esa parece ser la principal enseñanza que deja la campaña 2017/18, afectada por inundaciones primero y sequía después, lo que complicó la evolución de muchas empresas agrícolas de varias regiones pampeanas.
Volver a las fuentes significa diversificar y no apostar todas las fichas a la actividad agrícola de mayor rentabilidad esperada, como la soja o el maíz. Significa combinar planteos agrícolas con ganaderos o diversificar entre cosecha gruesa y fina, para distribuir riesgos y tener mayores posibilidades de obtener buenos resultados con algunas actividades que integran la «paleta» de producción de cada zona. Cada productor deberá revisar su modelo y ajustarlo a futuro, de cara a la imprevisibilidad climática, que vino para quedarse.
Al trazar un mapeo con las condiciones de los cultivos de grano grueso de acuerdo con las lluvias recibidas en la región pampeana, la situación menos comprometida se observa en el sudeste de Córdoba y en el sur de Santa Fe, que recibieron últimamente lluvias bastante regulares, aunque en ambas se necesitan nuevos registros para que los rindes finales no se alejen de los históricos.
Los cultivos que más han sufrido el déficit hídrico son los del centro, norte, oeste y sudoeste de Buenos Aires, centro y norte de Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa y San Luis. A continuación se relata lo que se vive en algunas de estas zonas como reflejo de la situación general.
En Buenos Aires
En el norte de Buenos Aires, en una región que abarca Pergamino, Junín, Chivilcoy y San Antonio de Areco, las lluvias fueron muy desparejas. No obstante, «ya hay mermas en los rindes de maíz del 50% en las áreas más castigadas -por ejemplo, Arrecifes, donde el potencial de rendimiento baja a 5000kg/ha, luego de recibir solo 20 mm en enero- y del 20% donde las condiciones fueron menos severas, como Junín, con 8000 kg/ha», proyecta el consultor Julio Lieutier.
La producción será sustancialmente menor a la de otros años porque, además, el área de siembra temprana sufrió un recorte importante por los excesos hídricos invierno-principios de primavera. Lieutier vaticina que van a faltar maíz temprano por esta causa, situación que ya se refleja en el Mercado a Término con subas de 10 dólares por tonelada.
Las sojas de primera de ciclo corto de la zona están transitando el período crítico de máximo requerimiento hídrico -R5-R5,5-, con humedad insuficiente, lo que provocará una merma de rinde de por lo menos 15-20%, según el analista. Estos cultivos también sufrieron ataques de mancha marrón, que avanza a pesar de la sequía, y que obligan a tratamientos fungicidas, a veces repetidos.
Los maíces sembrados en la segunda quincena de diciembre tienen seis-ocho hojas, con ataques de cogollero, que también obligan a tratamientos insecticidas con altas dosis. Necesitan lluvias en los próximos días, en camino a la floración.
Las sojas de segunda están atrasadas porque se sembraron 30 días después de la cosecha de trigo, esperando la recarga hídrica del suelo. «Tienen poco desarrollo y no cubren bien el entresurco. Si llueve rápido se podrían recuperar resignando 2-3 qq/ha de rinde por la fecha de implantación tardía», se esperanza Lieutier.
En Santa Fe
En el centro y norte de Santa Fe la sequía también pegó fuerte. De Rafaela y Esperanza hacia el norte -más de la mitad de la provincia- la falta de agua afectó significativamente el maíz temprano y la soja de primera. Rodolfo Tkachuk, coordinador de los CREA de esa zona, espera una producción promedio inferior a la del año pasado. Si bien aclara que es temprano para hacer un diagnóstico definitivo, admite que en el maíz se pueden esperar rindes de 40-60 qq/ha vs. un registro histórico de 60-80 según zonas. Muchos cultivos fueron picados para ser utilizados en la alimentación de vacas de tambo en planteos diversificados.
«Los cultivos tardíos de soja y maíz están en juego, con pérdidas de rinde potencial, aunque con posibilidades de cierta recuperación si cambia el contexto climático», arriesga Rodolfo.
El girasol ocupa poca superficie en la zona y no ha sufrido grandes problemas. Arrancó el ciclo con buenas condiciones y desarrolló normalmente llegando la época de cosecha sin excesos de humedad, su principal enemigo como activador de enfermedades.
Entre Ríos
Las lluvias también fueron escasas e irregulares en Entre Ríos. «Los mejores registros se dieron en el sur y en el este de la provincia, disminuyendo hacia el norte y hacia la costa del Paraná», define el técnico Federico Vouilloud.
Hay zonas muy complicadas, como La Paz, cerca del límite con Corrientes, donde los maíces de primera están rindiendo 40-50 qq/ha vs 55-60 del promedio histórico. En el sur de la provincia también se pueden registrar mermas del 20% del rendimiento, pero sobre un promedio superior, de 77 qq/ha.
Las sojas de primera de ciclo corto venían desarrollando bien desde la emergencia, pero la falta de agua de diciembre-enero esmerilará los rendimientos. Las de grupo largo todavía están en R2-R3; si no ocurren lluvias en diez días se van a complicar mucho, porque ya tienen síntomas de estrés hídrico. «Plantas con hojas caídas al mediodía y cultivos achaparrados comienzan a ser frecuentes en las recorridas», observa Vouilloud.
Los ataques de trips y arañuela tienen impacto en la regulación hídrica de los cultivos. El primero roe la cutícula de las hojas y como consecuencia la planta no regula sus estomas perdiendo humedad, lo que agrava los efectos de la sequía.
Las sojas de segunda que se lograron sembrar bien están sufridas y perdiendo plantas en la línea porque el trigo previo no dejó mucha agua en el perfil. Son objeto de ataques de oruga bolillera, de difícil control, que suman costos a cultivos que no generarán altos ingresos. En la zona también fue necesario controlar yuyo colorado y capín resistentes a glifosato.
Los maíces tardíos están desde de seis hojas hasta floración según fecha de siembra. «Ingresaron a etapas reproductivas con 1,5 metros de altura, con poca biomasa y hojas acartuchadas en horas de la tarde», observa el asesor.
Frente a esa realidad, los resultados económicos de la agricultura serán preocupantes: con 45qq/ha de maíz en campo alquilado, con suerte el arrendatario saldrá «hecho» en la zona. Con la soja de segunda se esperaba recuperar lo perdido con el trigo diezmado por las enfermedades fúngicas. Las cuentas exigen 22qq/ha para pagar los costos de implantación y protección, un registro que no será fácil de alcanzar si sigue la falta de agua.