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Carta de lectores : ¿Por qué gana siempre Chiófalo?, por José «Pepe» Griyo

El presidente del Club Atlético Sarmiento, Fernando Andrés Chiófalo, acaba de obtener los votos necesarios para comandar los destinos de la institución por otros dos años.

Locales

Cuando complete su mandato, allá por junio de 2027, habrá cumplido 22 años ininterrumpidos en el sillón de Gandini y Necochea.

Durante dieciocho años, el ingeniero agrónomo no tuvo necesidad de llegar a los comicios porque no había quien le presentara batalla, pero en los últimos años encontró en las urnas un contrincante que, en el primer examen (2023), no logró preocuparlo, pero que en la segunda prueba (hace un par de días), lo puso en una posición mucho más incómoda, debiendo redoblar esfuerzos de agenda para intentar estar en todos los medios con declaraciones que tranquilizaran a “su” masa societaria. Creo que con eso, y poco más, le bastó para asegurarse la victoria. Pero intentaré explicarlo con más detalles.

Fernando Chiófalo será presidente por un nuevo período, un escenario que pocas semanas atrás él descartaba de plano cuando declaraba públicamente que había llegado “el final de un ciclo; esto se debe al cansancio, son 20 años, es mucho tiempo y yo siempre dije que hay que tener mucha energía para estar al frente de la institución como se merece Sarmiento…». Pero, como es sabido, finalmente recuperó energías, borró con el codo… se puso al frente de la lista de la Agrupación Siglo Verde y ganó la contienda.

Ahora bien, analicemos qué y cómo ganó, de dónde sacó los votos, a quiénes convenció con su discurso, por qué no quiere (Chiófalo) que haya más socios y, por ende, más votantes…

En primer lugar, y haciendo un análisis muy básico, podemos decir que en la elección anterior el titular de la comisión directiva había cosechado 1.315 votos (82 %), y en la celebrada días atrás se alzó con 1.322 (66 %), es decir, solo 7 sufragios más. Por su lado, la Agrupación De Corazón Verde, con Diego Fernández a la cabeza, obtuvo en 2023 solamente 286 (18 %), y el domingo pasado elevó sus seguidores en las urnas a 692 (34 %). Agreguemos que dos años atrás votaron 1.611 socios sobre 3.200 habilitados, y en la última elección 2.021 sobre 4.000 en condiciones de sufragar. En ambas, votó el 50 % del padrón, un dato que parece se repetirá en futuras elecciones.

Un primer dato que podríamos poner a consideración analizando los fríos números de la estadística indica que los 400 socios de más que se acercaron en esta oportunidad al SUM de Arias para votar lo hicieron para apoyar la candidatura de Diego Fernández quien, junto a su agrupación, hicieron una campaña muy agresiva (en el buen sentido de la palabra) para posicionarse como “una alternativa seria y confiable” al ventenio chiofalista. Y que Chiófalo solo mantuvo a su fiel tropa de votantes por simple conveniencia (la de los socios, claro está).

¿Por qué decimos esto? Simplemente porque, como vimos, “su” masa de votantes no se inmutó en dos años. Si bien no perdió apoyo de “su” tropa societaria, tampoco ganó adhesión de otros socios que, como vimos, se inclinaron por apoyar a la oposición. Tengamos en cuenta que los socios del C.A.S (7.411 según el último informe de clubes de AFA) no están acostumbrados a sufragar para elegir autoridades; en 20 años, tan solo fueron convocados en dos oportunidades. En este sentido no podemos soslayar un dato crucial que salta a la vista: la decisión dirigencial de no sumar más socios con campañas bien armadas tiene en su intención la necesidad de tener bien controlado el padrón. Ni más ni menos. Pero sobre este particular volveré en otro apartado de este texto.

De igual modo, en este punto, según mi opinión, descansa la tranquilidad de la CD actual. A Fernando Chiófalo le gusta declarar que el club, para que funcione correctamente y sin sobresaltos, debe ser conducido como una empresa, ni más ni menos. Hay infinidad de audios, videos, diarios, páginas web donde corroborar esto que digo. Además, él es un empresario exitoso, no podemos negarlo (agronegocios/compra y venta de jugadores/diversión nocturna, entre otros rubros). Ahora bien, como cualquier empresa, el Club Atlético Sarmiento tiene empleados, otra de las cosas que “Coquito” gusta poner de relieve cada vez que se lo piden los micrófonos. Son aproximadamente 150 personas que trabajan en el club, un número sin duda importante a la hora de pagar salarios, por ejemplo. Pero no es esto lo que nos interesa, en este caso.

