Hoy se celebra el Día Internacional de la Felicidad, establecido por la ONU desde 2012 para reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno. Efectivamente, la felicidad debe ser un objetivo aspiracional en todos los ámbitos de nuestra vida, e inevitablemente, esto incluye a la parcela laboral: no podemos ser felices en nuestra vida si no lo somos también en nuestro trabajo (al que dedicamos como mínimo una tercera parte de nuestro tiempo vital).
Aunque el concepto pueda parecer novedoso, existen antecedentes históricos en la búsqueda de la felicidad como un reto a tener en cuenta desde instituciones y empresas. El caso más destacado es el que lleva a cabo desde los años 70, Bután.
Este país asiático mide su riqueza en términos de felicidad, es decir, la riqueza no se valora por las pertenencias o el dinero que una persona pueda tener, sino por su grado de felicidad. Y para ello crearon un concepto similar al Producto Interior Bruto que es conocido como Felicidad Nacional Bruta.
Que desde los organismos oficiales y las empresas se tengan en cuenta políticas de felicidad es muy importante, no sólo por el carácter humanitario que estas medidas puedan tener, sino también porque mayores índices de felicidad repercuten en mayores beneficios empresariales. Demostrado.
Desde hace años, numerosos estudios muestran que las personas más felices se caracterizan por una mayor productividad y creatividad en el trabajo, mayor capacidad de liderazgo y negociación y una adaptabilidad superior a situaciones de estrés y de cambio. Motivos más que suficientes para que las empresas entiendan las ventajas y beneficios que pueden conseguir teniendo a su gente con elevados índices de felicidad.
En este sentido, Adecco ha entrevistado a más de 3.000 trabajadores en activo de toda España para conocer de primera mano qué nos puede aportar mayor felicidad en el trabajo. Los resultados de la encuesta La Felicidad en el Trabajo son reveladores: lejos de confirmar la teoría de que el salario es la pieza fundamental para satisfacer a un empleado, se ha comprobado que para la mayoría de ellos lo más importante es disfrutar del trabajo que se realiza y tener un buen clima de trabajo.
Y no es lo único. La realización personal, el reconocimiento de compañeros y superiores, la flexibilidad horaria o el compañerismo son otros aspectos muy valorados por las personas en sus ambientes laborales.
Con estos datos es fácil idear políticas o medidas que favorezcan la felicidad en el trabajo y contribuir a establecer ese clima laboral idóneo para que los trabajadores puedan dar lo mejor de sí mismos. Para que así, cuando volvamos a escuchar hablar de felicidad, recordemos la premisa de que trabajadores felices son trabajadores productivos y por tanto, nos interesará como empresa escuchar qué se tiene que decir en este campo.