Todos los días, las personas toman decisiones. Todo el tiempo. En todos los aspectos de nuestra vida, por más irrelevantes que parezcan. Y en cada una hay una suntuosa cantidad de factores que entran en juego. Por ejemplo, en ocasiones, puede aparecer una sensación de agobio por la escasez de tiempo. O tal vez un mayúsculo grado de responsabilidad puede ahogar la confianza interior.
El contexto caracterizado por un acelerado mundo actual, con demasiada información y opciones inciertas, una economía global vacilante y una cultura en permanente cambio, complican más encontrar la orientación correcta. Todo forma un combo que hace que una tarea que aparenta sencilla termine dificultándose, conllevando a cierta «parálisis» para elegir una respuesta y decidir, y hasta a pasar por momentos de sufrimiento.
No es posible predecir cuándo se va a caer en una futura equivocación. Sin embargo, esto se puede revertir. Se puede evitar el mal trago y tomar la decisión adecuada. O al menos disminuir el margen de error. Así lo cree Suzy Welch, quien fuera editora de la Harvard Business Review. Ella propone la fórmula 10-10-10 para tomar decisiones correctas en el inmediato, medio y largo plazo.
En 10 minutos, 10 meses, 10 años, Welch plantea un método innovador para elegir el rumbo de forma ágil y acertada. Se trata de un nuevo enfoque para escoger aquellas opciones que permitan controlar la propia vida, sin importar el lugar de origen, de crecimiento y los errores cometidos por el camino. Sugiere que ayudará a sustituir el caos por la coherencia, la confusión por la claridad y, lo mejor de todo, la culpa por la satisfacción.
¿De qué se trata? Es un simple ejercicio. Welch explica que cuando una decisión se interponga se debe replantear la siguiente pregunta: «¿Me sentiré mal en los próximos 10 minutos?, ¿y en los próximos diez meses? o ¿me acordaré, incluso, dentro de 10 años?». Es decir, analizar cuál será el impacto y las consecuencias en cada uno de esos tres períodos. Una vez resuelto dicho problema se dará irremediablemente con la mejor opción, además de dilucidar si las decisiones tomadas previamente fueron las adecuadas.
El hecho de tener que compaginar su vida profesional exitosa con la crianza de sus cuatro hijos fue la base que sustentó esta idea de Welch, que cuenta que le resultó efectiva para un momento en el que las dudas invadieron su vida, incluso cuando consistían en cuestiones menores, como asistir a un evento social o quedarse en el hogar. Piensa que mucha gente se equivoca al querer estar en todos los sitios y así se comienzan a presentar los errores. Enfatiza que las malas decisiones son producto de una mente que exagera al enfrentar dificultades y que cuanta más capacidad se tenga de tomar perspectiva, más se acertará.