Más bien vamos a detenernos en considerar lo siguiente: si bien por estatuto (Art. 115°, inc. “B”) “todo socio que ocupe cargo rentado en el club, permanente o transitorio” debería estar excluido del padrón electoral, se han impugnado —al menos eso vi que se denunciaba en redes sociales— varios votos emitidos por empleados de la institución, siendo el caso de la jefa de prensa María Rosa Ragogna el más notorio. Sin duda alguna, al confeccionar el padrón el oficialismo hizo caso omiso de lo que reza la “carta magna” institucional y agregó a “todes”, jugadores incluidos, aunque esto no me conste.

Seguramente (tampoco me consta), la oposición habrá reclamado por estos casos. ¿Pero qué quiero resaltar con esto? Que, aun suponiendo que ninguno de los 150 empleados del C.A.S (en planta o que facturan) votaron, son personas que viven (en un todo o en parte) de lo que el club les paga por sus variados servicios. Y que tienen familia, amigos, colegas, allegados y conocidos a quienes les interesa su bienestar laboral/económico y su relación con una institución que milita en la élite del fútbol argentino. Y que, en su gran mayoría, son socios del club, y que en su gran mayoría apoyan al patrón de la “empresa” (Chiófalo, en este caso) que mes a mes les deposita el sueldo a ese familiar, amigo, colega, allegado o conocido del que hablamos más arriba. En síntesis sintética: haciendo una cuenta sencilla, si cada empleado “logra” que diez personas (socios) de su entorno voten la continuidad del oficialismo, llegaríamos rápido a los 1.500 votos (Chiófalo cosechó, como vimos, 1.315). Pero, aun siendo generoso con el argumento contrario, y suponiendo que muchos hayan desechado votar o hacerlo por simpatía con ese familiar, amigo, colega, allegado o conocido que vive “gracias” al C.A.S., tenemos que poner en consideración otro segmento no menos importante: las disciplinas que brinda la institución y la gente (votantes muchos) que mueven esas prácticas sociales/deportivas, aun descartando a los menores de 18 años que el estatuto no habilita para la votación.

Aunque en este caso, claro está, puede que haya también votantes que castiguen al oficialismo por alguna que otra promesa incumplida, malos manejos varios, desinterés, falta de apoyo económico, etc., se sabe que tener las riendas del club desde hace 20 años es un plus nada despreciable, aun cuando ese club (de fútbol, esencialmente) desde hace un par de años no da pie con bola en el armado de los planteles, en la elección de los DT, en el proyecto formativo, etc.

Volviendo a un punto crucial, y a la respuesta de por qué Sarmiento, con un equipo en Primera A desde hace años, bien estructurado, con crecimiento continuo, disciplinas varias, saneado económicamente, con infraestructura de calidad, no logró en todo este tiempo sumar, al menos, cuatro o cinco mil socios más, tendríamos que considerar/analizar/discutir algo que dije más arriba: Fernando Chiófalo está cómodo con ese capital societario porque está convencido de que aumentándolo, aumenta también el riesgo de perderlo todo. La última campaña “importante” de socios que recuerdo fue allá por 2015, una vez consumado el regreso del Verde a Primera.

No creo estar muy errado con este análisis porque estuve viendo que la oposición, en su carta de presentación y durante toda la campaña, puso el foco en hablarles a los socios que no son tenidos en cuenta por la actual gestión, simplemente porque no los necesita, al menos por el momento.

Claro está que la oposición, hoy reunida bajo el ala de Diego Fernández y su Agrupación De Corazón Verde, más algunos elementos de peso que se agrupan en Socios en Acción, buscan acumular poder con una masa societaria propia y genuina que les responda llegado el momento.

Por ahora, con lo que tiene, a Chiófalo y su gente les basta y sobra. Es más, me aventuraría a decir que, con los números que he analizado en estas líneas, y una campaña futbolística relativamente buena en los próximos dos años, hay Chiófalo (siempre que no amague con irse y finalmente cumpla con su palabra) hasta 2029.

                                                        José «Pepe» Griyo

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