«Con razón y corazón», por Isabel Muñoz Marcos

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En mi vida he conocido mucha diversidad de gente súper inteligentes, algunas; profesores, médicos, comerciantes exitosos, entre otros varios.  Gente con un alto nivel intelectual.

Muy capacitados en cuanto a conocimientos intelectuales, audaces militantes del saber, pero, con poca o nada sensibilidad en su andar por la vida, con una forma de pensar desde la lógica, basándose solo en  los minimizando detalles

Gente capaz de apresurar sus pasos hacia el necesitado y despojarse, material y humanamente, sin dudas, para darle al Otro. Esos que se ponen feliz si el Otro se “sale con la suya”(Empatía)

Gente que sonríe, mientras “acomoda sus cabellos” en medio de la tempestad, y avanza luchando contra la fuerza del viento de la adversidad. (Resiliencia)

Gente que pareciera tener interiormente un potente motor que le impulsa hacia adelante, y le produce  la energía vital necesaria para confeccionar esfuerzos extraordinarios.(Automotivación)

Gente que recorre su interior sin temor a bucear por lo más íntimo de su Ser, en lo más profundo de su espíritu hasta reconocer sus fortalezas y debilidades, sin que ello sea una amenaza, todo lo contrario, es la posibilidad de reconocer que hay un mejor YO y que es preciso entrenar el alma a fin de fortalecerla para disipar el miedo. Esa gente es la que “se permite” hacer la “planchita”, sin temores, cuando la marea esta serena (Autoconocimiento)

Gente que no se deja enmarañar en los pegajosos hilos de la tecnología, la ambición, el poder, de hecho, utiliza muy bien sus redes sociales para motivar, para ejercer su positivo magnetismo en el Otro, alimentando la ilusión, la perseverancia. Esa gente eleva el estandarte del respeto en cada acto, en cada sonrisa, cada palabra, cada silencio (Habilidades sociales)

No sabe hablar idiomas, pero SABE de comunicación

Hace algunos años la dicotomía intelecto-razón, estaba claramente diferenciada, y hasta a veces clausurada, si predominaba el “corazón” De forma tal, cuando se hablaba de inteligencia ,se hacía  reducción a una “inteligencia racional” basada en el pensamiento cognitivo. Para la “mente racional”, las emociones se asociaban a un comportamiento irracional.

Hoy, por suerte, se admite, que un cerebro brillante y un elevado coeficiente  intelectual, es inútil para la vida misma, si no somos empáticos, si no comprendemos emociones propias y ajenas, si vagamos extranjeros por nuestra propia existencia,  apátridas de la conciencia social donde aprender a conectar, a gestionar el miedo, a ser asertivos.

La Inteligencia Emocional nos provee de capacidades para el manejo de las emociones, no que dejemos de sentirlas, son parte de la condición humana, fueron celosas celadoras de nuestra integridad desde el comienzo de la vida sobre el planeta. Son como arterias invisibles que dan vida al corazón que habita en nuestro cerebro; empoderamos de ellas, seria sentirnos más competentes en el arte de vivir.

Pero… para el dominio emocional, es sumamente necesaria la intervención de la razón, que actúe como “filtro” que nos ayude a la alfabetización emocional, poder hacernos cargo de nuestra vida, conocer y reconocer nuestro mundo interno y así, solo así, dejaremos de ser turistas pasivos de nuestra existencia, para pasar a ser libres y dueños de nosotros mismos, y convertirnos como “esa gente” que transita su destino para Honrar la Vida (como dice Eladia Blázquez) que NO es lo mismo que vivir.

Muñoz Marcos Isabel- Coaching Ontológico

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